Ya lo advertí. Lo bueno de unas elecciones siempre es el postpartido. Ver a diario, o cada media hora, cómo los diferentes partidos políticos van resituando a sus fieles para que puedan continuar viviendo del dinero público o manteniéndose en él. Con sus múltiples contradicciones. Asimismo, comprobar de qué forma caen lentamente y pierden por el camino privilegios y subvenciones, que es lo que más duele. Algunos ya hablan de ERES o de agobios económicos. O sea, despidos por sobredimensión. Mientras era “gratis” todo valía.
Los del PP están en el susto diario. En el PSPV se espera una tormenta interna y externa de órdago. En el caso de Podemos/Sumar, pues es como para hacérselo mirar. Lo de Compromís lleva tiempo siendo de nota. Así que éstas son las consecuencias de las causas, algo de lo que nadie quiere hablar. Apenas ha habido autocrítica.
Me Faltaba Vox. Porque eso ya es de traca. El primer golpe de efecto será digno de analizar entre los politólogos. Llegan, se sientan y sacan lo que no está escrito y debería haber sido innegociable. En unos minutos y sin chistar. Y la que se nos vendrá encima. Hay que ver las ganas que algunos tienen de ser capaces de vender su alma al diablo, estilo Dorian Grey y de paso hipotecar nuestro futuro inmediato. ¿A eso lo llaman negociar?
A ver. Para todos esos que claman al cielo y se han quedado en la anécdota, la historia no es que, por ejemplo, un torero sea vicepresidente o conseller de Cultura. Con los agujeros de nuestro sistema cualquiera puede ser lo que desee. Pues no hemos tenido por aquí conselleres, conselleras y ministros/as que lo ha sido por gracia divina pero no por su utilidad ni brillantez. Hasta presidentes autonómicos que han pasado por los tribunales sin que nadie se haya asustado y vayan a pasar el resto de sus vidas con un currículum gris sujeto con un celo a su espalda.
Lo que a un servidor le preocupa no es que un torero o un biólogo o un bombero sea conseller de lo que sea sino que reciba la vara de mando sin que nadie sepa qué es lo que va a hacer o lo que le van a dejar hacer. Ahí sí es donde está el peligro. Porque igual que le han dado Cultura, verbalmente de momento, podrían haberle regalado jardines o limpieza de calles. Pero eso es mecánico para nada ideológico o intelectual.
¿Cuántos ministros de Cultura y concelleres/as llevamos de adorno en todos estos lustros considerados escaparates de la inutilidad? Le dieron Cultura porque parece sencillo y de paso es una buena provocación. Aún estoy esperanzado escuchar a la tropa de las subvenciones, el brazo armado, porque Cultura algunos interpretan televisión autonómica, que tampoco me extrañaría y hasta acuicultura o agricultura que suenan muy parecido. Cabe de todo.
El problema es el hecho en sí, que es lo realmente importante y per ser preocupante para el gentío fino y creativo que a estas horas estará de pruebas de taleguillas y repaso del Cossío. Todo es posible. ¡Oh, la Cultura! que así la llaman, como si a estas alturas estuvieran todavía dudando o filosofando entre Lorca, Picasso, Goya, Barceló, Brines o Mariscal, taurinos pero liberales o de izquierdas. Ahí no está el problema. En absoluto. Ese no es el fondo. Sólo la anécdota.
El problema es que en este país eso de las consellerías de Cultura o de los gobiernos siempre se han tomado a chirigota y nunca ha existido un proyecto claro y menos definido, vamos, algo intocable en pro del conocimiento y las libertades individuales. Eso queda siempre para el final, cuando hay que justificar. Lo primero siempre es llenar huecos y recolocar, pero nunca situar ideas. Es el hándicap de nuestro sistema. Ahora lo llaman adaptación a la realidad. Más bien sería indiferencia histórica ante lo que nunca se ha blindado, como otros muchos campos del ser humano y la convivencia.
A mí lo que me interesa es que el sistema de salud funcione y el de educación, pero no sometido a capricho de partido, que es lo que siempre ha existido. Y menos ideológico, que es lo peor. Debería de estar borrado de nuestra realidad. Aquí somos todos. y todos pagamos, ojo. No se escapa nadie. Pero blindar ciertas partes del sistema con políticas y acuerdo globales en espacios neutros y necesarios es lo que nadie ha querido. Ahora vemos las consecuencias. Y lo que está por llegar.
Llevo una semana escuchando lamentos. Así no se gana nada. Ahora ya ni el miedo. Porque la gente de a pie vive en otra realidad, en la suya que sí es verdadera.
Si este es el nivel que nos espera durante los próximos cuatro años por la extrema derecha, la derecha pactista frente a lo que haga falta por gobernar y la izquierda exquisita, que aún ha de aprender a hacer oposición, vamos a necesitar mucho trankimazín.
Y a partir de ahora a repartir más listas y colocaciones aunque sin alternativas conocidas y menos aún garantías consolidadas. Es lo que hay. Los culpables tienen nombres y muchísimos apellidos. Aún nos pasa poco.