Cuando el arte provoca que te estalle la cabeza. Inventario de libros, películas, poemas, cuadros o canciones que transforman nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos
VALÈNCIA. Un clic, un punto de inflexión, un momento estelar. Un stendhalazo XXL. Una experiencia que nos cambia para siempre. Entre las muchas habilidades que cobijan algunos artefactos culturales se encuentra su capacidad de hacer que nos explote la cabeza y nos vibre cada centímetro de piel. Ese libro, esa película, ese cuadro, ese poema, esa pieza escénica, esa canción que conecta con un pedazo de tu interior que quizás ni sabías que tenías. Ese título que modifica tu forma de observar el mundo, de entender a los demás o a ti mismo. Que te inunda y te recorre. Ese despliegue de imaginación ajena que parece estar susurrándote a la oreja. Pocas vivencias más reveladoras en nuestra relación íntima con el arte que atravesar uno de esos momentos en los que se te corta la respiración y solo puedes y decir ¡wow!
En esta santa casa nos rendimos ante el gusanillo de la curiosidad y nos lanzamos a confeccionar un inventario de esos instantes transformadores que han vivido nuestros agentes culturales. A continuación, el resultado de nuestras pesquisas. Prepárense para el torrente de estallidos mentales.
Lucía Navarro Pla, editora en Barlin y correctora
“Durante toda mi vida, mi relación con la cultura ha estado plagada de momentos brillantes que parecen hablarte solo a ti y te abren una puertaventana al mundo.
Leer El mundo de ayer, de Stefan Zweig, fue uno de ellos. Estas memorias que escribió el escritor austriaco antes de suicidarse reflejan perfectamente el cambio de una época: cómo el mundo conocido se deshizo y hubo que enfrentarse a la decadencia de un continente, de uno mismo, de un idioma, de las ideas. Además, hablaba de sus propios pensamientos de juventud, de su deseo de cultivar algo de forma consciente, de leer como un acto de libertad educativo para con uno mismo. Leí en este libro, con veintipocos, ideas que creía que eran propias, aunque al autor y a mí nos separaban décadas, idioma, cultura, sexo. Con perspectiva, sentí como si estuviera leyendo una revelación sobre la humanidad y el paso del tiempo; me proporcionó lenguaje para entender muchas cosas, para integrar ideas y comprender mi estar en el mundo (toda experiencia humana tiene paralelismos).
Idea Vilariño ejerció otro clic. La forma en la que la poeta uruguaya pone palabras al amor y al desamor, a la muerte, al sentido de la existencia, de forma precisa, natural, pero directa y emocionante, usando las palabras y el ritmo precisos para revelar con pura honestidad esas experiencias humanas, me sobrecogió. Sentía que lo que estaba contando era muy de verdad… siento que solo el subtexto te atraviesa si hay verdad, y si uno se reconoce en ella.
Y, por último, mi última obsesión con Agustín Gómez Arcos. El idilio empezó con Ana no, una novela que me impresionó por todo: la crudeza sensible, el tema, porque habla sin tapujos de la España oscura de posguerra, porque defiende la memoria, porque te escupe la verdad a la cara. Y su lenguaje… ¡uf! Alucinaba mientras leía, cuánto ritmo y juego poético, qué imágenes precisas y sensoriales, cómo es capaz de usar la semántica para crear, como quien está pintando. Un autor exquisito, con un mundo propio, que escribió en francés, exiliado en la dictadura, y que en España apenas ha tenido recorrido. Lo de recomendar sus libros ya casi me lo tomo como... un deber moral”.
Vicent Domingo, actor
“La primera pieza que me viene a la cabeza es Tierno Bokar de Peter Brook, que vi en el Mercat de les Flors en 2004. Había leído todos los libros de Brook y tenía en el elenco a Yoshi Oida, un actor japonés mítico. Flipé por lo simple que fue el espectáculo, por cómo contaba todo con nada. Todo estaba llevado a la esencia del menos es más y al minimalismo más puro y brutal. Además, se representaba en un espacio increíble. En ese momento yo llevaba muy poco tiempo en Barcelona estudiando arte dramático y fue el primer montaje que me dejó clavado en la butaca. Todavía tengo imágenes grabadas en mi cerebro. Fue muy revelador.
