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Nuria Enguita: "En Bombas Gens la exigencia y la ambición son máximas"

La directora de Bombas Gens Centre d'Art ultima la primera tanda de exposiciones del que será el nuevo referente museístico de Valencia. Situado en un entorno patrimonial e industrial único, su colección de arte moderno y contemporáneo ya es de referencia internacional, la única de la ciudad creada y exhibida desde el mecenazgo privado

15/01/2017 - 

VALENCIA. 2017 será 'el año en que Bombas Gens abrió sus puertas como centro de arte'. Los 4.000 metros cuadrados de espacio cultural y social en el barrio de Marxalenes son la respuesta soñada por muchos de sus vecinos a aquella fábrica singular diseñada por el arquitecto valenciano Cayetano Borso di Carminati a petición de Carlos Gens Minguet. El lugar fue durante casi todo el siglo XX un espacio industrial de referencia, con comedor, vestuarios y duchas para sus trabajadores (toda una innovación para 1930), pero sobre todo con un grupo de naves y fachada 'art decó' que nos habla de una de las mejores caras empresariales de la ciudad.

Toda aquella sensibilidad está ahora de vuelta, con el trabajo de consolidación de unos edificios que estuvieron ocupados y hasta sufrieron un incendio en 2014. José Luis Soler y la psicóloga e investigadora Susana Lloret, directora general de la Fundació Per Amor a l'Art y también esposa del empresario, encontraron en este complejo industrial a la deriva -y hoy protegido en su conjunto patrimonial por el Ayuntamiento- el lugar idóneo para dar salida pública a su colección de arte. Una colección que ha estado asesorada por Vicent Todolí y que, además de sumar al complejo el traslado del restaurante gastronómico de Ricard Camarena, ha puesto al frente a Nuria Enguita (Madrid, 1967).

La carrera internacional de esta madrileña ya estuvo ligada a Valencia (y a Todolí) durante la década de los 90, como coordinadora de proyectos y comisaria de distintas exposiciones internacionales del IVAM. Pasó 10 años más como responsable de proyectos de la Fundació Tàpies y sus trabajos internacionales como curadora van desde el Museo Nacional Reina Sofía al MACBA pasando por el Encuentro Internacional de Medellín 2011 o la 31ª Bienal de Sao Paulo, entre muchos otros. Autora de numerosos artículos y textos educativos, ahora dirige el destino expositivo (tres naves para muestras temporales, dos para la permanente) y al equipo de este proyecto de arte de ambición internacional.

-La apertura del centro de arte está prevista para la primavera de 2017. ¿En que estáis trabajando ahora mismo?
-Estamos en el momento justo anterior al inicio de la producción de exposiciones. Hemos superado la rehabilitación y consolidación del edificio y desde hace un año ya estamos trabajando en el contexto concreto de preparar las exposiciones. El centro se ha definido durante todos estos meses, siempre girando en torno a su colección. Ahora vamos a pasar de ese marco más teórico al práctico y a dejar que esa práctica fije lo que vamos a ser. En el el día día, en un sentido cotidiano, ya estamos hablando de 'tiempos', 'calendarios', 'formas'...

-¿Cómo ha sido el proceso?
-Ha sido una evolución orgánica. Hemos ido pasando de una necesidad a otra y ahora mismo se está terminando de conformar el equipo. La incorporación de las personas termina por definir esas fórmulas de trabajo y completa ese proceso. También lo define el lugar donde vamos a desarrollarlo, así que partimos de ese encuentro de este magnífico complejo arquitectónico y la colección de arte moderno y contemporáneo. Eso sí, también cabe decir que Bombas Gens es solo una parte de la Fundació Per Amor a l'Art. La más pública, claro.

