Páginas de Espuma publica el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, un compendio de relatos brillantes de esos que se ven menos de los que uno querría
VALÈNCIA. El relato vive, la lucha sigue: en la época de TikTok los más jóvenes no aguantan la duración de una película; lo contaba hace unos días Eugenio Viñas, pero lo sabe cualquiera que conviva con un Gen Z, o de ahí para abajo. El recurso más preciado en algoritmolandia no es el oro, las tierras raras o el uranio, sino la atención. Tu atención vale su peso intangible en dólares. Y la tuya es relativamente fácil de atrapar. Sin embargo, la atención de los nativos requiere de una cacería estratégica: hay que llevarlos hasta el final del desfiladero y allí empujarlos de cabeza a la trampa, pero se las saben todas: un error y se escabullirán en busca de otros prados en los que pastar haciendo scroll o siguiendo un directo. La capacidad que nos permitía mantener la concentración durante horas —un par al menos— es cosa del pasado. El subidón de la notificación ha desintegrado la muy humana curiosidad por los procesos de una duración mayor de treinta segundos.
Es un jaque mate: hay contenidos que requieren desarrollo, pero se venden con socialmediafórmulas basadas en la espectacularidad de lo que sucede durante los cinco primeros segundos, que es lo máximo que nos concede un usuario antes de deslizar su dedo para pasar al siguiente post. Este ceder a los vicios de la mercadotecnia lo que consigue es aplanar la ya muy precaria capacidad de focalizar de eso que se llama audiencia y que es lo que venden las cadenas a los anunciantes. Es jodido, pero es real: la única función de los programas televisivos —o radiofónicos— es construir una masa de televidentes u oyentes que venderle al mejor postor. Ni más ni menos. Es lo que hay. Y uno se pregunta: ¿cómo puede sobrevivir la literatura a semejante chaparrón? Bueno: por un lado, gracias a un ejército de fieles en extinción. Por otro, a lomos del relato breve, un género que si no es la literatura en mayúsculas, sí podemos decir que comparte dicho título con la novela.
Hay muchos relatos buenos publicados en los catálogos de las editoriales, y luego hay relatos excelentes, como los de Liliana Colanzi en este volumen, Ustedes brillan en lo oscuro, que edita Páginas de Espuma y que fue reconocido con el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. Escribir un relato corto como por ejemplo el que abre este libro no es sencillo: hay que sentirse muy libre para poder hacerlo. Las primeras páginas son ya una sacudida: una cueva, una mente humana o protohumana, un parto, una obra de arte antigua, dos maullidos. Y luego: un crimen, y una secuencia extraordinaria de hechos que se relacionan y se suceden, que generan nuevas ramas de acontecimientos en el árbol de lo que existe, que en ocasiones llegan a callejones sin salida y se extinguen en silencio, sin que nadie se dé cuenta, en la oscuridad de las tripas de la tierra en la que se gestan durante miles de años columnas que son el encuentro entre las pacientes estalactitas y estalagmitas, y con las que la naturaleza hace ostentación de su paciencia mortal (para nosotros).
En este primer relato de seis, pasa esto: "la luz brotó del fondo de la noche sin que ningún ser vivo la notara. Una llamita plateada del tamaño de un anillo, surgida de la nada. La luz se detuvo en medio de la cueva, suspendida, se infló de golpe y creció varias veces su tamaño. En su interior se dibujó el contorno de una crisálida hecha de agua o de alguna otra sustancia trémula. Giró sobre su eje, primero sin prisa y luego a gran velocidad, hasta que la cueva se convirtió en una cápsula de luz vibrante. Se oyó el croar de un sapo; desde la aldea llegaban los cantos en honor al dios del trueno […]
Las partículas arrojadas al aire se alojaron en el techo de la cueva, donde fueron descompuestas por los hongos o devoradas por los murciélagos que hibernaban allí. Con los años esos murciélagos desarrollaron una mutación en la boca y la nariz que les permitía ser más efectivos para captar ondas sonoras y así localizar insectos. Los sembradíos del pueblo cercano se vieron libres de las plagas que los azotaban y que causaban hambrunas y enfermedades mortales". La escena completa es cautivadora. Todo pasa en un reino no humano, en un tiempo ajeno: una crisálida venida de algún lugar desconocido con un propósito desconocido que inicia una reacción en cadena que beneficia a un ecosistema durante siglos, y este a su vez a un pueblo de nuestra especie. Las imágenes de Colanzi son directas y maravillosas: un guano compuesto de cutículas de insectos que sostiene la vida en el crepúsculo. Salamandras atraídas por los escarabajos que se ocultan en los intersticios de la roca.
El tiempo, el mejor de todos los temas y el más sobrecogedor, se aborda en Ustedes brillan en lo oscuro desde diferentes ángulos, en esta cueva que se mantiene inmutable a través de las eras, escarbando en busca de las raíces históricas de la explotación del caucho en las ruinas de un pueblo amazónico, en las estrictas normas de una colonia religiosa anclada en el pasado o en la velocidad nuclear de una radiación que afecta a los jóvenes que viven cerca de una central nuclear andina y a los recolectores de chatarra de una ciudad brasileña. La manera de narrar de Colanzi es brillante, igual que lo es este volumen de relatos, que es además perfecto para ser disfrutado en verano, porque en verano, cuando por fin logramos detenernos un poco, somos de nuevo conscientes, como lo fuimos de pequeños durante el periodo estival, de la vastedad pegajosa o eléctrica —depende— de la dimensión del tiempo, que quizás, por otro lado, sea solo una ilusión sensorial y cognitiva producto de nuestra molesta caducidad.
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