"Era un día frío y luminoso de abril y los relojes estaban dando las trece. Winston Smith, con la barbilla clavada en el pecho en un esfuerzo por escapar al desagradable viento, pasó a toda prisa entre las puertas de cristal de las Casas de la Victoria, aunque no lo bastante rápido para impedir que se colara tras él un remolino de polvo y suciedad" (1984, George Orwell)
VALÈNCIA. Odio, culto al poder, ignorancia, violencia... El 'Hermano Mayor' lo ve, lo escucha y lo sabe todo. Tu función es servirle y cualquier atisbo de oposición puede conllevar las peores consecuencias. O estás dentro del sistema o éste te excluye. Big Brother is watching you.
"Un mundo de hierro oxidado donde nada funciona", así describe Carlos Martínez-Abarca la atmósfera de su adaptación teatral de la novela de George Orwell, que llega a La Rambleta el sábado 16 y el domingo 17 de febrero.
Se trata de un proyecto que pretende utilizar el teatro como reflejo de los 'peligros' del sistema actual, utilizando como base distopía que Orwell plantea en su novela. A pesar de que han pasado 70 años desde la publicación de 1984, algunos de los 'terrores' que narra la sociedad retrofuturista del libro siguen estando presentes. Para la compañía que ha llevado el clásico al escenario el principal peligro está claro: la pérdida de la identidad individual fruto de la homogeneización y la privación de la intimidad.
Después de varias temporadas en Madrid, la obra llega a La Rambleta como una apuesta por el teatro "vivo y que pretende hacer reflexionar al público", una adaptación que Martínez-Abarca ha llevado a cabo junto al filósofo y dramaturgo Javier Sánchez-Collado. El equipo está formado por profesionales y amigos que priman la comunicación con el público y el mensaje de la obra, un trabajo intenso que ha acogido una buena respuesta por parte del público y ha supuesto la nominación de Alberto Berzal y de Luis Rallo a los Premios de la Unión de Actores y Actrices, como mejor actor protagonista y mejor actor secundario.
Cuenta Alberto Berzal que trabajar con amigos ha propiciado una comunicación entre el equipo que se traduce en el público de forma muy positiva, público que influye en la obra ya que, según explica, contribuye a que cada función sea diferente. "El público, el estado anímico o el escenario son elementos que transforman la obra cada día. Esa es la magia del teatro, que nunca verás dos veces el mismo espectáculo. Es como tener un arbusto que vas trabajando y cada día le salen flores nuevas porque son personajes tan ricos y complejos que nunca se repiten", explica.
Del mismo modo que en la novela, los protagonistas Wilson y Julia desafían la imposición del Hermano Mayor. Cristina Arranz, que interpreta el papel de Julia, explica que en la obra se puede ver como el control de la mujer en los regímenes totalitarios llega a convertirla en un mero objeto: "La utilitarización de la mujer es brutal. En la obra, las mujeres sirven prácticamente para procrear y no se les permite sentir afecto durante la relación sexual", afirma. Según explica, a pesar de que no es una obra enfocada a la perspectiva de género, Julia es una mujer con un discurso inteligente, sólido y con las cosas claras. "Un trato necesario en un momento como el actual en el que la perspectiva para la mujer supone un retroceso en sus derechos y sus libertades, por el trato que se nos está dando en la redes sociales, en los medios de comunicación o en algunas tendencias políticas", afirma Arranz.
Observación. Reflexión. Disidencia. Larga vida al teatro vivo.
-¿Por qué pensaste en la novela de Orwell para esta obra?
-Carlos Martínez Abarca: Fue una decisión colectiva. Decidimos juntarnos para crear una obra que partiese de un texto no teatral y que tuviera elementos socio-políticos del presente. Entonces pensamos en 1984 que, precisamente, también era un proyecto que yo tenía pensado desde hace muchos años.
-¿George Orwell predijo nuestra realidad social actual?
-Orwell fue profético en varios aspectos, sin embargo el presente no es exactamente como él lo vaticinó en la novela. Lo que él dice en la novela es que hay riesgos políticos que si no somos capaces de atajar pueden llegar a afectarnos en nuestra vida personal. El escritor fusionó en un solo partido los dos totalitarismos del siglo XX: el fascismo, que él combatió en la guerra civil española, y el totalitarismo estalinista soviético. Lo más alarmante de 1984 es el exceso de control del poder sobre las conductas y la libertad de los ciudadanos, utilizando medios técnicos para poder vigilar nuestros pensamientos, movimientos, conversaciones… Y actualmente este control está presente en nuestra sociedad, junto a la manipulación política de la que también habla la novela. Goebbels inventó la estrategia de “repetir una mentira hasta que se convierte en verdad”, y hoy en día nuestros políticos están practicando sin pudor la estrategia del ministerio de propaganda nazi. Por último, la novela también predijo la exacerbación del odio irracional hacia el adversario político, al que nosotros también estamos sometidos en la actualidad.
-¿Donde se puede encontrar el 'Hermano Mayor' contemporáneo?
-Hoy en día no lo puedes ver como tal. El Hermano Mayor es todo ese poder que está repartido en manos que no sabemos, a quién le cedemos nuestra imagen, nuestra intimidad y nuestros datos. No es una persona en concreto, se puede encontrar en una gran corporación, en un Estado que controla a sus ciudadanos, en la CIA... Se manifiesta en todo ese poder que no controlamos y no conocemos pero que él sí nos controla y lo conoce todo sobre nosotros.
