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GRAND PLACE / OPINIÓN

The 'lions’s share' o la parte del león

21/03/2017 - 

Trump le ha pedido cuentas a Merkel. Eso está muy feo. Especialmente cuando la canciller alemana es tu huésped en visita de cortesía. El Presidente norteamericano, que pasará a la historia por algo muy feo —ya lo veremos—, es un maleducado y, además, miente. Porque ni siquiera le dio la mano a petición de los fotógrafos, que le instaban para tener una instantánea con el saludo del encuentro, apenas la miró y casi le da la espalda. Y todo eso, en la Casa Blanca, que no es terreno neutral. Otra persona, en el lugar de Angela Merkel, se levanta y se va, y le deja en evidencia. Pero eso sería ponerse a su altura. Y no es mucha.

Trump le ha echado en cara a Merkel su deuda con la OTAN —el Tratado para el Atlántico Norte por el que hay un acuerdo de defensa mutua—. Ha dicho que él paga “la parte del león” y que el resto de países no pagan lo acordado, que es el 2% de su PIB, y que a algunos de ellos casi les sale gratis. Hay que recordar que en la Alianza Atlántica hay 28 países, la mayoría europeos además de Turquía y Canadá.

Trump nos ha echado en cara que es el guardián de Occidente, que la defensa de Europa se carga sobre sus espaldas. Yo diría, mejor, que está en sus manos…, no en sus arcas. Porque del presupuesto, leído en negro sobre blanco, parece desprenderse que Estados Unidos aporta un 70% del total, mientras que si se va a la letra pequeña, lo que paga es el 22%, mientras que Alemania paga casi el 15%, sin decimales.

Hace dos años, el Tribunal de Cuentas holandés publicaba un informe en el que señalaba que las cuentas de la OTAN no estaban nada claras y que había partidas de fondos para proyectos que nunca habían sido auditadas. Por supuesto, parte de este “caos contable”, del que hablaba en su informe, se debe al silencio contable o secreto militar que ampara a esta organización y sus actuaciones.

La ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, le ha contestado al presidente Trump que no hay ninguna factura pendiente de Alemania con la OTAN. Es más, de forma muy didáctica le explicó que los gastos de Defensa también van a las misiones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas, a las misiones europeas y a la lucha contra el terrorismo del Estado Islámico. 

Como nadie tiene las cuentas claras, vamos a ver a dónde va a parar la parte del león. De nuevo, hay que hacer un ligero e incompleto repaso a los posibles conflictos de los últimos años en los que Estados Unidos tiene intereses y en los que ha intervenido junto a otros países. No entraré en las amenazas a Corea del Norte o los desafío a China a través de Japón y Vietnam… Me centraré en Europa, cuyo círculo se acaba de cerrar con la colaboración de la OTAN con Ucrania y otros países de la órbita ex soviética, en clara provocación a nuestra poderosa y vecina Rusia. El episodio no es nuevo si nos remontamos a la guerra en Georgia y a los conflictos en Osetia del Sur y Abjasia. obviamos, por ahora, el Cáucaso y bajamos por el Este hasta un Oriente Próximo y Medio en llamas: Afganistán, Irak, Siria, Líbano, Palestina-Israel… Los kurdos en las fronteras de Turquía, el Estado Islámico a las puertas de Europa, la crisis de los refugiados, las primaveras árabes que han desestabilizado el norte de África con un Sahel infestado de yihadistas…

Perdón, me he desviado, quería hablar de los intereses de los Estados Unidos y no de los conflictos de la OTAN. Si hay un nexo de unión en estos países, con conflictos provocados o alentados por los Estados Unidos desde la época Bush, es precisamente el interés económico por el control de los recursos energéticos. Da la causalidad de que estos países son —eran— ricos productores de gas o petróleo, o bien son territorio de paso de los gasoductos u oleoductos a otras zonas. Empresas de seguridad privada norteamericanas siguen en Irak, así como petroleras occidentales, mientras en Libia esperan un alto el fuego para repartirse los despojos. La industria armamentística norteamericana también impone sus productos en el Mediterráneo, especialmente en el campo de los drones.

Hace tres años, el Instituto de Investigación de la Paz de Estocolmo publica su resumen anual de 2013 con las diez empresas que más ganaban con las guerras. Por orden en millones de euros: Lockheed Martin (EEUU), armadura de misiles; Boeing (EEUU), aviones; BAE Systems (Reino Unido), aviones; General Dynamics (EEUU), artillería; Raytheon (EEUU), misiles; Northrop Grumman (EEUU), aviones y buques; EADS (UE), aviones y misiles; Finmeccanica (Italia), aviones y vehículos de artillería; L-3 Communications (EEUU), electrónica; y United Technologies (EEUU), aeronaves y electrónica. Es decir, excepto tres, el resto son empresas estadounidenses. Y, encima, el imperio de Trump contraataca. ¡Ah! Perdón… que era la parte del león.

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