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El Museu de Belles Arts presenta el ‘prototipo’ de su renovación

22/03/2018 - 

VALÈNCIA. “Hay un discurso que construir”. En estos términos se expresa el director del Museu de Belles Arts de València, José Ignacio Casar Pinazo, que ha vuelto a abrir las puertas de una primera planta que lleva meses cerrada a cal y canto. En sus salas se ha llevado a cabo una reconfiguración del discurso de acuerdo al esperado plan museológico, además de acometer unas necesarias obras con las que no solo lavar la cara del espacio sino mejorar la experiencia del visitante. Esta actuación tiene, en cualquier caso, un carácter “temporal”, expresó tanto el director como el conservador del museo, David Gimilio. Efectivamente, y aunque el proceso se ha realizado de la mano de la comisión ministerial, esta es una “prueba” a la espera de que se licite el plan museológico que revolucionará las salas de la pinacoteca.   

Aunque no hay plazos concretos, esto llegará más pronto que tarde, habiéndose enviado a Madrid la información relativa a todas las áreas del museo y estando pendiente solo una memoria general –que se remitirá este mes- con la que se procederá a la licitación del plan museológico. “El Ministerio está trabajando en los pliegos”, destacó el director, quien incidió en que la colaboración con el gobierno central se está desarrollando con “facilidad y fluidez”. Con un planteamiento expositivo alineado con lo que plantea el plan, la renovación de la primera planta se siente como una suerte de prototipo de lo que podría a llegar a ser el museo cuando se lleve a cabo la reestructuración completa del centro. “Abrimos el melón del plan museológico”, afirmaron desde el museo, quienes especifican que esta primera intervención no se trata de un “aviso” al Ministerio sino de un acto de “responsabilidad”.

“Estamos avanzando en la línea del plan museológico”, destaca Casar Pinazo, pero, ¿cómo? La reestructuración de la primera planta resulta en un nuevo discurso que se basa en tres espacios diferenciados: Arte español del siglo XVII, Arte italiano y flamenco del siglo XVII y Arte del siglo XVIII y Romanticismo. Estos compartimentos, en cualquier caso, son líquidos, habiendo espacio en cada una de las salas para obra de artistas valencianos que -por estilo- dialogan mejor entre unas u otras piezas. Este es el caso, por ejemplo, del Heráclito/Pitágoras de José de Ribera, que se expone en la sala dedicada al arte italiano. Las salas presentan una imagen más limpia, en blanco, con la que buscan modernizar el museo, un espacio que viene acompañado de un trabajo de paneles explicativos con el que quieren mejorar la comunicación con los visitantes. De igual forma se ha mejorado la deteriorada iluminación y se ha dejado el pasillo entre salas, que hasta ahora presentaba obras, como un lugar de paso. 

Esta es la primera piedra de un futuro plan en el que quieren prestar especial atención al apartado educativo y para el que se prevé la inclusión de materiales audiovisuales y la digitalización de piezas, como pueden ser libros, que puedan ser consultados durante la visita. En cualquier caso, la propuesta presentada en la primera planta del museo, que tiene “un carácter de experimentación con respecto a lo que puede pasar en el futuro”, es más bien “clásica” con el acento puesto en el disfrute de la obra de arte. “No queríamos que pasara de un museo mudo a uno que experimentara con la tecnología […] No distrae de lo realmente importante”, expresa Gimilio al respecto de esta renovación previa al plan museológico.

Entre las nuevas piezas, el museo ha añadido esculturas, artes suntuarias y mobiliario, como San José y San Miguel, del escultor del siglo XVIII Ignacio Vergara, y cerámicas propias del romanticismo como mancerinas, pisapapeles y platos de vajilla con motivos chinescos, así como un tapiz de Albert Awertck, procedente de la donación Orts-Bosch. Además de gran parte de la colección Delgado, entre las que se incluye la Dama de perfil de Diego de Velázquez,t ambién cabe destacar entre las 75 nuevas piezas que se exponen en el museo Arnaldo y Armida, de Gaspar de Crayer, y Éxtasis de Santa Filomena, de Vicent López Portaña, incorporados mediante sendos comodatos con la Fundación Epiarte y una familia valenciana. De igual forma el proceso de adecuación ha llevado a ejecutar cambios en la presentación de las obras –como el cambio de marcos o la inclusión de peanas en las piezas de artes suntuarias- o la restauración de algunas de las expuestas.

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