El Festival Internacional de Mediometrajes de Valencia cuenta con casi una década de carteles promocionales, nueve ediciones con nueve autores distintos y una discontibuidad gráfica que ha conferido por sí misma al festival un rasgo de identidad único
VALENCIA. En 1972 José Luis López Vázquez interpretaba el angustioso papel protagonista de La cabina, la película dirigida por Antonio Mercero que con sus 37 minutos de duración la situaban, por normas consensuadas por diferentes academias de cine internacionales, en la categoría de mediometraje. El mediometraje más famoso de la historia del cine español, un género, por duración, hermano pequeño del largo y mayor del corto, ese hermano mediano a veces olvidado, donde se cuentan historias de entre 30 y 60 minutos.
La cabina obtuvo un Premio Emmy en 1973 al mejor telefilme, y conLópez Vázquez de nuevo de protagonista se auto-homenajeó en 1998 con el anuncio de Retevisión que simbolizaba la liberación de la telefonía en España. Pero el auténtico tributo a La cabina de Mercero, al cine desde el cine, se comenzó a forjar en 2008 cuando nace el Festival Internacional de Mediometrajes de Valencia: La Cabina.
La Cabina es el único festival internacional de mediometrajes del mundo. El Festival de Cine de Brive(Francia) también tiene como objetivo la reivindicación del mediometraje, pero se milita a producciones galas, sin el carácter internacional de La Cabina, lo cual convierte a Valencia en la capital del mediometraje.
Este año,esta misma semana, La Cabina llega a su novena edición, y lo hace dando “el gran salto”, tal y como ha bautizado Carlos Madrid,director del festival, a la ceremonia de inauguración que tendrá lugar en el Palau de les Arts este próximo jueves 3 de noviembre. La gala estará presentada por Raúl Salazar, SixtoX. García y Javi Bóinez (el tridente CinemaScupe) de quienes puede esperarse cualquier cosa menos una velada aburrida.
Para esta edición, La Cabina incorpora una nueva categoría a sus premios apostando por el Mejor Diseño de Cartel.Visto el nivel cualitativo de estas piezas en años anteriores, y movidos por la ausencia de reconocimiento al diseño en los principales palmarés de cine,el Festival Internacional de Mediometrajes de Valencia marca de esta forma una tendencia por delante de premios tan célebres como los Goya o los Oscars.
Y es que el propio cartel del festival es algo que ha hecho que el diseño sea un elemento importante y definitorio de su ADN, ya desde la primera edición de La Cabina. Durante sus nueve ediciones, el festival ha contado con nueve profesionales distintos para el diseño de su propio cartel, lo cual ha hecho que a lo largo de casi una década la imagen del festival haya mutado por completo de año en año, convirtiendo este hecho en un propio hito de comunicación de La Cabina.
De esta forma, entre los círculos del diseño y la ilustración valencianos se genera cierta expectación con cada edición, atentos a quién será el encargado de diseñar el cartel.
Carlos Madrid, alma máter de La Cabina, consciente que el público del festival aprecia el diseño como disciplina ha encontrado en su descontinuada cartelería un rasgo identitario en sí mismo. Aún así, reconoce que no tuvo claro desde el principio que la carta de presentación del festival tendría este carácter cambiante: “La verdad es que no sabía, después de la primera edición, si iba a haber segunda, así que lo del cartel en aquel momento estaba en un plano secundario”, comenta.
“Cuando tuvimos claro que íbamos a repetir, supuse que había que dar oportunidades a otros diseñadores o ilustradores para hacer este encargo. No tenía un plan preconcebido sobre qué era lo conveniente. De hecho, sabía que no había que variar mucho de un año a otro para que fuera reconocible con el tiempo, como hace Cannes, Clermont, Berlín o, más cerca Cinema Jove. Hice lo contrario de lo que se debía; así, sin más. Pero con el tiempo la variación y la expectativa por quién haría el siguiente cartel se convirtieron en una seña de identidad de La Cabina, así no puedo hacer otra cosa que alegrarme de aquel error”.
Repasemos cuáles han sido los carteles de las nueve ediciones del festival La Cabina, y quiénes son sus autores:
Con una duración de sólo cuatro días, nacía en Valencia en 2008 La Cabina, el Festival Internacional de Mediometrajes de Valencia. Su cartel, una primera alegoría al mediometraje La cabina de Antonio Mercero, lo firmaba una veinteañera Mireia Pérez (Valencia, 1984) un par de años antes de ganar el Premio de Cómic Injuve y el Premio Internacional de Novela Gráfica Fnac-Sins entido. La dibujante valenciana, precoz y prolífica, iniciaba entonces su carrera como historietista y ya son incontables sus colaboraciones desde fanzines a cómics pasando por revistas como El Manglar, El Jueves o su obra propia La muchacha salvaje publicada en 2011.
La segunda edición de La Cabina duró un día más que el año anterior. El cartel de 2009 fue obra de Julia Valencia (Cádiz, 1981), diseñadora, ilustradora, escenógrafa, directora de arte y creadora también del logo del festival, esa cabina en un tampón circular que a modo de cuño sigue vigente hoy en día.
En 2010 el festival alcanza los diez días, una duración que se mantiene en la actualidad. Para el cartel de aquél año, Gloria Vilches (Valencia, 1978) hizo un collage para representar el tiempo, pieza clave en el festival para hablar de ese metraje de 30 a 60 minutos.
