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tribuna libre / OPINIÓN

Un mar de insensatez

25/09/2017 - 

El tsunami siempre avisa, aunque sea durante un breve lapso. El agua retrocede y deja ver el lecho marino. El de Cataluña llevaba mucho tiempo advirtiéndonos. Pero lejos de preparar un refugio confortable y a la altura, que protegiera la democracia, los derechos de los ciudadanos y la voluntad popular, se construyeron diques de contención: el Gobierno rechazó la reforma de l’estatut catalán, retrasó la reforma constitucional, persiguió judicial y políticamente a los dirigentes secesionistas, y lo peor, consintió, cuando no, toleró y fomentó, por acción u omisión, la gestación de un sentimiento de rechazo hacia todo aquello que oliera a catalán, fuera o no independentista.

Pero al tsunami los muros le son indiferentes. Y los ha barrido con mayor fuerza. Incluso le han servido de munición para crear nuevos conversos al nacionalismo. Si las anteriores decisiones del ejecutivo han avivado el fuego catalanista, la suspensión de facto de la autonomía catalana, con la detención de dirigentes del Govern y el bloqueo de las cuentas de la Generalitat, están directamente echando gasolina al procés.      

La falta de iniciativas, de espacios de diálogo, de cooperación entre las administraciones implicadas, ha conducido a un callejón sin salida. Puigdemont podría dar marcha atrás, sí, pero eso le dejaría en el mismo lugar, casi irrelevante, que a Artur Mas. Desconvocar el referéndum, además, ya no es solo una cuestión que puedan decidir los dirigentes políticos, cuando se ha alentado a la población a tomar las calles. El gobierno central está dispuesto a hablar, ahora, de financiación, como penúltimo recurso. Pero el tiempo de la sensatez, del acuerdo, parece ya rebasado.

El referéndum, según las leyes catalanas en las que se ampara, es legal. Otra cosa es que sea legítimo. ¿Se puede legitimar una consulta auspiciada, sí, por una mayoría parlamentaria, pero sustentada en una minoría de votantes? Las elecciones catalanas las ganó en escaños el bloque nacionalista, pero las perdió en número de votos por un escaso margen. ¿Era éste, entonces, el momento apropiado para convocar el referéndum? Se nos antoja que no, al menos, cuando el último resultado electoral en Cataluña arrojó una completa división entre independentistas y no independentistas.

Suceda lo que suceda de aquí al 1-O, el daño, la fractura, puede costar años en ser reparada. El terremoto social ya se ha producido, el agua ha retrocedido y ha dejado más al descubierto nuestras miserias políticas. El tsunami puede cambiar por completo el paisaje que conocemos.

Antolín Miñana Alemany es periodista.

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