La semana ha dado para mucho. Por una parte, tenemos la resaca de las Fallas, que han dado para mucho, y por otro, el golpe de timón de PP-Vox, con su ofensiva legislativa para cambiar la herencia (del Botànic) y devolver determinadas cosas a como las dejó el PP en 2015, pero ahora con la ultraderecha como acompañante. Las Fallas han resucitado el debate de la tasa turística, de la que habla aquí al lado el compañero Antonio Zardoya, y de la que solo diré un apunte. ¿De verdad los hoteles (y apartamentos) pueden subir precios en la semana de las fiestas- y vale para otras muchas- y no pueden hacer, por ejemplo, las aportaciones a las comisiones falleras, que al fin y al cabo son las que organizan, se sacrifican y se trabajan el espectáculo? El debate volverá, y vale para otras fiestas.
La ofensiva legislativa dará que hablar, por supuesto. Pero el desgaste -si lo hay- lo mediremos con el tiempo. Así que tiempo tendremos de analizarlo. Lo que si determina ese golpe de timón de PP-Vox es que ha comenzado el mandato de verdad, el de los cambios profundos, y que además, ha coincidido con el congreso del PSPV, que solemniza a Diana Morant como lideresa y, en teoría, la apuesta de la alternativa. Desde luego, si el PSPV quería argumentos para ir al choque contra el Gobierno de la Generalitat, haberlos, ahora, los hay y de calado. Del congreso hablaremos la semana que viene, aunque el resumen sería: café para todos. De momento.
Pero hay otro elemento que también ha salido esta semana, y, aunque ha tenido un impacto más comedido, también ha generado consecuencias. Lo digo por el tren de la costa, del que el ministro Óscar Puente ha cortado toda posibilidad de ejecutarse y ha derivado cualquier solución de movilidad para las comarcas de La Safor y las Marinas al Tram entre Gandia y Dénia.
La sentencia de Puente ha generado bastante malestar en Compromís, que hasta ahora bien en solitario bien dentro de Sumar se había convertido en un socio amable de los socialistas. Muchos empresarios, que no son los que suelen votar a la formación valencianista, siempre han defendido que Compromís concurriera en solitario para negociar mejor sus alianzas con el Gobierno del turno. Una especie de PNV valenciano. Efecto que no solo no se ha dado, sino que además los nacionalistas se han llevado varias estocadas del PSOE como la aprobación de la ampliación del Puerto de València y ahora, el jarro de agua fría del tren de la costa. Se lo tendrían que hacer ver.
En el caso del tren de la costa, huelga decir que lo que ha verbalizado esta semana Puente no es nuevo. Cuando el sanchismo vivía sus primeros meses en la Moncloa, el entonces secretario general de Infraestructuras del Ministerio de Fomento, Julián López -posteriormente presidente del Puerto- ha dijo en Alicante Plaza que Transición Ecológica -el ministerio de Tersa Ribera- no veían con buenos ojos que ese trazado y por tanto, no autorizaba la declaración de impacto ambiental. Hablo de agosto de 2019 y desde entonces, no ha habido novedad. Y que yo sepa, Compromís siempre ha respaldado al PSOE en casi todos los pactos. No deberían sorprenderse ahora los de Baldoví que Puente refresque lo que ha sido una evidencia: los técnicos de Madrid no avalan el tren de la costa, sobre todo, en su tramo entre Gandia y Dénia. El hoy alcalde de la capital de la Marina Alta, Vicent Grimalt, ya se ha llevado varios disgustos de los suyos -de los socialistas- con este asunto. Y de ahí, que la alternativa sea, para ese trazado, el tranvía. Es lo que hay. Aceptemoslo: la Comunitat Valenciana y sus dirigentes, ni los de ahora, ni los de antes, tienen influencia para viariar esa decisión. Es triste, pero es así.
Pero digo, ¿y no se puede plantear ese tren de la costa entre Ondara y Alicante? Si de verdad el problema es el tramo Dénia-Gandia, que yo sepa, nadie ha puesto en duda el resto del trazado. ¿Por qué no se reclama? ¿por qué no se presiona en ese sentido? Ya no solo para la Marina Alta. El presidente de la Diputación de Alicante y alcalde de Benidorm, Toni Pérez, ha puesto sobre la mesa en muchas ocasiones la necesidad de dotar de una solución de movilidad pública para todo el litoral norte, que ya mueve flujos de población importantes, no solo con el aeropuerto, sino también con el AVE.
Ya sé que es predicar en el desierto cuando hay proyectos igual o más importantes que éste, como la conexión férrea entre la capital y el aeropuerto. Que hay que retirar las vías de la fachada litoral de la zona sur de Alicante, que el tercer carril de la circunvalación es más que urgente, etc Pero puesto a ser unos ilusos, al menos que lo seamos con proyectos que de verdad sí tienem viabilidad técnica y ambiental. La presupuestaria ya lo dejamos para otra generación. Lo peor de todo es que hasta ese tranvía, el que debe unir la capital de la Safor con la de la Marina Alta, también va para largo. La única evidencia que tenemos, es que ahora ha comenzado el mandato, el de Madrid, con la amnístía aprobada, y el de aquí con la ofensiva legislativa, pero no hay visos de que esté el tren de la costa. Ni el que tiene ejecutar Madrid -por las razones esgrimidas-, ni el de València -por lo de siempre, la infrafinanciación-. Pues eso. Frustrante.