Desde entonces, la artista valenciana ha demostrado un gran dominio del collage, realizando mediante esta técnica ilustraciones para artículos de diversos medios hasta editar su propio libro recopilatorio a finales de 2013: ¡Ay de mí!
l cartel de la cuarta edición de La Cabina lo realizamos los valencianos Estudio Menta (servidor, junto a mis socios Elisa Gómez y Raül Climent), y dándole la vuelta al encargo hicimos una serie de cuatro carteles en lugar de uno. Eso sí, optimizando planchas y colores para que el coste de la impresión fuese el mismo que hacer un único cartel a cuatro tintas. Aunque el mayor reto era resolverlo desde el enfoque de la comunicación, no sólo promocionando el festival sino comunicando lo que era un mediometraje, todo ello desde nuestro perfil de diseñadores gráficos (a contracorriente de la tendencia del ilustrador que predomina en este repaso de carteles). Conseguimos hacer alusión al concepto de mediometrajes a partir de la idea de “el tiempo justo”, unos copys con referencias tipográficas a temas clásicos del cine, en uno de los trabajos de los que más orgullosos estamos.
Aunque muchos la conocerán como Littleisdrawing, Carla Fuentes (Valencia, 1986) fue la ilustradora que, continuando la alusión al concepto del tiempo, realizó el cartel de 2012 de La Cabina. Unas manos que empapelaron la ciudad, dibujadas por esta componente de la fantástica última generación de ilustradoras valencianas, a quien se le amontonan exposiciones y colaboraciones en una trayectoria de cambio y evolución de registro hasta el interesante punto pictórico en el que se encuentra hoy.
Para la sexta edición de La Cabina, la encargada de realizar la imagen fue Paula Bonet (Vila-real, 1980), quien consiguió con su reinterpretación de Alicia en el País de las Maravillas que, literalmente, los carteles volasen. ¡La gente los arrancaba de las paredes! La idea del tiempo y los relojes como elemento didáctico sobre la duración del cortometraje se había convertido ya en un elemento recurrente, siempre pasado bajo el tamiz del ilustrador de cada edición.
Ilustradora, dibujante, pintora… con una última etapa volcada en el mundo editorial generando todos los contenidos de texto y obra para sus libros Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End, 813 y La Sed, el éxito sin fronteras de Paula Bonet y su interesante evolución dejaron huella en aquella edición de 2013 de La Cabina.
Tardó cinco años en volver a aparecer el elemento de la cabina telefónica roja en el cartel del festival, y fue Luis Demano (Alicante, 1976) quien, representando esta especie de Rue 13 del Percebe de iconos del mundo del cine, configuraba así la fantástica imagen para 2014. Demano es genial generando universos propios, sea para ilustraciones infantiles o para fanzines gamberros. Al final, por paradójico que suene, se ha labrado un carácter propio siendo una especie de navaja suiza, dominando la ilustración desde diversos estilos. Es habitual tropezar con ilustraciones suyas abriendo las páginas de la revista Plaza, La Marea, Gràffica, El Mundo, eldiario.es o ABC, en carteles por las calles de Valencia o en algún fanzine, donde aprovecha para sacar su lado más crítico en un sector poco autocrítico.
Podría decirse que 2015 fue el año de Escif en el panorama cultural valenciano, más allá de los muros de la ciudad y de su éxito en el streetart a nivel internacional. Y es que el artista urbano Escif, este mismo año realizó, además de la Falla Corona, el cartel para la octava edición de La Cabina. Para su obra simbolizaba el mediometraje como un pony.
Escif, que aunque ha realizado algunas colaboraciones tan dispares como estas, se sirve del espacio público como medio, aplicaba a La Cabina un estilo con el que ha impregnado algunos de los muros más mordaces y críticos en ciudades de medio mundo.
Para la presente novena edición de La Cabina, que arranca del 3 al 13 de noviembre de 2016, el ilustrador y diseñador gráfico Lawerta (Valencia, 1983) ha sido el encargado de, cuarenta y cuatro años después, volver a meter en la cabina a José Luis López Vázquez, aunque esta vez cambiando su agobiado gesto por una sonrisa. “La idea del cartel era representar, usando el imaginario del mediometraje, que dentro de La Cabina hay algo mágico difícil de explicar que mola. López Vázquez está dentro, igual que en el mediometraje, pero en lugar de estar agobiado y estresado por no salir está encantado de estar dentro disfrutando”, comenta.
Lawerta reconoce que conocía el festival por sus propios carteles, por la gente que los había hecho, pero desconocía lo que era un mediometraje así que no dudó en ver la película de Mercero: “Gracias a La Cabina descubrí qué es LA CABINA, y me inspiró tanto que no dudé en utilizar esa estética para el cartel”. Terminando de relacionar el cartel con el festival, las formas que envuelven al personaje son los tres colores que representan las tres categorías de La Cabina: Sección Oficial, Amalgama e Inèdits.
Lawerta es único, con un gran dominio de la tipografía y las letras dibujadas. Respecto al reto que suponía este encargo, el autor comenta: “Mi principal reto era que arrancasen el cartel de las paredes, pero no lo he conseguido… (ríe) Mi reto en estos casos donde el trabajo tiene tanta visibilidad es el mismo, que yo acabe contento y que guste”.