-¿Se puede escapar del 'Hermano Mayor'?
-Ahora mismo no. En eso sí que se ha cumplido lo que predecía la novela. De hecho, la única forma de pertenecer al sistema es hacer click en ‘acepto’ y ceder tus datos personales. Parece que las redes sociales saben casi tanto de nosotros como nuestros seres queridos. Y esto quiere decir que nos han concebido la comunicación entre nosotros de tal forma que cedamos nuestra intimidad a gente desconocida, porque si ejerces el acto de ‘libertad’ de hacer click en ‘rechazar’ la política online, te quedas fuera del sistema.
-¿El teatro puede ayudar a salir del sistema del 'Hermano Mayor'?
-El teatro siempre ha sido un instrumento doble. Desde los tiempos de la cultura clásica, el teatro ha servido para entretener pero también para hacer una crítica sobre la sociedad y reflexionar sobre nosotros mismos. La polis acude a las funciones para verse reflejada en un espejo que puede estar deformado o ser de un color determinado. Ésto es lo que hemos intentado en 1984, que la gente se divierta pero también salga de la función con un interrogante. Lamentablemente, el teatro institucional español está muerto y apesta. Pero también hay un teatro vivo que habla de las cosas que le preocupan a los ciudadanos y en nosotros está la prueba. Nosotros, sin subvenciones y sin apoyo hemos conseguido llenar durante dos temporadas el teatro Galileo de Madrid. También tenemos a dos de los cuatro actores nominados a los premios de la Unión de Actores y ahora hemos llegado al Espai Rambleta, donde hay gente que apuesta y se arriesga día tras día en un negocio difícil para conseguir una programación excelente y llenar el teatro.
No todo el teatro es un lugar de vida y reconocimiento que te ayuda a escapar del ‘Hermano Mayor’. Pero yo tengo el orgullo y la felicidad de decir que sí he elegido trabajar en el teatro vivo que trata con el público y que no quiere darle al ‘aceptar’ del sistema que antes comentaba.
-¿Cómo se traduce el mundo de George Orwell sobre el escenario?
-Nosotros no aspiramos a hacer una recreación naturalista de los espacios y los personajes porque el teatro es un lugar para que el público active su imaginación y complete lo que la obra sugiere. En 1984 hay cuatro actores en el escenario para dar vida a toda la trama. Concretamente, José Luís Santar representa a ocho personajes como alegoría al intercambio de ciudadanos creados por el partido único en la novela.
Aunque hay que hacer un esfuerzo de síntesis y condensación, la novela contiene claves teatrales que permiten crear un universo sensorial tan potente como el que hemos conseguido en la obra. El equipo de escenografía es fantástico y ha conseguido sugerir sobre el escenario el mundo post-industrial, decadente y ruidoso de George Orwell en el libro.
-¿Por qué es conveniente escapar del 'Hermano Mayor?
-Es conveniente porqué el humano necesita intimidad para reconocerse como algo intransferible. Necesitamos sentir que no nos pueden intercambiar con otro ser humano, como pasa en la novela. Cuando anulas la libertad de la gente hasta hacerla intercambiable, la deshumanizas. En ese sentido, la globalización llevada hasta el extremo lleva a la igualación entre la ciudadanía. Hoy en día viajas y a veces no sabes donde estás porque todos los sitios a los que vas tienen prácticamente lo mismo: las mismas franquicias, las mismas tiendas, las mismas modas… Hoy en día caminamos hacia una igualación en nuestros gustos y elecciones. Por ejemplo, si te descargas una plataforma de contenido audiovisual, ésta te recomendará cosas parecidas a las que ya has visto. El caso es que cada vez pienses menos y tengas el campo de visión más cerrado, al mismo tiempo que te dan una sensación de libertad cuando realmente no la tienes
Lo primero que hacían los nazis a los prisioneros de los campos de concentración era encargarse de que perdieran su intimidad, y así deshumanizarlos poco a poco. Afortunadamente, no lo padecemos al mismo nivel pero el sistema sí consigue entrar, de forma sutil, en nuestros círculos de privacidad más íntimos, consiguiendo que nos deshumanicemos. Se trata de ser un disidente, decir lo contrario a lo que piensa la gente, atreverse a estar desconectado sin que pase nada y hacer lo contrario de lo que llevas haciendo toda tu vida, aunque sea solo por un día. Eso es salir del ‘Hermano mayor’. Y todo eso es vivificante y necesario.
-¿Hay gente más vulnerable ante el sistema?
-A todos nos afecta. Somos víctimas y victimarios porque de alguna forma nos cuesta romper el círculo del sistema. Para prevenirlo es necesaria la educación de la sociedad, sobretodo en una realidad en la que los jóvenes cada vez se interesan menos y desconocen más sobre las cosas que han sucedido en su entorno. La revolución tecnológica ha hecho mucho por borrar el pasado y la dictadura del presente es otra forma de Hermano Mayor que deberíamos intentar evitar.
-¿Tienes otros proyectos entre manos?
-De momento estamos centrados en que 1984 tenga la mayor difusión posible. Sí estamos pensando en un par de cosas relacionadas con el universo de la distopía, pero aún no se pueden decir.