VALÈNCIA. El primer paso en el plan para incorporar a la ciudadanía en la toma de decisiones sobre salud mental que avanzó Rafael Tabarés, comisionado de la Presidencia de la Generalitat para la Salud Mental, ya ha sido dado. Hasta 70 valencianos se congregaron en La Nau para celebrar la primera de las cuatro jornadas de la Convención Ciudadana sobre la Salud Mental repartidas entre las tres capitales valencianas para tratar, de la mano de expertos y personas afectadas, aspectos como la estigmatización de los enfermos mentales o la necesidad de incluir a los núcleos familiares de estos en la ayuda al especialista para facilitar los diagnósticos.
El proceso, pionero en la Comunitat Valenciana, se dividió en varias secciones a lo largo de todo el día de ayer. Desde presentaciones, hasta historias personales; desde ponencias de expertos médicos, hasta rondas de preguntas por parte de los invitados mediante sorteo cívico. Y, como todos los eventos de este calibre, dispuso de una presentación a la altura con sus dos rostros más representativos - a nivel institucional, pues los protagonistas y quienes daban sentido a todo eran los ciudadanos anónimos-: el propio Tabarés y la recién reelecta rectora de la Universitat de València, Mavi Mestre.
Apenas pasadas las diez en punto, los asientos centrales del Paraninfo estaban abarrotados con participantes, asistentes y medios. De igual forma lo hacían los laterales, donde se organizaban otros tantos asistentes. Tras una breve introducción de Pilar Lloret, miembro de la UV, el comisionado y la rectora, ya acomodados en sus asientos, tomaron la palabra.
El primero fue Tabarés, quien empleó un discurso similar con el que avanzó a Valencia Plaza las principales características de la convención. Un discurso que hacía hincapié en la necesidad de sanar física y mentalmente a los ciudadanos, que puedan ser sanados "sólos y conjuntamente" para alcanzar la felicidad, "fin último de las personas". No quiso dejar pasar la oportunidad para remarcar que este lugar momento eran un "buen punto de partida" para que esta metodología "no deje intactos" bulos y rumores.
Fue contundente y aseveró que la auténtica calidad de vida no se podía medir exclusivamente con el aumento de distancia entre nuestro año de nacimiento y la "fecha que mostrará nuestra lápida". "La muerte se ha convertido en un mero objeto de consumo de datos", declaró.
Por su parte, la rectora clausuró el prolegómeno de la jornada recordando el papel que la Universitat de València, con sus 522 años de historia, ha tenido con el desarrollo de la sociedad y su "enraizamiento en el pueblo". El "orgullo" que sentía Mestre por ser capaces de gestionar y abordar estas cuestiones "relevantes, necesarios y actuales" hizo que mostrase sus expectativas para con la iniciativa: "Confío en la palabra, en las personas, en la escucha activa y en que sumemos".
Cambio de escenario. La gran masa de personas, colaboradores o meros asistentes, se trasladó del Paraninfo al Aula Magna tras el aplauso conjunto inmediato al final de las palabras de Mestre. Allí, volvieron a ocupar todas las sillas, algunos tuvieron que acompañar a los cámaras al fondo de la sala o en los laterales, todo el rato de pie.
Pilar Lloret volvió a tomar la palabra tras el cambio de escenario, esta vez acompañada por el investigador del CSIC, Ernesto Ganuz. Ambos condujeron esta antesala a la acción directa de los invitados, caracterizada por la presentación de los mismos al resto de sus compañeros, así como una breve ronda de preguntas sobre el funcionamiento de este método inédito.
Los setenta desconocidos, desde los más jóvenes a los más mayores, se interesaron sobremanera por como fue el modus operandi para llevar a cabo la selección. Algo que, aún siendo explicado en las cartas que recibieron hace semanas, escondía un dato a tomar en cuenta tras de sí: un 5,2% de los invitados a la pre selección dieron su 'sí', resultado bastante diferente al de otros procesos similares celebrados en otros países, que no lograban pasar, por lo general, el 3,5%.
Muchos de los que allí estaban sentados emplearon su primer turno de palabra del día para agradecer la implicación de las instituciones organizadoras, así como esa voluntad manifestada en las palabras de Tabarés de hacer que el proceso que tuvo lugar ayer tenga "implicaciones políticas".
Destacado fue el momento en el que cogió el micrófono un hombre que se sentaba en las primeras filas, un hombre que en un par de frases demostró lo caprichoso que a veces es el azar: llevaba ya ocho años lidiando con su problema de adicción, el sorteo lo seleccionó a él.
Ocho años superándose y, como dejó entrever, con éxito. El aplauso a sus palabras y a su esfuerzo fue ensordecedor. De haber cualquier prejuicio hacia los pacientes de afecciones mentales, el sonido de las palmas chocando unas con otras se encargó de disiparlos.
Horas más tardes, de nuevo en el Aula Magna, personas como Gonzalo Nielfa o Rosa Bayarri realizaron sus ponencias. Todos ellos con experiencia de primera mano con enfermedades mentales, bien fuera por ser pacientes o por conocer a alguien cercano que las sufriese.