-En ese proceso, también ha cambiado la ciudad.
-La Valencia de 2017 no tiene mucho que ver con la de 2013. Cuando se compra el edificio, la ciudad está en un momento de tierra quemada en los ámbitos culturales. Estos años se están reconstruyendo muchísimos aspectos, desde la misma prensa hasta los museos. La década pasada salieron algunos de los proyectos culturales más interesantes desde su ámbito ciudadano, como por ejemplo Salvem el Cabanyal o Cabanyal Portes Obertes que fueron la respuesta más potente frente a las instituciones que no funcionaban como deberían. Ahora esas iniciativas tienen reflejos y presencias en las instituciones y la ciudad necesita proyectos que surjan de la ciudadanía y que dialoguen con las instituciones. Venimos de ahí y hemos pasado muy rápido a un momento de explosión de proyectos y actividades que creo que tiene mucho que ver con esa necesidad de los artistas de buscarse la vida durante los últimos años. 

-¿Crees que se ha revertido la situación?
-No. No es fácil. Nos seguimos quejando de muchas cosas y con razón. Barcelona, por ejemplo, tuvo una caída muy fuerte con la crisis en los temas de arte y también se ha reconstruido muy rápido. Pero en aquellos años, que todavía estaba relacionada con la Fundació Tàpies, veía como en Valencia la gente, con nada, hacía mucho. Creo que hay un sustrato que ahora tiene un reflejo en las instituciones. Nosotros tenemos nuestra propia identidad dentro del ecosistema cultural: somos un centro privado con vocación pública. No somos la RSC de una empresa, sino el proyecto de responsabilidad de una familia y de su inquietud por poner al alcance de todo el mundo una colección que hasta ahora no se ha podido mostrar ni ofrecer un retorno a la ciudadanía. 

-Y lo hará desde Marxalenes.
-La concentración de edificios vinculados a la cultura o al arte, en esta ciudad o en cualquier otra, suele adscribirse al centro o a los ensanches, a las supuestas zonas nobles. Yo crecí en un barrio así y esto tiene mucho que ver con lo real, como buena parte de la interpretación de nuestra colección. Es importante decir que Vicent solo asesora a centros que tienen acceso público y yo solo he trabajado en proyectos que mantienen como premisa su vis pública. Eso sí, para ambos, el lugar y el momento es otro. No es final la Tàpies de finales de los 90 que Marxalenes en 2017. El mundo ha cambiado y los centros de arte también.

-¿A qué te refieres, exactamente?
-La crisis también ha afectado a este escenario. Hay un proteccionismo creciente y es un momento, digamos... enrarecido. Las nuevas tecnologías también han influido en el papel del museo. En el sentido de colaboración de trabajo en red, si pienso en una exposición de Hans-Peter Feldmann en colaboración con cinco museos europeos sé que ahora me costaría más que hace 10 o 15 años. Es otro momento.

-Mencionas a Todolí, con el que vuelves a trabajar (ya coincidieron en el IVAM; el como director). ¿Cómo está siendo esta segunda oportunidad?
-También hicimos algunas exposiciones conjuntas entre la Tàpies y el Museo de Serralves que dirigía en Portugal. Los dos siempre tenemos tendencia a trabajar en red y así lo hacemos, pensando en relaciones con los centros de referencia de España y del mundo. Lo hacemos desde un proyecto muy potente que tiene muy en cuenta que lo local es cada vez más internacional, algo que nos ha estimulado mucho de Bombas Gens. Lo local no entendido como localista, sino como aquellos aspectos que inevitablemente hacen tu visión propia y diferente; interesante, importante. 

-¿La compra del complejo Bombas Gens y el plan para el desarrollo en él del centro social, de investigación y cultural ha influido en la compra y desarrollo de la colección de arte?
-Sí, por supuesto. De hecho, yo no había participado hasta la fecha con informes o comentarios en torno a lo que podía interesarnos más a partir de los núcleos de la colección que ya estaban desarrollados. Ahora pensamos sobre todo en el centro y en sus formas expositivas. Está siendo algo influyente, claro.

