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16 September 2016

Crajes rompe los tabúes del cuerpo femenino en Plastic Murs

September 2016

VALENCIA. La mirada inocente, la vulva sangrante, la cadera andrógina, el pecho incipiente son las múltiples expresiones del cuerpo femenino que se muestran en la inauguración del último trabajo de Crajes, un colectivo que aborda los principales tabúes de la sociedad entorno al cuerpo de la mujer. La exposición, Accipite et manducate ex hoc omnes: Hoc set enim corpus meum, quod pro vobis tradetur, contextualiza el deseo, el dolor y el placer a partir de la iconografía de Carla Rendón y Jessica Ruiz. El acto de presentación de la muestra tiene lugar la tarde del 16 de septiembre en Plastic Murs, en la calle Denia 45.

La fantasía y la creatividad a raudales son la identidad de las obras, realizadas en distintas técnicas y formatos, aunque predomina el papel en esta ocasión. Las imágenes más recurrentes hacen referencia a la enfermedad, la herida, la sangre o el cuerpo corrupto, pero siempre sensual a la par que mórbido, atravesando los límites de lo políticamente correcto para denunciar el cinismo y la hipocresía à la manière del Divino Marqués. Escenas cargadas de simbolismo y ambigüedad que hace dudar al espectador, quién se preguntará ante un rostro femenino lagrimoso pero esbozando una mueca de placer, si goza o se revuelve para liberarse.

El placer de algunas obras, contrasta con la violencia de otras. Mujeres que están siendo claramente abusadas, apuñaladas, atadas, vejadas, soportando un daño que tiñe sus pálidos torsos de sangre y sumerge sus almas en tinieblas. Se trata de una toma de conciencia sobre las raíces de la doble moral con base educacional judeo-cristiana, motivo por el cual las piezas expuestas escogen un título en latín aludiendo a los orígenes de la Eucaristía: "Tomad y comed, este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros". En él se señala la traición inminente de Judas en contraposición a las buenas intenciones de Jesús, que entrega su carne y su sangre en un acto de fe. La reminiscencia religiosa de la que nuestra sociedad actual no consigue desprenderse a menudo culpa a la víctima, en especial si es mujer, por haber mostrado su cuerpo tentador o bien anula su identidad si queda viuda, cubriéndola con el velo negro y esperando, en ambos casos, que jamás se recupere, que sienta el yugo del heteropatriarcado y se doblegue.

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