Nielfa sufre esquizofrenia. Desde joven fue víctima de bullying en su colegio, hasta el punto que un par de compañeros, cuando tenían 13 años, le dijeron que si iba al viaje de fin de curso le "asesinarían", escudándose en que no tenían "edad penal" aún. Él le restó importancia a la anécdota que enmudeció por completo a la sala y fijo en su figura las miradas: "Me compré un videojuego y lo jugué en casa. Me lo pasé genial".
Comentó también cuándo comenzó a manifestar los primeros síntomas y cuándo los comunicó a su familia, hechos aislados y separados en el tiempo. Precisamente esto sirvió para ilustrar a los setenta oyentes las dificultades que muchos enfermos tienen para, primeramente, asumir su condición y, después, contarla y dejarse ayudar. Nielfa se interesó en la religión a los 15 años, estudiaba y estudiaba y, finalmente, se hizo un "hombre de fe". ¿En qué desemboco esto? Según contó, comenzó a tener visiones con el demonio. También podía oírlo.
Esto es sólo el primer acto de la obra, cuando se percata de que hay una alteración de la realidad. El segundo lo narró a continuación. Unas navidades en las que ya llevaba arrastrando un tic en el cuello que le hacía girar la cabeza, mirando ladeadamente hacia atrás como si alguien le llamase, un familiar se percató de esa peculiaridad y fue claro: "A ti te está pasando algo y te lo estás callando".
El tercer acto tuvo lugar en un centro de internamiento. Allí, como narró, le colgaron la etiqueta de persona con trastorno de la personalidad tipo C, es decir, que evita el conflicto. Fue así por ser objeto de un estudio, cuanto menos, "inesperado". Se encontraba leyendo en una sala del centro, lo "único" con lo que se podía entretener eran los libros y la radio. Una de las especialistas se acercó de repente y rompió una hoja. "No sé qué esperaba que hiciera", pero como Nielfa no lo hizo, adjudicada el TLP tipo C. Algo arbitrario, por lo que dejó intuir a los asistentes.
El papel y funcionamiento de esas instituciones, los manicomios - relacionados por algunos panelistas como cárceles -, fue motivo de preguntas, debates y propuestas que más tarde se analizaron. De igual forma lo fue la atención primaria y el rol de la familia en la detección y el seguimiento de casos.
Bayarri, cuya hermana también sufre esquizofrenia, denunció en su discurso que ningún centro hacía caso a sus padres cuando alertaban de los brotes que sufría. En sus propias palabras, los médicos les transmitían que, si no iba la enferma por voluntad propia al centro, "no podían hacer nada". Las miradas de incredulidad se multiplicaban en el Aula Magna.
Llegó el turno de los panelistas con formación profesional en la salud mental y las afecciones que pueden deteriorarla. José Romeu, Jefe de Servicio de Salud Mental del departamento de la Ribera, expuso una serie de conocimientos más técnicos que las anécdotas previas. Qué es la salud mental, qué son las enfermedades mentales, diferencias entre trastornos, qué engloba la psicosis... Despertó interés con estos conocimientos más académicos, los invitados anotaban, algunos, apuntes sobre las hojas de información que se les repartieron.
Al final de todo, cerca de las 19:10, se procedió a clausurar esta primera sesión. Los setenta valencianos que acudieron vía sorteo cívico, con un rango de edad amplio, pluralidad de orígenes y representación de los dos sexos, deliberaron - como se pretendía - con la información aportada qué se puede mejorar y cómo.
Salió, de la mano de María Fuster, abogada especializada en salud mental y adicciones, y Rosa Bayarri una de las preguntas que más debate generó en sus respuestas. "Sabiendo que los recursos, de todo tipo, son finitos, si las instituciones pertinentes tuvieran un 3% más de dinero, ¿cómo mejoraría esto el presente de la salud mental actual en la Comunitat?".
La respuesta es clara por parte de la mesa principal: "Hay que apostar más por la atención comunitaria, y no tanto por el ladrillo". Por lo que pudieron concretar con testimonios como el de Bayarri o Nielfa, dotar de mejores recursos a la atención sociosanitaria en los barrios sería capital, en vez de nutrir y perpetuar tanto como ahora los centros de internamiento de los que no se comentaron, precisamente, buenas experiencias.
Otro de los grandes aspectos con los que se cerró la primera convención lo aportó Alba Ruipérez, quien habló de su pasado conviviendo con la anorexia y otras afecciones que sufre la población. Este aspecto no era otro que el de la divulgación. Informar y "normalizar" que los niños y jóvenes podrían desarrollar estos trastornos. Ese sería un primer paso para la detección, control y tratamiento de los mismos.
Y tras todo esto, Tabarés formalizó el 'adiós' de la primera jornada de la Convención Ciudadana sobre la Salud Mental, a la espera de verse las caras de nuevo con esta "representación demográfica de la Comunitat Valenciana" en Castellón, el próximo sábado 12. Como primeros coletazos dados, el equipo de representación ciudadana ya ha acotado ciertos límites de actuación y espera poder avanzar y conocer más el próximo fin de semana.