El segundo montaje es Cuento de Invierno de Shakespeare, dirigido por Sam Mendes y con Ethan Hawke en el reparto. Era una producción del Old Vic de Londres y la vi en el Teatro Español Madrid en 2013. Llevábamos años en los que en escena se utilizaban los textos clásicos como excusa para abordar otros asuntos, se olvidaban de contar la historia en sí. Estaba harto de ir a ver Shakespeares en Barcelona o Madrid donde, aunque ya me había leído las obras, me perdía viéndolas porque los directores hacían lo que les daba la gana. De repente, en un inglés antiguo del cual no entiendes prácticamente nada, entendí toda la trama. Y el montaje era contemporáneo, no estaba planteado como una producción clásica. Fue como decir ‘más allá de lo que tú me cuentes, me tienes que contar bien la historia’. Es el epítome de espectáculo hecho para que el espectador siga el hilo de los acontecimientos. Al margen de lo que quieras contar, me tienes que contar la historia de Shakespeare.
Tengo estos dos montajes muy presentes, para mí suponen una referencia si me planteo llevar alguna pieza a escena. Puedes contarlo todo con muy pocas cosas, pero lo tienes que contar muy bien y de manera muy orgánica. Ambos montajes eran muy distintos, tenían 8 años de diferencia, pero en ellos todo era muy natural”.
Elisa Ferrer, escriptora. El 4 d’octubre publica El holandés (Tusquets)
“Com a xiqueta que devorava llibres i pel·lícules vaig tindre molts moments de connexió increïbles amb ells. Recorde, per exemple, quan a la pubertat vaig descobrir els contes de Cortázar o les pel·lícules de Billy Wilder, eixes primeres vegades sense filtre, sense expectatives, on l'únic important era gaudir. Primeres vegades que semblen quasi impossibles de reviure. Sobretot al créixer. Crec que fer-me major ha estat una de les coses que han col·laborat al fet que coste cada volta més que un producte cultural m'arribe sense la barrera de l'escepticisme, de l'açò ja ho he vist, de l'una altra volta el mateix, o la sensació que la història es desunfla en el tercer acte... Per això per a mi va ser tan rellevant trobar-me amb un llibre com Las primas, de Aurora Venturini (Tusquets), on amb trenta-cinc anys semblava que em trobava amb la literatura de nou i per primera vegada gràcies a un llenguatge totalment desllenguat, valent, nou, que m'apel·lava des d'un lloc distint.
Uns quants anys abans, vaig tenir una vivència similar un dia que passejava per Madrid i, sense saber-ne res d'ella, vaig entrar a la Fundació Canal a veure una exposició fotogràfica de Vivian Maier. Mai havia vist una mirada com la seua, les seues fotografies em van tindre absorbida durant hores, com si gràcies a les seues instantànies fora capaç de viatjar en el temps, però sempre des dels seus ulls, que des de la invisibilitat, robaven instants per reviure'ls”.
Francesc Miró, periodista cultural
“Con algunas pinturas de Goya he tenido momentos heavies. Recuerdo que cuando vi el Perro semihundido sentí auténtico pavor: no sabía que una pintura podía generar una reacción física en mí tan potente. Me quedé conmocionado por la oscuridad que destilaba, que también era una fascinación que pocas veces he sentido delante de una obra pictórica. La mirada del animal, la desesperación, la paleta de marrones y grises (que no abundantes negros como pueden ser los de otra obra goyesca como Vuelo de brujas) y la composición aparentemente sencilla del cuadro me generaron una impresión muy fuerte. Se encuentra en la sala de las pinturas negras del Prado, que es ovalada y oscura. Es un sitio donde el sonido parece morir y el ambiente es lúgubre. Da ‘yuyu’ y eso es precisamente (junto con el hecho de estar solo en la sala) lo que generó en mí un estado parecido a la hipnosis. Salí de allí con cierta confusión, pero con la seguridad de que un cuadro puede provocar en uno mismo cosas absolutamente inesperadas.
También me pasó con un videojuego: el Zelda Breath of the Wild de la Switch. Hacía un tiempo que no jugaba a ningún videojuego, y no era consciente de cómo había evolucionado el medio. Me contaban cosas, pero me decía a mí mismo que tampoco sería para tanto. La sensación de absoluta libertad, el vasto entorno recreado y la capacidad infinita para recorrerlo y descubrirlo me dejó noqueado. Fue como 'wow, así que esto son los videojuegos contemporáneos: ¿qué salto tan gigante ha dado este arte en pocos años y por qué yo no era partícipe?'. Entonces empecé una partida muy larga, en la que explorar, perderse por completo, ser consciente de los cambios del tiempo en la naturaleza y de cómo te afectaban, de las limitaciones de un cuerpo en un entorno hostil... fue algo que, cada vez que lo pienso, me vuela la cabeza”.
