ALICANTE. La muerte de la Chica Yeyé ha sido el triste colofón de una época dorada para el cine, la moda y la música. El sábado dos de diciembre los boletines de noticias nos sorprendían con la muerte de Concha Velasco. Y eso no era nuevo. Ya murieron hace muchos años todas las divas que Madonna mencionaba en su canción Vogue.
La canción, lanzada en marzo de 1990, se inspiró en la comunidad de danza de Nueva York. Voguing es un baile estilizado que evolucionó a partir de la escena del baile de Harlem en la década de 1980. "Greta Garbo, y Monroe / Dietrich y DiMaggio / Marlon Brando, Jimmy Dean / En la portada de un revista / Grace Kelly; Harlow, Jean / Imagen de una reina de belleza / Gene Kelly, Fred Astaire / Ginger Rogers, bailan en el aire / Ellos tienen estilo, ellos tienen gracia / Rita Hayworth tenía buen rostro / Lauren, Katherine, Lana / Bette Davis, los amo" dice la canción.
Todo empezó –me atrevería a decir— con la muerte de Marilyn Monroe, que con su melena dorada y ensortijada, su “Happy Birthday” al presidente de Estados Unidos y su fallecimiento trágico e inesperado creó un icono de moda y estilo. Después llegó Diana de Gales o, como podríamos decir que era su nombre de diva, Lady Di. Diana era un tanto hortera vistiendo, muy diferente al estilo inconfundible de sus coetáneas. No hay más que echar un vistazo rápido a alguna de sus fotografías para constatar que no tenía eso que los franceses llaman charme y que arrastraba el mal gusto. Su armario era un despropósito y algunos de sus looks pavor a los expertos en moda del momento. Por eso resulta sorprendente que hoy se la considere un icono de estilo. El tiempo ha sido amable con ella y la tragedia ha envuelto su vida, y su imagen, de tal forma que es imposible no verla desde un punto de vista amable, incluso con cariño. Cuando el mundo conoció a Diana ella tenía una pesada mochila cargada de inseguridades y traumas familiares. Era una chica introvertida que apenas levantaba la mirada del suelo. Su vestuario era como ella, tímido.
Muy diferente era Grace Kelly, que con sus tímidos labios rosados y su melena rubia no tardó en convertirse en una de las princesas más elegantes y admiradas, poseedora de un estilo propio que enamoró a todos, pues brillaba de igual manera con un vestido de alta costura o unos jeans con una camisa y gafas de sol. En su honor Gucci creó el fular Flora y Hermès bautizó con su nombre uno de sus bolsos icónicos. Grace llevó el glamour a Mónaco y falleció de manera trágica a los 52 años, víctima de un accidente de tráfico. O Audrey Hepburn, que hasta su muerte fue la mítica musa del diseñador Hubert Givenchy y nos sería fácil identificarla por un título: Desayuno con Diamantes.
Eso sucedía fuera de nuestras fronteras –a pesar de que estas mujeres también eran admiradas en España–, pero nuestro país no se iba a quedar sin sus divas. La dictadura franquista y la posterior llegada de la democracia hicieron de algunas mujeres iconos que catapultaron carreras llenas de estilo, misterio y, me atrevería decir, en algunos casos, desgracias. No solo marcaron la cultura española, sino que fueron también importantes iconos de moda que toda mujer quiso desear ser.
Mirad a Sara Montiel, que fue la diva española de los años 50, llena de pasión, sensualidad y estilo. Derrochaba glamour y exuberancia con sus estilismos de joyas brillantes y abrigos de piel. No sólo triunfo en el cine, siendo la primera mujer española en ir a Hollywood, sino que también fue una mujer transgresora en plena época del franquismo, además de ser un icono de moda gracias a su forma de vestir excesivamente femenina. Aún así Sara se adaptó a las nuevas tendencias de los años posteriores: en los 60 vistió estampados psicodélicos y sombras de ojos de colores llamativos y en los 80 no se resistió a las hombreras, al cuero y a los cardados pero sin olvidar sus joyas llamativas.
El cine patrio se quedó sin la última gran estrella clásica tras la muerte de Carmen Sevilla el pasado mes de junio a los 92 años. Violetas imperiales (1952), Pan, amor y Andalucía (1958), Rey de reyes (1961) y El balcón de la luna (1962) forman ya parte del patrimonio cultural de nuestro país. Rechazó ir a Hollywood porque no quería separarse de su familia y eso que contaba con el respaldo de Frank Sinatra, Yul Brynnery y Charlton Heston, que cayeron rendidos a su belleza. Incluso Cantinflas llegó a darle una sortija de compromiso con un inmenso diamante que su amiga Lola Flores –otra gran diva– le obligó a devolver.
En 2021, sin ir más lejos, la música también sufrió su pérdida. La italiana más española que me puede venir a la cabeza fallecía. Raffaella Carrá dejó tras ella canciones míticas, pero también estilismos. No sólo fue una cantante, bailarina y actriz importante tanto en Italia como en España; también fue un referente en la moda gracias a su valentía y transgresión para romper moldes y mostrar una actitud de libertad y feminismo. Sin duda, la Carrà fue una diva que marcó una época y que todos recordaremos para siempre, no solo por sus canciones y coreografías sino por ser un icono de estilo especialmente de los años 70.
En la época en que Raffaella se presentó en España con sus canciones pegadizas de letras que mostraban la libertad sexual de la mujer; en el país todavía se respiraba machismo, desigualdad y las mujeres todavía no eran totalmente libres. Pero la artista no tuvo miedo en mostrar sus ideas transgresoras también con su forma de vestir y su peinado en esa icónica melena en corte bob que podemos ver también en la mítica editora de moda estadounidense Anna Wintour.
La vida pasó y nuestras divas murieron. Los años también pasaron por ellas a pesar de dejar momentos, estilismos, canciones y actuaciones míticas para una sociedad que les sigue haciendo referencia. Una chica yeyé, Para hacer bien el amor hay que venir al sur o si me queréis, irse se han convertido en frases icónicas de nuestro hablar.
Y así, sin más, recordé que las divas nos habían enseñado un mundo.