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El Muro / OPINIÓN

Pacto de Estado y autonómico

El Museo de Bellas Artes San Pío V merece un debate profundo en Les Corts, no una comisión parlamentaria para hablar a estas alturas de la destitución de su anterior responsable

12/10/2015 - 

Reconforta saber que una institución única como el Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V haya vuelto a ser motivo de debate en les Corts. Pero entristece comprobar que no lo fuera para analizar en profundidad su mustia situación, el futuro que le espera y lo mucho que nuestras instituciones públicas y partidos políticos se van a implicar en su horizonte inmediato; en su reivindicación ante Madrid que la segunda pinacoteca española no puede ni un día más continuar funcionando de forma residual.

Otrosí, para reclamar de forma unitaria y solidaria que la institución no puede seguir desatendida por el Gobierno central como así ha sido desde hace mucho tiempo –lo de la fase de rehabilitación que se está ejecutando actualmente no es sino producto de la presión de colectivos sociales y culturales, sólo hay que repasar hemerotecas y analizar el papel jugado por Cercle Obert o la Academia de Bellas Artes de San Carlos y, sobre todo, los medios de comunicación- sin planes de futuro conocidos y medios económicos y humanos con los que olvidar tiempos pasados.

Entristece comprobar que ese debate parlamentario, propuesto además por el Grupo Popular, lo haya sido no para plantear un proyecto conjunto reivindicativo y de unidad autonómica sino para abordar el cese de su directora. Un tema menor como la salida de su anterior responsable, Paz Olmos, situada en el cargo por deseo expreso del expresident de la Generalitat, Francisco Camps, no tendría que merecer más que unos segundos de explicación, nunca un debate parlamentario al respecto. Así que, un asunto que debería escocer en nuestras alturas políticas volvió a quedarse en anécdota. Más aún, cuando un gobierno tiene la absoluta capacidad para nombrar y destituir a quien considere oportuno si su gestión no ha sido la acertada.

Si todavía tenemos que aplaudir una gestión cuestionada, llevada sin criterios científicos, mucho amiguismo y con problemas económicos o de otro tipo -el mantenimiento y el último robo vivido ya es el colmo en una institución de esa naturaleza- es como para hacérnoslo mirar. Un sinsentido, vamos.

Les Corts, se supone, están para asuntos de altura, para que nos expliquen qué va a pasar de verdad y en detalle con el Museo San Pío V y cuáles son sus futuros planes de expansión después de tanta zancadilla autonómica y municipal y rifirrafe del tú más.

Pero al menos sirvió para que el conseller de Educación y Cultura, Vicente Marzà, nos anunciara que en breve presentará un plan de buenas prácticas de la gestión cultural y después un Plan Director en torno a las instituciones culturales valencianas. Lo que da que pensar si el acceso a un Gobierno se ha de hacer con planes definidos de antemano, que sería lo deseable, y no con miras a planificarlo en función de los resultados electorales obtenidos.

No imagino un debate de esta naturaleza en escenarios políticos en torno al Louvre, El Pompidou, la Tate o el Simthsonian, por poner unos ejemplos, que desde hace décadas navegan sin que la salida de un/una directora suponga reabrir una nueva discusión sobre lo que queremos o esperamos. Y menos aún, que muchas voces entren a discutir sobre el asunto porque puede ser un lío.

Si al Estado no le interesa el museo o le estorba, que lo ceda a la Generalitat

El Museo San Pío V es quizás uno de los mejores ejemplos de lo que ha sido una policía errática convertida en batalla entre partidos. Por ello, si hubiera que animar sería a que de una vez por todas se pusieran de acuerdo "todos" para encontrar una solución ambiciosa que cerrase los debates políticos y dejara paso a una realidad de futuro sin más vaivenes ni caprichos temporales; para que el museo comenzase a funcionar como tal al margen de alaridos y acusaciones. Hablamos de cultura y gestión cultural al margen de intereses de partido, ¿no?

Lo merece este museo y su sociedad. Y en ese debate no ha de estar excluido el Gobierno central -titular del centro- como tampoco el Congreso y todo su arco parlamentario. Es una cuestión de Estado nacional y autonómico. Si al Estado no le interesa el museo más que lo justo, o le estorba, que se lo ceda a la Generalitat en un gesto de generosidad. Aquí ya no somos tan inexpertos, y menos, moldeables. Pero que no torpedee más. Además, tampoco es que le quede a Madrid mucho por aquí o se deje el dinero en otros proyectos. Eso, ni por asomo.

Por lo tanto, nos prestan el poco patrimonio que nos han cedido en los últimos treinta años, o han comprado para sus colecciones mientras se primaban los museos de Madrid, nos regalan su titularidad y nosotros tan dichosos. Así ha sucedido en otras comunidades. Pero por aquí siempre ha sido mejor callar. Subordinados. Es un debate a abordar. Sin miedo. Algo más que añadir en la lista de agravios junto a la infrafinanciación autonómica.

Lo reconocía el propio director en funciones del actual centro, José Ignacio Casar Pinazo. Y mira que tiene razón en muchas de sus apreciaciones. Si algo le falta a este museo no son sólo condiciones dignas –verlo inundado, con goteras, problemas de seguridad o con ventiladores secando las paredes de las salas donde se mostraba la colección del XIX y con una asistencia diezmada- es más propio del caos que de la racionalidad; de la desidia que del interés particular y/o general. Y no sirven excusas, porque bien que se han destinado millones y millones a fortalecer otros museos nacionales o a inversiones estériles. Pero comprobar cómo el museo no dispone de conservadores y casi menos de restauradores es para analizarlo fríamente.

No sirve esperar a conocer las migajas que quedan en las arcas autonómicas a final de mes para tomar decisiones

El Museo San Pío V necesita autonomía de gestión, así como disponer de un presupuesto digno y reconocido, una política de compras acertada que refuerce o complete la colección, un calendario de exposiciones planificado, un proyecto de difusión y divulgación, una estructura orgánica racional, una mayor puesta en valor de sus colecciones, gente a sus puertas y en sus salas disfrutando de sus fondos y con ganas de descubrir y aprender. No hacen falta millonadas vanidosas. Eso, si aspiramos a algo. No sirve esperar a conocer las migajas que quedan en las arcas autonómicas a final de mes para tomar decisiones, organizar exposiciones o pagar el mantenimiento. Si es que de verdad creemos o queremos un museo a la altura de nuestra realidad.

Pero aquí hay para todos. Justificar políticamente que el último robo producido en el centro –no ha sido, por cierto, el primero- no debe dar más de sí mediáticamente porque las piezas sustraídas eran menores, o que si se doblaban las tablas góticas era porque hemos tenido una semana de poniente y uno de los aparatos de climatización tenía un ligero problema y no existían fondos para su reparación, es de nota. Algo así como cuando casi cortaron la luz por una importante deuda y dijeron que se les había traspapelado las facturas. Conozco a un director que cesaron como responsable del Museo del Prado por unas gotas de agua en las salas dedicadas a Velázquez, y a otro que fue destituido por ceder alguna de sus instalaciones para un desfile de modas, algo que también se ha visto en nuestro museo en estos últimos años, que para eso era de ellos.

Según la Generalitat, la situación se va a revertir. Así que en breve, se supone, veremos una dotación acorde y un plan real que nos permita olvidar el pasado. Tomamos nota. Y yo que lo vea. Pero ya va siendo hora. Comisiones parlamentarias intrascendentes, no, por favor. Sólo ayudan a perder el tiempo. Y ya llevamos demasiados años sin apenas avanzar.

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