VALÈNCIA. La Movilidad está en el eje del debate público desde hace años. Los costes asociados a los atascos de tráfico han sido analizados y cuantificados en diferentes estudios. En el caso de la ciudad de València, el último informe de Fedea realizado por Xavier Fageda, de la Universitat de Barcelona, y Ricardo Flores-Fillol, de la Universitat Rovira i Virgili, destaca que los atascos de tráfico cuestan 49,8 millones de euros en horas de trabajo a las empresas radicadas en la ciudad.
El cálculo se ha realizado a partir de un estudio de la empresa TomTom que toma como punto de partida las 74 horas anuales que cada valenciano pierde de media por culpa del tráfico, multiplicado por los costes laborales. La cifra, sin embargo, contextualizada resulta ser bastante inferior a la media española. De hecho, el coste para toda España de los atascos es de 840 millones de euros al año. Acudiendo a la habitual proporción que establece que València estaría en el umbral del 10% en la media nacional, se constata que el gasto es considerablemente menor de lo esperable. E igualmente que el coste de València no es mucho mayor que el de otras ciudades más pequeñas como Las Palmas (45,5 millones) o Tenerife (45,1), mientras que en Madrid (187,4) y Barcelona (175,5) la cifra se dispara.
No en vano València es una de las ciudades de tamaño medio que menos problemas de tráfico acumula. En el ranking europeo ocupa el lugar 37, a muy poca distancia de Ámsterdam que ocupa el 40. Son “niveles de congestión destacables aunque no son particularmente elevados en el contexto de la muestra”, apunta el informe.
Un dato que sorprende, ya que, tal y como remarca el estudio, la densidad de turismos matriculados en la ciudad es particularmente alta (2.600 vehículos por kilómetro cuadrado) y por ejemplo está por encima de la de Madrid, que tiene 2.300 turismos matriculados por kilómetro cuadrado, Berlín o Roma, donde hay 1.500 vehículos matriculados por kilómetro cuadrado, o Londres que cuenta con 1.300.
Esta mayor densidad de vehículos no puede ser vista, en apariencia, como un correlato de contaminación, ya que las mediciones manejadas por los dos profesores combinan las de cal con las de arena. Así, con 11 μg/m3 València supera el umbral de contaminación recomendable de 10 μg/m3 de partículas en suspensión de tipo PM2.5 (es decir, partículas con un diámetro aerodinámico inferior o igual a 2,5 micrómetros). Pese a ello, la ciudad puede presumir de nuevo si acude a su contexto ya que el comportamiento relativo es mejor que el de ciudades como Sevilla o Ámsterdam (16 μg/m3), Berlín (16) o Viena (18). De hecho, según este estudio la ciudad del Turia tiene la misma contaminación que Oslo (11 μg/m3 ).
Con todo, los buenos resultados no son óbice para que se siga trabajando en el objetivo de reducir las emisiones contaminantes. Y es que, tal y como apunta desde el principio el informe, éstas provocan la muerte de 3,3 millones de personas al año en el mundo (más que el SIDA, la malaria y la gripe juntas) y el tráfico es una de sus principales causas. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, en España mueren 31.520 personas anualmente debido a la contaminación atmosférica.
En el caso español hay dos factores que contribuyen especialmente a la polución, que son la predominancia del combustible diésel (que es el más contaminante) y la antigüedad del parque de vehículos (y aquí sí que se cumple que a mayor antigüedad mayor contaminación).
Tal y como recoge el estudio, alrededor del 60% de coches en España tiene más de 10 años (datos de 2016), en comparación con el 50% de Italia, el 42% de Francia o el 35% del Reino Unido. Un envejecimiento al que ha contribuido la crisis económica, que ha elevado la edad media del parque de turismos a 12 años (en 2007 era de 8 años). Además, 1 de cada 6 vehículos tiene más de 20 años, algo más del 15% del parque, que supone entre el 30% y el 50% de las emisiones.