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el cudolet / OPINIÓN

Paella e hispanidad

16/10/2021 - 

Esta semana hemos vuelto a celebrar otro play-off. Una fiesta secular, el vetusto Día de la Raza, la Hispanidad de Ramiro de Maeztu. Recuerdo, gracias a la lectura de Cifesa, La antorcha de los éxitos, como la familia Casanova celebraba con entusiasmo tal efeméride. Nací siendo español, bautizándome en la pila de la Iglesia Católica y asignándome en la partida de bautismo el titular de Pedro. No por el arquitecto de la Santa Sede, sino por mi abuelo materno, Pedro Rodrigo Méndez, por cierto, un excelente caricaturista, jugador de dominó y maestro nacional. Alguna jornada escribiré sobre su legado para los vecinos de Pontevedra. Los más viejos del lugar, sus alumnos, querrán conocer que le deparó en su segunda vida junto a Amelia y Carmela.

No tuve opción alguna de poder elegir hasta la mayoría de edad, fui prisionero de una férrea dictadura paternal. Luego me desaté. Poseo administrativamente doble nacionalidad, la valenciana y la española, sentimentalmente, una tercera, la infancia. Jamás he cuestionado mi patria natal, mi género y mi sexualidad. En esto soy de pensamiento único. Inmovilista. No soy folclórico. Me gustan poco las celebraciones. Nada. Solo las de mi equipo. De las derrotas uno sale más fortalecido, las comparto conmigo mismo, en solitario, o con mis perros. 

Sin ir más lejos, hace unos días, la carta escrita por Jorge Bergoglio en su visita a México causó cierta revuelta mediática. Algún gerifalte malinterpretó sus palabras, matizar que el jefe de la Iglesia se refirió a la evangelización y “España fue el abanderado” en las olimpiadas del pecado durante la cruzada colonizadora. Un gesto noble de un hombre honesto. Pedir perdón es un ejercicio sano, no pasa nada, no hay que alarmarse, seguiremos teniendo fe en este jesuita los que creemos en la ciencia y en la cultura. 

El día de la celebración, entre el gentío de la arenga española de las tres carabelas, un locutor de televisión se acercó a un asistente de la manifestación de la raza con una pregunta ¿Qué le dio la Hispanidad? El hombre en cuestión, de nacionalidad argentina, confesó: la paella. La respuesta no tenía desperdicio aunque le faltó matizar de pollo y conejo. A tal afirmación me vino a la mente el desencuentro que mantuvo el pueblo de Boada con el Estado, la localidad que quiso irse de España. Estos vecinos fueron más allá que ciertos desobedientes políticos catalanes, organizando un exilio colectivo. Hasta el bueno de Miguel de Unamuno tuvo que intervenir para rebajar tensiones. Me quedo con la firmeza de un jornalero, el patriotismo consiste en comer y dar de comer a mis hijos. Pues eso, paella para todos el siguiente Día de la Hispanidad.

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