A EMOCIÓN DOS VIÑOS

De ferias y vinos

Las ferias, ay las ferias. Las de vinos, claro, que ya sabemos que aquí el hedonismo se sirve líquido y en copa de cristal fino. Hablamos de esos días de olfatear, probar y compartir con bodegueros, profesionales y aficionados. De hacer pandi y exaltar un pelín la amistad

| 21/07/2017 | 4 min, 57 seg

De guapitos, confesiones e incluso abrazos. Porque todo es posible entre tanto vino y buena gente.

Pueden durar desde un rato hasta varios días. Todo suele empezar con la previa. Una cena de bodegueros la noche antes del evento en la que confraternizar, comer y beber de lo lindo. El daño está hecho. Al día siguiente comienza la maratón.  Momentos de peligro en los que fácilmente entraremos en quiebra proteica. Porque las papilas gustativas ensanchan de forma misteriosa y por mucho que escupamos se muestran absorbentes como esponjas.  Piripez inminente que se resuelve con unas cuantas vueltas al ruedo, algo de picoteo y agüita fresca que, de vez en cuando, es necesaria. Catar, aprender y compartir. Y, aunque siempre falta tiempo, saludos y besos por doquier son imprescindibles. Entre unas cosas y otras ir a almorzar algo rico y tomar unas cerves, porque sí señores, los viñadores también beben del fruto del lúpulo.

Estamos en Celanova, Orense. A Emoción dos Viños abre las puertas y nos lanzamos al primer descubrimiento de la jornada, una sorprendente bodega portuguesa que nos deja sin aliento con una propuesta llena de personalidad. De entre sus muchos y fantásticos vinos nos quedamos con Cristimil blanco 2015 (Fio de Terra), un albariño de cepas viejas que ha macerado con sus pieles, es decir, uno de nuestros preciosos vinos naranjas.  Discreción, elegancia y eternidad en la boca. Delicadeza y saber estar que nos apetece con la crujiente gelatina de un plato de oreja a la gallega.

Volvemos a Galicia, un viaje de ida y vuelta que nos deja en la mano una copa de La tinaja de Aranzanzu 2015 (Nanclares y Prieto Viticultores). Albariño con crianza en tinajas de barro del maestro alfarero Padilla. Zambombazo de fondo salino que interactúa estupendamente con un pez marino con ajada. Merluza recién pescada por nuestro capitán de cabecera que, aunque sea de hospital, nos sabrá a gloria junto a este vino.

La ruta continúa con otro albariño, otro vino naranja. Komokabras Tinaja 2016 (Adega Entre os Ríos) macerado cinco semanas con sus pieles para pasar a tinajas de barro hasta su embotellado. Primicia que saldrá a la venta en unos meses y del que adelantamos que promete ser una bestia. Un punki que saca los pies del tiesto con gracia para echarse unos bailes de esos que sólo ve uno mismo. Contento que dibuja la sonrisa que los demás se pierden. Nos posamos como alegre libélula bajo el balcón cantando las mañanitas, abrimos la botella y devoramos unas grasientas alitas de pollo.

Es el momento de los homenajes. En este caso al que ha sido uno de nuestros fijos durante años y que ahora deja de producirse. Como despedida este Dorado 3 Lustros (Quinta do Feital), mezcla de añadas de las 15 temporadas en las que se hizo el Dorado Superior. Albariño portugués que nos hace ojitos y ante el que sucumbimos sin reparos. Un vino disfrutón y de enorme potencial que nos bebemos con una reconfortante tapa de arroz con tropezones de todo tipo y aromas a esos cubitos caldosos de anteayer.

Seguimos con otro vino que se sale de los cánones y que nos encanta, el Gouvyas Moscatel Galego Branco 2015 (Quinta do Infantado). Un moscatel seco de locas flores que nos motiva con un atrevido secreto ibérico crujiente por fuera y muy poco hecho por dentro acompañado de una salsa agridulce de pera.

Xurxo Alba, elaborador como pocos es un valor fijo con su Albamar 2014 (Bodegas Albamar). Albariño con alma de berberechos rebrincones y carácter único. Lo bebemos como agua con un indispensable de la zona, unos fresquísimos mejillones al vapor.

Aunque apriete el calor y apetezcan, no nos engañemos, no solo de blancos vive el hombre. Así que vamos con las uvas tintas. La Perdida Proscrito 2015 (Adega Algueira) es la unión entre una variedad blanca, la palomino, y otra tinta, la garnacha tintorera, que fluye con soltura dejando a su paso los aromas del campo de esa Galicia de interior de cocido con garbanzos, grelos y bien de cerdo.

Hacemos una última visita a Portugal con el Garrafeira 2013 (Quinta das Bágeiras), tinto de la portuguesa uva baga. Intensidad de tabaco y café que incita a hacer uso de un mullido sillón de cuero frente a la chimenea en un día lluvioso. Sin más. Y si nos entra hambre están esas pipas llamadas pimientos de Padrón que, sean de donde sean, queremos que unos piquen y otros no.

Damos un buen trago al Finca Romeu 2015 (Silice Viticultores). Puro frescor a base de mencía y garnacha. Nos paramos en el puesto de un pulpeiro y nos zampamos al estimado cefalópodo en plena calle. Y antes de irnos otro de esos productores que no defrauda, esta vez con su Zaralcoba 2015 (Zárate). Vino de la variedad caíño de espontánea desfachatez con el que nos comemos una cazuelita de lengua en salsa. Qué maravilla.

Suenan tambores de despedida. Tambores de hojalata que restallan anunciando el  último día de feria. Ese en el que las enigmáticas ausencias se hacen presentes y en el que las caras muestran una mezcla de cansancio, felicidad y calma. Lo hemos pasado bien, queridos. Si eso repetiremos. Si eso.

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