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VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

El significado de que la persiana más grande de toda València vaya a ocupar la plaza López Chávarri

Una persiana de madera, extendida a modo de pabellón, hará posible que una no-plaza pueda adquirir el sentido de lugar de encuentro que reclaman sus vecinos

24/06/2023 - 

VALÈNCIA. Como entre cuatro esquinas, de Caballeros a calle Quart, la plaza del Músico López Chávarri es el ejemplo perfecto de la no-plaza. Más bien, un boquete en la trama urbana de Ciutat Vella. Como uno de tantos solares del queso gruyer que, en cambio, por su ubicación central, improvisado como plaza. Casi siempre como lugar árido, de paso. Los vecinos, a expensas, han venido reclamando que, antes de que un edificio crezca sobre el solar, la plaza pueda ser merecedora de su nombre.

Le ha llegado el momento, aunque de manera efímera, el próximo 14 de septiembre, y hasta el 16 de octubre. Será el momento en el que el arquitecto Manuel Bouzas -desde la escuela de diseño de la Universidad de Harvard- instale un pabellón que hará las veces de plaza. Sucederá en el contexto del festival TAC! de arquitectura urbana que este año llega a València, de la mano de la Fundación Arquia y el Ministerio de Agenda Urbana, con la dirección artística de Javier Peña.

Una plaza para la plaza, podría haber sido la llamada que el TAC! lanzó y a la que se acogieron 125 candidaturas. Ganó Bouzas con una persiana grande, muy grande, la más gran de toda València.

Lo primero que le llamó la atención a Bouzas en el vistazo inicial fue, precisamente, la aparente simulación del espacio: “no está ‘diseñado’ ni ‘planeado’, sino que es el resultado de la demolición de un edificio de viviendas anterior. Tal vez eso explica las carencias del lugar; la falta de sombra, mobiliario, vegetación, agua, etc. Es un espacio por donde la gente transita, pero no permanece”. Además, el contraste con la cercana plaza de Vicente Iborra acentúa sus deficiencias: “está apenas a medio minuto y vi que tenía todo lo que la primera carecía: sombra, vegetación, agua, y mobiliario”.

La segunda observación de Bouzas le alertó de la temperatura social, los hábitos de quienes vivían cerca: “en los balcones de los edificios que rodean la plaza se pueden observar dos cosas. La primera, es la cantidad de carteles que han colgado los vecinos reclamando un nuevo futuro para la plaza. El segundo, todas las persianas que protegen del sol a las viviendas. Precisamente es en la integración de ambas ideas, donde se encuentra el origen del proyecto”.

Un vacío, una persiana. El resultado, “una persiana urbana, que en lugar de proteger una ventana, cubre toda una plaza. Y en lugar de servir a un sólo individuo, congrega a toda una comunidad”, comenta su creador. 

En un escenario habituado al tránsito rápido, al sonido de maletas de arriba a abajo, a una nueva sensación de desarraigo, la intervención busca que la plaza deje de ser  “un lugar de paso para convertirse en un lugar de encuentro. El objetivo último es devolver este espacio a la comunidad local, no convertirlo en un reclamo. Por un lado, el proyecto proporciona a la plaza todo aquello de lo que carece, una sombra bajo la que protegerse, un mobiliario para sentarse, y un jardín con vegetación y agua para refrescarse. Por otro, el festival contempla un programa público de actividades, que durante cuatro semanas, invitará a los vecinos, de todas las edades, a descubrir y reinterpretar este tipo de espacios olvidados y escondidos de la ciudad”. 

La persiana-pabellón que materializará el concepto estará compuesta de elementos ligeros y fáciles de transportar y ensamblar. Desde “las persianas, hasta los pórticos, prácticamente el cien por cien del pabellón está construido con madera, que es un material renovable, de origen local, y con un impacto ecológico positivo. Se colocarán unos contrapesos de piedras que actuarán como mesas y bancos, y se diseñará un pequeño jardín que contribuirá a atemperar el clima. La estructura consiste de una serie de módulos prefabricados, que son ensamblados en el taller, reduciendo así los costes, plazos, riesgos, y ruidos. Una vez finalizado el festival, todos los materiales serán reutilizados: la madera retornará a la industria, las piedras a la cantera, la vegetación al vivero”. 

El culto a la persiana forma parte de una reivindicación amplia de su trascendencia arquitectónica, pero sobre todo cultural. “Es una respuesta muy particular a un clima muy particular. Por tanto -sigue Bouzas- no es casualidad que numerosas ciudades del sur de Europa, que comparten el clima y, a veces, el mar Mediterráneo, hayan adoptado esta solución para protegerse del sol. Esto explica por qué en Valencia las conocemos como alicantinas, y en Italia como venecianas. Sin embargo, desde la irrupción de otros elementos mecánicos para el control del confort climático, como el aire acondicionado o el ventilador, las persianas han caído en desuso”. 

La persiana más grande de la ciudad para una plaza que, durante un mes, por fin conseguirá serlo. 

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