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el muro / OPINIÓN

La mentira también convence

Nuestra realidad política se ha convertido en la media verdad o la total manipulación intelectual a través de las redes sociales. No importamos. Sólo, mensajes que cuelen rápidamente y sean sencillos de modificar

10/11/2019 - 

Hace tiempo que muchos de nosotros dejamos de confiar en la clase política, en sus discursos y promesas. Sólo aspiramos ya a realidades tangibles. Una cosa es prometer o anunciar, y otra muy distinta, cumplir. Es una evidencia. Discursos e intenciones  están mayoritariamente manipulados y sólo responden a intereses, pero jamás se encuentran sometidos al prisma de la verdad periodística, objetiva o tangible. Es más, apenas ya se permite contrastar la noticia. Todo va tan rápido que lo que hoy se afirma, mañana se ha desdicho o tergiversado en cualquier red social, que es el instrumento común que les queda a muchos para llegar a cierto sector de la sociedad, aunque no a todos, y de paso negar de nuevo la verdad o crear otra muy distinta.

Hace mucho tiempo que los media se dieron cuentan de las medio verdades. Desde que muchos periodistas dejaron de ser   mediadores aunque otros pasaran a ser instrumentos, como así entendió la clase política capaz de contentar con miel y zanahorias. Es lo que se lleva.

Lo bien cierto es que durante los últimos años y apenas meses hemos visto titulares en los que nos hablan de subidas de sueldo, pensiones, subvenciones, contrataciones, oposiciones…También de contratos de asesores y empresas externas por aquellos mismo que renegaban de ellas, y lo mejor, de revienta precios de mercado por muy de izquierdas o derechas que uno/a se defina. Actúan igual. Se ve que esta nueva clase no sabe de nada o necesita colocar a muchos afines, ya que de otra forma no se entiende tanto asesor, aunque veamos pocas realidades. Apenas realidades, para ser más justos. Se tapan unos a otros. Y si caes bien o tienes amigos ofrece un cargo de “transparencia semiecológicaambiental y análisis de mutación transformadora de sentidos adversos en el ecosistema de la política motivadora”, y ya tienes despacho, asesores y dietas. Esto funciona así por todo el país.

Decía lo de las redes sociales porque existen ya tantos miembros de la clase política de los que ni sabemos a qué se dedican ni lo que hacen salvo por las redes sociales. Es su supuesta propia verdad. O la mentira directamente. No tienen espacio en los medios para justificar su presencia o convertirse en objeto de interés por mera vacuidad. Pero para eso tienen las redes sociales que, sorprendentemente, se cuelan en tu casa sin saber por qué, ni esperarlo.

Diversos analistas estimaban hace un tiempo que el número de personas dedicadas a la “causa” política se situaba en torno a las más de cien mil personas. Yo creo que hoy ese número está desbordado por amistad y afinidad. Miren si no cómo, por ejemplo, ha aumentado el número de consellerías y direcciones generales en esta autonomía y concejalías y nuevos asesores y se darán cuenta de que hay demasiados viviendo del sistema sin rendir objetivos, cuando nos hablaban de evaluaciones, como si fuera un colegio, que igual lo es, pero sin tutorías, controles ni cartas a los padres exigiendo una reunión urgente para ponerlos al día de las tropelías de sus vástagos. 

Así que para justificar sueldo e incluso existencia aparecen nuevas vías con las que auto convencerse de su necesidad y utilidad. Y es entonces cuando afloran de nuevo las redes sociales como altavoz de esa generosa contribución personal al Estado o a la Autonomía de turno, en las que una verdad jamás contrastada se convierte en supuesto dogma de fe.

Y además funciona como secta. Un aspecto endogámico que los sociólogos deberían de explicar, esto es, cómo las redes sociales de la clase política son altavoz de una supuesta grandísima gestión dentro de una inoperatividad manifiesta. Para algo existe la nueva figura del transmisor de nuevas realidades con las que manipular nuestras conciencias, o las que puedan, con mensajes subliminales, pero con sueldo público.

Abres una red social y resulta que cualquier concejal o aspirante te da explicaciones de que su departamento ha baldeado hoy una calle. Yo pensaba que estaba dentro de su obligación. Y otro te habla de que ha podado unas palmeras. En mi casa se podan periódicamente sin necesidad de airearlo porque es una normalidad. El más listo retuerce datos de empleo y cambia el discurso a la carrera y con una rapidez tan descomunal que parece que él mismo ha levantado el país, cuando se ha hundido, como así han reflejado los últimos datos estadísticos. Pero da igual.

Claro, como no aparecen en los medios serios y racionales se han de inventar mensajes y noticias, aunque la mayor parte sea una gran mentira o si acaso una medio cuarto verdad. Pero es nuestra realidad, la de aquellos que no viven siempre informados y se creen todo aquel mensaje que les llega desde una red social de la que se han convertido en acólitos o rehenes.

Atravesamos un momento social que necesita de una reflexión de altura. Pero ya no de debates políticos manipulados hasta en los tiempos y en los que se descubren tantas mentiras como intervenciones. 

Hoy es día electoral. Nos han llevado hasta aquí por cuarta vez en cuatro años a base de este tipo de desnudez intelectual. 

En resumen. Me gustaría saber qué le contaron a la princesa Leonor cuando hace apenas unos días fue a Barcelona para que apareciera tan feliz y suelta sobre el estrado o preguntara por qué debía de pasar tantos controles y vivir esa sensación de tensión que se palpaba dentro y fuera del recinto donde tuvo que intervenir. Seguro que algo divertido y a la altura de su corta edad. O, simplemente, un cuento de hadas en el que hace mucho tiempo dejamos de vivir. Al menos, muchos de nosotros. Sin embargo, aún quedan demasiadas brujas y trolls revoloteando para hacernos creer que en ese otro mundo irreal todo es verdad, o posible, y además forma parte del espectáculo público y social en el que nos hemos/han convertido.

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