La naranja tiene su momento y el Naranja no pasa por un buen momento. No volvía a dicho trofeo desde el disputado en el verano de 1997. Mi regreso, por la puerta de atrás, agazapado como un aficionado más y desde lo más alto de la atalaya pasando totalmente desapercibido por las hordas blanquinegras.
Para los que padecemos vértigo, las localidades de la Grada de la Mar no son aconsejables. Maldita ampliación. Maldito certificado final de obra. Maldita chapuza. Maldito derribo. Deseo que el nuevo gobierno valenciano repare los daños del pasado arrimando el hombro desinteresadamente por el interés general y no con fines partidistas.
El Naranja es el torneo de la exaltación. El día de la ilusión. Un trofeo de presentación. Una jornada en familia. Una experiencia más en la ciudad para los forasteros que la visitan. Una noche arropada por el calor del bocadillo envuelto en papel de plata. Nada había que presentar. A los de casa, la ahora mal llamada Academia, ya los conocíamos.
Horas previas al choque merodeando un poco por Aragón me zafé con pocas caras conocidas salvo la de Gonzalo, el hombre del merchandaising, el responsable de los tenderetes que fortifican Mestalla.
Para el bigotes, así lo conocemos los futboleros, no pasan los años. Se mantiene igual que en los noventa, creo, por los largos paseos que realiza todas las mañanas por una playa del sur de València.
Fernando Miñana, el polivalente periodista de esta Plaza —que todos los domingos desayunamos con su columna (bueno, yo almuerzo por los madrugones que me pego)—, debe, si no lo ha hecho ya, incluir su historia en El Callejero de la ciudad.
Llegué a mi localidad libre de humos y exenta de pipas, sudoroso, con el amistoso en abierto, y recordando como antaño hacía alguna triquiñuela para servirme del elevador en mi etapa del destierro que sufrí en el Gol Gran alto.
El juego aburrido, sin velocidad, abreviado y sin apenas improperios ni piropos que salivar. Me molestó muchísimo en pleno partido la propina que la afición dirigió a Meriton, ¿dónde están los fichajes? Sinceramente aquella letra sin ritmo estaba fuera de lugar por respeto a los once chavales que estaban jugando en el césped.
Yo le hubiera pedido el cambio a Baraja. Después a casa. Sobraba. Todas las reclamaciones a la puerta de Autoridades una vez finalizado el encuentro. Por desgracia, no podemos aspirar a más. Es la dura realidad. Cruel, pero real. La caja está vacía. La tesorería sin blanca.
Ha llegado el momento de descapitalizar a Meriton y escribo con total libertad, no desde Libertad. Agotarlos, obligarles a que hagan las maletas, pero siempre con una alternativa seria y fiable, que creo no la hay.
Es el tiempo de construirla y para ello es necesario involucrar al nuevo gobierno popular, a empresarios de AVE, y a Caixabank. Van a contar con el incondicional respaldo de padres a hijos. La historia se repite, hay que soltar las duros para echar a estos asaltadores de caminos. No pueden pasar ni un día más en Mestalla.