VALÈNCIA. El 27 de octubre fue declarado por la UNESCO como el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual y este año se celebra junto al 30º aniversario del Programa Memoria del Mundo. Es algo así como el día de las filmotecas, que son las instituciones encargadas de garantizar el rescate, la preservación y la difusión del patrimonio audiovisual. Son los archivos de la imagen en movimiento, como los museos para el arte o las bibliotecas para los libros.
Lo que dice la UNESCO: “Los archivos audiovisuales (…) representan un patrimonio inestimable y una afirmación de nuestra memoria colectiva, así como una valiosa fuente de conocimientos, ya que reflejan la diversidad cultural, social y lingüística de nuestras comunidades. Nos ayudan a crecer y a comprender el mundo que todos compartimos. Conservar este patrimonio y asegurar que permanezca accesible al público y a las generaciones futuras es un objetivo vital para todas las instituciones dedicadas a la memoria, así como para el público en general.” Quedémonos con algunos adjetivos: valioso, inestimable, accesible, vital.
Propósitos muy deseables que, además, en la estrategia de la UNESCO aparecen vinculados a la necesidad de "promover sociedades inclusivas, justas y pacíficas", que es el lema de este año, y, específicamente, están relacionados con la libertad de expresión, la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y la imagen y la promoción de la diversidad y la convivencia. En cualquier caso, más allá del lenguaje grandilocuente habitual en estas cosas, creo que todo el mundo entiende, en una sociedad en la que las imágenes y los relatos audiovisuales son omnipresentes, la importancia de salvaguardar dicho patrimonio.
Vayamos ahora de lo global a lo local para ver la aplicación práctica de estos principios tan loables. Coincide en nuestras tierras esta celebración con el hecho de que la Dirección Adjunta de Audiovisuales y Cinematografía del Institut Valencià de Cultura está en pleno proceso de selección del titular para el puesto, tras varios meses vacante. La entidad tiene como finalidades, copio de lo publicado en el DOGV: “el desarrollo y la ejecución de la política y acciones culturales de la Generalitat Valenciana en cuanto a la creación, exhibición, conocimiento, tutela, fomento, producción, conservación, restauración, estudio, investigación, promoción y difusión de las artes escénicas, musicales y audiovisuales”. Es decir, todo. Llamo la atención sobre lo de “exhibición, conocimiento, conservación, restauración, estudio, investigación”. O sea, lo que viene siendo una Filmoteca.
El problema llega cuando estudiamos de cerca la convocatoria de esa plaza de Dirección Adjunta de Audiovisuales y Cinematografía, en la que dice: “Los proyectos elaborados por los candidatos o candidatas tendrán en cuenta los siguientes puntos:
Nada que objetar al listado y la pertinencia de los temas, pero ¿encuentran ustedes en alguno de esos puntos las palabras archivo, patrimonio, filmoteca, preservación? Yo, tampoco. Igual a ustedes le asombra, pero a mí ya no, teniendo en cuenta que, en el flamante plan estratégico de la GVA para la Cultura, titulado “Cultura para la recuperación”, la palabra “filmoteca” no aparece ni una vez y “archivo” lo hace tres veces: dos porque forma parte del título de la dirección general del libro, archivos y bibliotecas y otra que se refiere el uso de música de archivo en un canal de la televisión francesa (¡). No le va mucho mejor a “patrimonio”, con cuatro apariciones, tres de ellas en párrafos que hablan genéricamente de los sectores culturales y una en el nombre de la dirección general correspondiente.
Y aunque la lista de lo que se tendrá en cuenta en los proyectos que se presenten a la Dirección Adjunta remata con un genérico y consabido: “Y todo lo que concierne a la planificación y la gestión de sus funciones, señaladas en el punto 2 de esta convocatoria”, ya sabemos lo que eso es: una coletilla que hay poner, pero que lo va a misa es el listado previo.
Por si quedara alguna duda de la importancia, ninguna, que la convocatoria y el proceso de selección le dan a la Filmoteca les cuento algo más. La comisión de selección está compuesta por nueve miembros, dos de ellos de fuera de València. La cosa va así: tres son altos cargos de la Conselleria y el Institut Valencià de Cultura y los otros seis los cubren dos personas procedentes de televisiones y cuatro de la industria, en diferentes tareas (producción, gestión, creación). No hay ni una sola persona que trabaje en una filmoteca o archivo fílmico, aunque en España hay 16 filmotecas entre las que elegir y la misión sea seleccionar a quien dirija la Filmoteca.
Sí, ya sé que se llama Dirección Adjunta de Audiovisuales y Cinematografía. Es que la Filmoteca Valenciana ha ido diluyéndose desde sus inicios y su periodo de esplendor en los noventa, cuando se convirtió en una de las más importantes del país y tenía presencia internacional, para perderse en otras estructuras, primero CulturArts y ahora el IVC. Pero, básicamente, el cada vez más escaso y nada joven personal que la conforma, que la conformamos (15 personas con una media de edad cercana a los 55 años) es de filmoteca. Y las tareas que ese equipo lleva a cabo son las propias de una filmoteca: programación de las salas, servicio de documentación con archivo gráfico, biblioteca y videoteca; publicaciones; didáctica; catalogación, recuperación, conservación y restauración del patrimonio audiovisual. Por cierto que el archivo (con casi 35.000 títulos en todo tipo de soportes), casi sin personal y con escasos recursos, languidece sin que a nadie parezca importarle, excepto a los y las trabajadoras de la casa. ¿Cómo era aquello? Valioso, inestimable, accesible, vital. Ajá.
No deja de ser paradójico que esto sea así, justo cuando no hay institución cultural que se precie, sea museo, centro cultural o biblioteca, que no eche mano del cine para rellenar su programación bajo la coartada de abrirse a la sociedad, la multidisciplinariedad, las dichosas sinergias, la transversalidad o cualquier otra polisílaba o neologismo resultón de esos que trufan los planes estratégicos. La Filmoteca existe de facto, pero no de iure. Figura en la fachada del edificio Rialto que es su sede principal, en los folletos de programación y en la publicidad de las actividades. Y también está en la cabeza, y muchas veces en el corazón y la memoria de sus usuarios, gracias, que saben y dicen que acuden a la Filmo y no a la Dirección Adjunta. Menos mal, porque donde sí que no parece estar es en la mente de quienes dirigen los designios culturales de esta Comunidad, qué cosas. Feliz Día del Patrimonio Audiovisual.
Áurea Ortiz Villeta
Miembro del equipo de la Filmoteca de València