Cascada El Salto, ubicada en la localidad de Anna. Foto: Turisme Generalitat ValencianaVALÈNCIA. La costa de València es una de las opciones preferidas del turista nacional e internacional para disfrutar del verano. Aunque descansar en la arena, refrescarse en el mar y comer paella en un buen restaurante en primera línea son planes que llaman la atención de cualquiera, lo cierto es que el territorio ofrece una amplia variedad de propuestas que no tienen nada que envidiar al turismo clásico de sol y playa.
Adentrándonos en el interior de la provincia encontramos la comarca de la Canal de Navarrés. Apenas suma 15.600 habitantes en su totalidad y sus ocho municipios se integran en un entorno rural único, lo que supone la ocasión perfecta para escapar del bullicio de la ciudad y reconectar con uno mismo en plena naturaleza.
Si hay una ruta senderista que sí o sí debe estar presente en nuestro itinerario, esa es la de las tres cascadas, en la localidad de Anna. Abarca un recorrido circular de tres kilómetros, conlleva un tiempo aproximado de una hora y media e implica un nivel de dificultad medio-alto por la presencia de algunos tramos resbaladizos. Por ello, se recomienda llevar ropa y calzado cómodo, adecuado para la actividad física.
El trayecto comienza al final de la avenida Diputación de Anna y discurre por la cascada Gorgo Gaspar —contiene aguas procedentes de l'Albufera de Anna—, la cascada de los Vikingos y la cascada de El Salto hasta llegar al paraje de Gorgo Escalera.
Así, aparte de aprovechar para ponerse en forma y respirar aire puro, también será posible darse un baño, coger energía y admirar estos impresionantes lugares que esconden historia, pues en el pasado Gorgo Gaspar daba energía hidráulica a una fábrica textil de la zona a través de una noria.
Otra alternativa para disfrutar de un chapuzón se encuentra en el pueblo de Bolbaite. El río Sellent divide el casco urbano en dos mitades y desde el puente se puede observar a la distancia un viejo molino. El resultado es una vista panorámica espectacular, propia de una postal: una piscina natural de agua cristalina rodeada de peñascos y vegetación. Además, dispone de merenderos, aseos, zona de picnic y aparcamiento para favorecer su uso lúdico.
En este caso, se ha establecido un aforo máximo de 450 personas al día, con 300 entradas a la venta por internet y 150 de forma presencial, con el fin de evitar su saturación. Para poder acceder, el precio de la entrada general es de tres euros, mientras que se reduce a dos euros para mayores de 65 años, pensionistas y personas con diversidad funcional. Los menores de cinco años entran gratis.
Un poco más hacia el norte, en Bicorp, el río Fraile también forma una gran pisicina. Además, existe una ruta lineal de cinco kilómetros con unas tres horas de duración, clasificada con dificultad alta, para los más aventureros. Esta conecta el área recreativa con distintos charcos y pozas, como el charco del Paso, el charco La Tosca o el charco de La Marina. Este paraje en su conjunto está considerado como uno de los más hermosos del Macizo del Caroig y destaca por los bosques frondosos de pinos y carrascos que rodean el río.
Aquellas personas que prefieran evitar el agua y explorar una faceta histórica también están de suerte, ya que la comarca cuenta con un potencial único en torno al arte rupestre. Es por ejemplo el caso del municipio de Quesa, donde existe una original ruta senderista circular (PR-CV 203 Abrigo de Voro) de 14,46 kilómetros. En concreto, se trata de un recorrido de cuatro horas de duración que nace desde la famosa área recreativa de los Charcos de Quesa y finaliza en el Abrigo de Voro, un lugar que alberga en sus paredes pinturas rupestres con un antigüedad que oscila entre los 5.000 y 9.000 años.
Por su parte, en la localidad de Navarrés se sitúa el Abrigo del Garrofero, un yacimiento declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998 que representa el arte levantino del Neolítico. Cuenta con unas 30 pinturas en las que se identifican diversos animales, como cabras, y escenas de cacería. Es recomendable realizar estas visitas a primera hora de la mañana para evitar las altas temperaturas.
En definitiva, además de todos los planes que oferta, la Canal de Navarrés tiene numerosas tradiciones locales, gastronomía típica y un gran patrimonio arqueológico: el Palacio de los Condes de Cervellón en Anna, el castillo de Bolbaite o el castillo de Navarrés son buen ejemplo de ello. Por este motivo, se consolida como un destino óptimo para visitar durante todo el año; tan solo hace falta dar una oportunidad al turismo rural, todo un nuevo mundo por descubrir.
