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TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

Cómo lograr crecimientos internacionales más eficientes

25/11/2016 - 

Para las empresas españolas la internacionalización ya no es una vía más de crecimiento, sino que se ha consolidado como un pilar fundamental imprescindible para afrontar el futuro con solidez.

En un mundo global, el apetito por crecer en el exterior solo puede ir a más, y en este contexto las compañías afrontan nuevos retos en su andadura internacional. El crecimiento en el extranjero está en la agenda de todo propietario y equipo directivo, y en constante revisión. La clave es incrementar la presencia en los mercados foráneos pero de una forma planificada y sostenible, evitando en la medida de lo posible los errores cometidos en el pasado por la urgencia de una internacionalización por supervivencia.

Para ello, todo proceso de crecimiento en el exterior debe partir de un análisis pormenorizado de los mercados de destino y definir la estrategia que mejor se adapte a cada uno de ellos. En este proceso, hay que distinguir entre tres fases, cada una con un grado mayor de complejidad. La primera es la exportación, que implica gestionar las ventas a los mercados exteriores desde el país de origen.

Buena parte de las empresas españolas ya han superado esta fase, y se encuentran ahora en la segunda, en la que la compañía tiene presencia estable en el exterior, sea a través de oficinas o fábricas. Esta segunda fase presenta unos mayores costes asociados, ya que implica la creación de un departamento de internacionalización y el diseño de un modelo operativo para implantarse en los mercados de destino. También debemos adaptar el modelo de gobierno a una nueva realidad en la que entran en juego equipos directivos ubicados fuera de la central y anticiparse a las especificidades comerciales, jurídicas y culturales propias de cada uno de los distintos mercados de destino.

Es en la gestión de esta diversidad donde se encuentra el verdadero reto de futuro de las compañías españolas, pues es imprescindible que las filiales internacionales operen como hubs regionales en contacto permanente con la matriz. Las herramientas que pone a nuestra disposición la transformación digital constituyen una palanca muy útil para lograr esta cohesión entre equipos que trabajan a cientos de kilómetros de distancia.

Además, es imprescindible que las compañías realicen un cambio cultural que las obligue a pensar y a actuar como multinacionales, incorporando la diversidad que ya he mencionado a todos los procesos de toma de decisión. Este pensamiento transversal implica tener en cuenta las especificidades de cada mercado en lo que se refiere al entorno regulatorio, político y fiscal, así como a la gestión del talento, y diseñar una estrategia global que dé cohesión y sentimiento de pertenencia, pero sin perder el foco local que, en la mayoría de casos, será imprescindible para llegar al cliente local y captar el mejor talento en cada mercado.

Ignacio Franquesa es socio responsable de Internacionalización de EY

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