-¿Cómo es esa exposición? ¿La fotografía tendrá todo el peso?
-No todo; también hay pintura y escultura muy relevante, aunque puede que la parte fotográfica sea la que llamé una parte de la atención a nivel internacional. Lo más relevante quizá sea destacar que es una colección de exposiciones. O de colecciones. No hay obras de artistas de una manera caprichosa o suelta. En ninguno de los casos. El espacio expositivo, con las cinco naves, se divide más o menos al 50% entre la exposición permanente, con sus rotaciones y la temporal. Las temporales rotarán cada tres meses, alternativamente, pero es importante destacar que las permanentes estarán igualmente comisariadas. Nosotros desarrollamos todo esto teniendo muy en cuenta el papel educativo y las actividades paralelas. También sabemos que la abstracción es uno de nuestros puntos fuertes, así como la street photography con obra de autores como Levitt, Callahan, Siskind, Winogrand, Friedlander o Meyerovich, del que acabamos de hacer una adquisición muy importante, única de lo mejor de su trabajo en España. Lo mismo, por ejemplo, en torno a la fotografía japonesa del grupo Provoke que es solo comparable a lo que puede tener el Art Institute of Chicago.

-En efecto, son más de 1.300 obras, ¿pero cómo se enfocan esas exposiciones? ¿Cuáles son tus objetivos como directora del centro?
-No entender el arte como un medio, sino como un fin. Hemos de entender nuestro trabajo también como un fin para quien nos visita. La cuestión de formación a través del arte ahora mismo, en 2017, es decisiva. No es un enfoque para entender al artista, sino para aprender a partir de él. Y no solo los visitantes, el propio equimo se tiene que formar en torno al artista o a la exposición, con actividades que lleven a la colección hasta un estadio mucho más interesante para todos. Enriquecedor y singular, que es lo que nos interesa dar a la sociedad.

-Acabas de mencionar a no pocos referentes de la fotografía más importante del siglo XX, además de otros resortes conocidos de la colección que han de girar las miradas del mundo del arte a nivel internacional sobre Valencia. ¿Podemos decir que a Bombas Gens ya le han ido saliendo novias?
-[Ríe] Creo que todavía estamos un poco lejos de ese momento. Ahora mismo estamos, quizá, en un momento más propio de la seducción. Todolí es especialmente brillante a la hora de generar esa seducción y de saber comprar antes de que un artista pueda explotar. Su red de contactos confluye bastante bien con la mía para que el centro sea interesante y empecemos a trabajar con instituciones internacionales para hacer producciones conjuntas.

-¿Ya se trabaja en ello?
-Sí, aunque no puedo avanzar mucho porque tampoco hay nada firmado. También hay que destacar que nosotros también tenemos un interés particular por los artistas de aquí, para que esos vínculos internacionales que se van a producir por la obra que tenemos y que nos hace únicos sirva para dar salida a artistas próximos que creemos deben estar en el contexto global. Claro que será más sencillo encontrar una exposición apoyada por varios centros de Paul Graham, pero yo también quiero que eso suceda con el trabajo de Patricia Gómez y María Jesus González, por ejemplo. Sé que eso son metas muy altas, pero es que la ambición con Bombas Gens es máxima. La competencia es dura porque somos muchos y el mercado es duro, pero la exigencia y la ambición son máximas. 

-Una de las partes más relevantes de la colección tiene que ver con los lenguajes de la abstracción.
-Sí, pero no solo con la fotografía. También con pintura, escultura y cine. No obstante, cuando llegue a Bombas Gens se dejará ver que la abstracción ya no se puede entender desde la modernidad. La abstracción, superada también la posmodernidad, no es solo una abstracción de las formas; se tiene que mostrar con relación al pensamiento de lo real y con la virtualidad de las relaciones con la globalización. Tenemos un fondo de fotografía abstracta magnífico, pero es solo uno de esos núcleos a partir de los que se desarrollarán las exposiciones temporales de la colección, sus actividades culturales y las de educicación. 

-Más allá de los lenguajes y pensando en nombres propios, ¿será un centro de arte de blockbusters?
-Será importante hacer un cómputo general ejercicio a ejercicio de la relación de inversión y público. Nosotros nos vamos a aprovechar en gran medida de nuestra libertad para trabajar con todo tipo de centros, públicos, público-privados o privados. Los museos en Valencia de estas dimensiones, que son públicos, quizá no pueden tener tanta libertad a la hora de programar las exposiciones que nosotros vamos a presentar, porque su misión está muy clara, la de su vis pública, y se debe cumplir. Nosotros jugaremos un papel intermedio.

