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MAR ABIERTO / OPINIÓN

La excepción ibérica: entre insultos e indultos

Foto: J. HELLÍN/EP
13/09/2022 - 

Desde que Feijóo encabeza la sólida alternativa al gobierno de Sánchez, éste ha decidido dedicarle una continua -y creciente- escalada de descalificaciones. Y,  además, ha lanzado en tromba a sus ministros, dedicados con obediente furor a atacar al objetivo, en lugar de ocuparse en trabajar para dar soluciones eficaces cuando tanta falta hacen.

Pero no le está saliendo bien. Porque lo que revelan las sucesivas encuestas es lo contrario: una escalada -también continua y creciente- de la opción ‘popular’ en la intención de voto de los españoles.

“Mentiroso, ignorante, incompetente, vago, sectario, cínico, inmaduro, insolvente, frívolo, tramposo, falto de rigor, propuestas, equipo y verdad”, son sólo algunos de los calificativos dedicados, en cualquier foro que tienen ocasión, a quien saben va a ser el próximo presidente del Gobierno de España.

Escuchar a Sánchez -el del no pactaré jamás con Podemos (o con Bildu) porque “ni yo ni el 95% de los españoles dormiríamos tranquilos”- en su abusiva perorata del Senado de 132 minutos frente a 27, acusar a Feijóo precisamente de lo que es la especialidad del socialista, mentir sin despeinarse, dejó a una buena parte de la ciudadanía entre la risa floja y un enojado sonrojo.

Y oírle, además, describir como “justito” a uno de los gobernantes con más reconocido éxito de gestión allá donde ha estado, incluso antes de las 4 mayorías absolutas en Galicia (Correos o Insalud), evidencia que el actual presidente, en tránsito al fin de trayecto, no conoce el rubor ni tiene límites. Pero lo que refleja con tanto improperio desmesurado, es que, como dijo Sócrates, “el insulto es el arma del perdedor”. O del “equivocado” (Rousseau). O de quien lo utiliza para defender su propia incapacidad.

Foto: J. HELLÍN/EP

En su particular mundo de ficción, Sánchez y comandita nos ‘venden’ el ‘triunfo’ de su “excepción ibérica” gracias a la que, por cierto, vamos a costear 1.000 millones de euros a Francia. Pero los españoles no lo notan en sus recibos, ni en sus neveras, ni en sus deflactadas cuentas corrientes, ni en sus comercios.

Porque la excepción ibérica de Sánchez son precios disparados (un incremento superior al 10% que antes de la guerra de Ucrania ya estaba en el 7’7%), por encima del promedio de la eurozona (8,9%) y de muchos países como Alemania (8,5%), Italia (8,4%), Francia (6,1%) o Suiza (3,2%).

Excepción ibérica ‘sanchista’ es tener el doble de paro que la media; estar a la cabeza de la deuda (que se dispara 210 millones de euros cada día); o ser el último país europeo que recuperará el PIB nacional anterior a la crisis.

Excepción ibérica del gobierno socialista (y ‘podemita’), que la verdad cada vez se entiende menos qué celebran, es estar haciendo caja por negarse a adaptar a la baja por la inflación las tarifas del IRPF, recaudando 16.500 millones más de euros sólo de enero a junio de 2022, e impidiendo que ese alivio retorne a las familias, el comercio y el empleo. O no adelgazar ni un gramo sus elefantiásicas estructuras de poder, mientras se hace política de postureo con la corbata.

Excepción ibérica es también beneficiar a presos de ETA responsables de 72 asesinatos, incluido el de Miguel Ángel Blanco justo cuando se han cumplido 25 años del Espíritu de Ermua. O al de Tomás y Valiente. Y extrañarse cuando algún ciudadano hastiado le espeta “que te vote Txapote” recordando cómo Otegi ha desvelado el plan: intercambiar “presos por votos”. Como extravagancia ibérica es, también, que el PSOE haya admitido por ley que “Selecciones nacionales vascas puedan participar en competiciones deportivas internacionales, incluidas las oficiales”.

Foto: J. HELLÍN/EP

Excepciones ibéricas habilitadas hasta el abuso por el sanchismo son, sin duda, los indultos: a quienes infringieron el Código Penal y la Constitución con la sedición independentista, y aun asegurando que lo volverán a hacer, tras negar una y otra vez que fuera a excarcelarlos; o a Griñán, nada más ser condenado a 7 años de prisión por ser “plenamente consciente de la palmaria  ilegalidad de sus actos” e impidiendo que  nadie devuelva los 679 millones de euros malversados.

Excepción ibérica, que no encontraríamos en ningún otro país de estándares occidentales y con democracia sana, es que el presidente del gobierno diga que dos organizaciones antiEstado como Bildu y ERC son quienes tienen “sentido de Estado”.

Evidentemente hay nervios. Y volantazos. También de Puig, quien tras negarse 7 años -insultos mediante a la oposición- a bajar impuestos a las rentas medias y bajas, de pronto se apunta a elloeso sí, con un inconcreto “ximo-anuncio”. Que ahora que se acercan las elecciones, es cuando se le ocurre pensar en la nevera.

Y así andamos: entre insultos a quienes proponen; e indultos a quienes destruyen. En un desconcertante mundo al revés. Será por insolvencia, mala fe o por las dos cosas. Pero, claramente, la excepción ibérica es el sanchismo y sus compañeros de viaje. Esperemos que ya por poco tiempo. Urnas mediante.

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