Mònica Llop, directora creativa i periodista
“La figura de la ballarina de dansa contemporània Bobbi Jene sempre m’ha inspirat. Per això, quan vaig veure el documental que la cineasta Elvira Lind li havia fet (i que es titula, precisament, Bobbi Jene) va ser com wow! La forma d’entendre la dansa i d’explorar el cos de Jene vibren en una freqüència en la qual jo també vibre. Crec que per a viure una vida plena en aquest món com a humans és molt important tindre una alta consciència del cos per poder ser qui més governa sobre la teua vida. Bobbi Jene té una alta consciència i s’allibera a través de la dansa.
La seua vida i la seua valentia per a, senzillament, lluitar per la seua forma de fer i la seua independència són per a mi llum. Les performances que fa m’afecten molt! També la directora del documental, Elvira Lind, fa peces molt interessants.
D’altra banda, la mirada de l’artista multidisciplinar i directora canadenca Petra Collins m’ha acompanyat a través de la pantalla durant molt de temps. He vist com ha anat desenvolupant els seus treballs i la majoria dels resultats són wow. Sobretot el seu imaginari femení i visual actual, que és molt oníric.
I per acabar, el documental Soc filla de ma mare de Laura García Pérez. Recomane molt la pel·li de l’alcoiana talentosa la ! Està feta per un squad de dones valencianes molt interessant. El documental s'ha estrenat recentment en Cinema Jove i, tot i que, he tingut la sort de formar part del procés fent la imatge gràfica quan el vaig veure en la pantalla gran va ser un gran wow seguit de moltes llàgrimes. És una obra que t'entravessa per dins i et remou tota. Aquesta peça m'ha apropat molt a Laura García i a la seua forma d'entendre el cinema, la cultura i l'art. L’estime i la respecte molt”.
Andrea Torres, creadora escénica
“Me gustaría que esos clics me pasaran más, pero no es así. No sé si es por la adultez o por la sobreestimulación actual de noticias, imágenes e inputs que impactan constantemente en nuestras vidas… Pero, por suerte, todavía me ocurren.
El último de esos instantes lo viví hace poco en la inauguración de la 40 edición del ImpulsTanz, en el Museums Quartier de Viena. Fue con la pieza More than naked, de Doris Uhlich. Era una representación al aire libre y estaba a rebosar de público. Al comienzo, la artista se puso hacer poses chulescas y poco a poco se fue desnudando. Y yo pensé ‘que previsible todo’… De repente, empezó a entrar en escena muchísima gente y vi por primera vez la auténtica diversidad en un espectáculo: anatomías diferentes, capacidades diferentes, colores diferentes, culturas diferentes… Una diversidad real, porque muchas veces vas a ver obras donde te venden una diversidad que en realidad no es tal. A partir de ahí, Uhlich se vuelve DJ y toda esa gente empieza a bailar desnuda. Ves la anatomía completa de todos esos cuerpos desnudos… La audiencia empezó a chillar emocionada… Para mí fue un punto de inflexión. Me dije: ‘esto está lleno, somos miles de personas conmovidas viendo artes vivas’. En València siempre se dice que no hay público para la danza contemporánea, pero esta experiencia me hizo ver que sí lo puede haber si lo enfocas de una manera acertada.
La otra obra que transformó mi visión del mundo fue Zig lieber / Oi Division de Yoshiko Waki. La vi en 2010 en el Teatro Lofft de Leipzig. Me pegó una bofetada porque juega con extremos de violencia y ternura. Hace una crítica brutal a la ciudadanía alemana. Incluso lo pasé un poco mal porque también pone sobre la mesa cuestiones como cómo de militantes somos en la danza, cómo de violenta es la danza… y también la sociedad. La pieza me puso en un lugar de reflexión muy profunda, me hizo pensar mucho sobre la agresividad y sobre cómo se puede manipular el espectador y hacer que pase de enamorarse de los intérpretes de una manera íntima a un minuto después decir ‘me voy de aquí, lo estoy pasando fatal’. Esta coreógrafa juega a eso”.