-Ahora que mencionas los centros museísticos de la ciudad: por una parte, queréis haceros "necesarios" en el ámbito nacional e internacional; por otra, ser "únicos" en el contexto local, ¿cómo teniendo en cuenta la 'competencia' de espacios como el IVAM o el Centro del Carmen?
-La singularidad de cada lugar está muy marcada, cada edificio que has nombrado ya es singular y tiene una especificidad que es la que tiene que trabajar. Cada uno lo tenemos que hacer para ofrecer a la ciudadanía algo claro y complementario, es fundamental. Por eso tenemos que colaborar en procesos que nos permitan a todos crecer. En este caso el IVAM tiene una misión, el Centro del Carmen otra, el Museo de Bellas Artes otra misión... 

-Y esa es vuestra liga. 
-Lo que es necesario ahora es que cada uno nos hagamos singulares. Por eso creo que el programa lo tiene que definir todo para que la ciudadanía sepa, no tanto lo que se va a encontrar, pero sí generar una coherencia. Yo quiero trabajar en esa singularidad, no en ser único. Todos somos únicos y ordinarios, en el mejor sentido de la palabra. Efectivamente estamos en un lugar que va a suponer que personas de fuera de este barrio, un lugar por el que no se pasa o por el que se pasa y no te paras, van a empezar a venir. Se abre la apreciación de la ciudad, se cruza el río. De hecho, tendremos que sentarnos y pensar desde estrategias para el turismo cultural hasta ver si inauguramos o no los mismos días... una complementariedad que nos ayude a todos es fundamental. No creo que funcione un lugar en el que solo un espacio tenga éxito. Si solo un sitio va bien, olvídate. 

-¿Qué tipo de relación tenéis con el resto de centros de Valencia y cuál te gustaría tener?
-Yo tengo que construir una relación desde Bombas Gens, no como Nuria Enguita. Con ellos, con Alicante, con Castellón... Esto es un recurso que está a disposición. Ahora nos estamos concentrando en la colección en nuestro edificio pero puede ocurrir, es algo normal, que alguien diga colección Per amor a l'art en espacios en Madrid, Barcelona o Valencia. Me gustaría eso. Obviamente, las relaciones, cuando tienes más cercanía o lejanía son de una manera u otra. Cuando trabajaba en Barcelona me reunía con los directores y nos contábamos el programa. En cualquier caso, aquí el estatuto de la fundación en cuanto a colección es más cerrado. No tiene ningún sentido que un museo valenciano haga una exposición de nuestra colección, a no ser que quiera una obra. Habrá que construir relaciones con cada uno, ¿con el Centro del Carmen? No lo sé, ¿con el Consorcio? A lo mejor se puede pensar más. La colección está ahí. Esa concreción es la que tenemos que empezar a trabajar. La idea es construir una relación desde Bombas Gens hacia la ciudad a todos los niveles, con los museos, los centros, los artistas... 

-Algunas de las citas han sido muy públicas, como las del President de la Generalitat o representantes del Ayuntamiento, ¿también se han iniciado con oros agentes?
-Sí, muchas no se han hecho públicas. Estoy continuamente enseñando el espacio, que es parte de esa construcción de relaciones, aunque hay que tener en cuenta que es un edificio que está en obras. El año pasado vino Sergio Rubira, comisario y profesor universitario de Madrid, con los alumnos del Máster del Reina Sofía. He hecho alguna conferencia ya para presentar el proyecto, como la de la Universidad Menéndez Pelayo. Quiero tener una serie de hechos necesarios para empezar a hablar con los más cercanos.

-¿Han visitado el centro los directores de otros museos?
-Algunos. Estamos en ello y lo visitarán todos. 

- Cuando hemos hablado de la colección se han hecho menciones al cine.
-Tenemos una película y una proyección de vídeo. La película es una pero es muy importante, Cristales líquidos de Jean Painlevé. Es una película de las vanguardias, de principios de siglo, un experimento cinemático, una película muy interesante y que puede ser el inicio de un trabajo que tiene que ver con la experimentación. Por otro lado, la obra de Hervert Franke es de la década de los 40, del principio de la computación. Esa es una línea que ya está y que se desarrollará. En cuanto pones una semilla...

-Tenemos claro lo que se va a desarrollar a nivel de disciplinas pero, ¿hasta que punto el centro se va a abrir a otro tipo de actividades culturales?
-Hay una parte muy importante que son las actividades culturales y los programas públicos, es una misión de los centros. No es una singularidad, es un servicio que hay que ofrecer. El centro tiene una colección y unas exposiciones pero también a partir de la fotografía se puede hacer muchas cosas, como un taller sobre cómo construir imágenes. En la Tapies era directora y me planteaban los proyectos, hicimos cosas muy interesantes, con lazos más fuertes que la mera visita guiada, a largo plazo con un artista. Siempre se partirá de la arquitectura propia, de la colección, de la misión del centro y de las exposiciones temporales. Lo que hay en la colección puede ser una herramienta, aunque aquí se entenderá el arte como un fin, pero con la idea de intentar que las personas sientan y trabajar con ellos en ciertas claves para la comprensión. Esto no es un centro de servicios, no es un centro de producción, ni tendremos una sala de baile. Esa es la importancia de la singularidad, que la gente sepa dónde dirigirse. 

-Hablamos de lo que ya tiene la colección, pero también se produce, ¿cómo se integra el mecenazgo en la parte expositiva?
-Se integran dentro de una exposición mayor o dentro de la colección. De hecho, ahora tenemos tres proyectos en marcha, de Manolo Laguillo, que está terminado y catalogado; Hamish Fulton y Bleda y Rosa. Se integran como una obra más, lo que pasa es que es una fórmula que evidentemente permite una relación más personal e interesante con el artista. La colección construye relaciones, se generan vínculos. De Laguillo también tenemos una obra magnifica de Lavapiés, una serie de fotografías, y el encargo son fotos maravillosas de Bombas Gens. Se podría llenar el centro con la colección y por varios años. 

-En el contexto actual del desarrollo de los centros museísticos la parte de la comunicación es fundamental. Cuando llegue el día de primavera en que se abra, ¿a qué puertas vais a llamar en ese sentido?
-Estamos trabajando en ello. La ambición es máxima siempre, porque tiene que serlo. Yo vengo de ahí. Hice un exposición cuyo artista acabó en el MoMA, no sé si es lo más, pero un artista que impulsó la Tàpies fue a parar al MoMA y eso a la prensa le encanta. Y a mi también. Estamos trabajando en un plan de comunicación a todos los niveles: local, nacional e internacional.

- De alguna forma, en la parte expositiva ¿tiene que haber una cuota valenciana?
-No hay cuota, hay ganas, un interés en mirar cerca. Yo no miro pasaporte, pero también es muy interesante a nivel documental si Cartier Bresson ha estado en España, si Robert Frank ha estado en Valencia, si Joel Meyerowitz ha estado en Málaga... Es una construcción que importa, pero no hay cuota.

- Cuando has empezado a hablar del proyecto destacas que nace en Valencia y 2017. Tenéis muy presente el momento y el público, qué funciona y qué se puede hacer hoy, además también hay un espacio de gastronomía de alto nivel, ¿qué claves tiene el centro para funcionar en la Valencia de hoy?
- Con los últimos descubrimientos se ha convertido en un lugar de gran complejidad y riqueza, no solo por descubrir un bodega del siglos XV, que es importantísimo, sino porque esa bodega da sentido a toda una zona de la ciudad, junto con las alquerías de Marxalenes. En una ciudad que ha sido tan poco cuidadosa con su pasado, que se ha dado cuenta tarde de que no se trata de no evolucionar, pero que no se puede perder todo desde donde venimos, esto da una dimensión territorial a este lado. Ya puedes reconstruir un hábitat rural e industrial con La Ceramo. Todo eso está aquí. Ya hay un interés no tan artístico pero para otros sectores. Desde el centro de arte queremos llegar a sectores muy diversos y, sobre todo, trabajar por los públicos que consideran que la visita al museo no les reporta tanto. Ricard Camarena no es parte del proyecto de Bombas Gens, es un negocio al que se alquila un espacio, pero es verdad que comparten intereses y valores. Es una de las personas que más está haciendo por la ciudad, que defiende el producto de proximidad. Todo suma. 

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