La OPA de SIX Group lanzada sobre Bolsas y Mercados Españoles (BME) se va a llevar el gato al agua, así de claro lo tiene el consejero delegado de Bracken IR
VALÈNCIA. Déjenme jugar a adivino. O a trader de esos que buscan predecir cómo se van a comportar los mercados mirando los posos del café o los charts técnicos, que es más o menos lo mismo. Y déjenme intentar hacer una predicción: de todas las bolsas mundiales que en las próximas semanas van a hacer ofertas por Bolsas y Mercados Españoles (BME)- la OPA del proveedor de infraestructura financiera suiza, la Bolsa de Zúrich -levanten la mano los que han aprendido esta semana que se llama SIX- se va a llevar el gato al agua.
En los últimos meses, aquí en el mercado español hemos pasado de tener una presencia internacional, más bien limitada (de acuerdo, sólida y limitada) pero un poco de primo lejano que nunca consiguió nada en la vida, a estar a punto de convertirnos en parte de uno de los tres mercados bursátiles más grandes de la Vieja Europa tras la paneuropea Euronext y la London Stock Exchange (LSE). Y eso es lo mejor que le podría pasar a España en este momento.
La Bolsa de Madrid -punta de lanza del Grupo BME- es, aquí para los ibéricos, algo más que un mercado de valores. Es un auténtico símbolo de identidad nacional y poco nos importa que BME sea una empresa privada y que realmente de quien es de sus accionistas. El Palacio de la Bolsa -situado en la Plaza de la Lealtad- es de Patrimonio Nacional y lleva entrando en nuestras casas por la tele desde que tenemos uso de razón. De ahí que el éxito o el fracaso del Ibex 35 es para nosotros tan importante como que la Selección Española gane otro Mundial o que nuestros políticos se atengan a formar gobierno (quizás la primera sea más fácil que la segunda).
Por eso, el hecho de que tanto Euronext como SIX -como parece que Fráncfort (Deutsche Börse) y Hong Kong (HKEX) también- hayan mostrado interés por un mercado tan sólido, saneado y bien gestionado como el nuestro es una señal positiva no sólo sobre la compañía sino sobre toda nuestra economía.
Y más teniendo en cuenta que en el campo de juego de los mercados mundiales de capitales llevamos siendo una plaza de segunda desde hace años. Madrid es uno de los pocos mercados independientes que quedan en Europa y su capitalización es inferior a las de Taipei o Sao Paulo, y en los pasados años lleva sufriendo una crisis muy seria de salidas a cotización y de confianza gracias a ciberfiascos como los que ha vivido el Mercado Alternativo Bursátil (MAB). Pero siendo el vigésimo mercado del mundo por capitalización que empecemos a pensar en jugar a un primer nivel es un sueño que debe ser compartido por todos.
La oferta de SIX es extraordinaria (15 veces Ebitda en una valoración récord), pero a mi personalmente me gustaría que quien comprara fuera Euronext. Y lo digo por mi vinculación personal con este mercado paneuropeo y quizá porque en términos de construcción de un proyecto europeo tiene más lógica que formemos parte de una bolsa que aúna a Ámsterdam, París, Lisboa, Dublín y Oslo y el mercado de Futuros de Londres.
Pero yo no puedo votar (vendí mis acciones de BME el año pasado y, además, bien vendidas) y solo puedo opinar. Y opino que así como lo podría ser Euronext, uno de los mercados más desarrollados y tecnológicos del mundo y clave en el proceso de construcción europea, SIX es un socio extraordinariamente serio. Plantea pagar 2.800 millones en efectivo -o una prima del 33% sobre la cotización actual- afirma en la documentación que ha mandado a la prensa que la compra servirá para fortalecer tanto el ecosistema financiero español como el suizo y, con elegancia helvética, explica que el éxito de la OPA permitirá a Madrid (y por extensión a Barcelona, Bilbao y València) convertirse en el hub europeo destino de los gestores de fondos de inversión suizos, lo que no es decir poco.
Menudo dilema: unirse al mercado de capitales de la Europa comunitaria, que será la alternativa continental al Londres financiero postBrexit, o ser el port-of-call del capital que se gestiona en Zúrich y en Ginebra, o la orilla del Lago Leman o en la ciudad relojera de Bienne. Lo bueno: todo queda en Europa. No nos salgamos de aquí, por favor.
El que España pase a formar parte de una vez de la élite de los mercados mundiales es un asunto de Estado, y estoy convencido de que la CNMV valorará su aprobación a la operación desde ese prisma. Pero es cierto que los últimos años nos han demostrado que eso sólo se consigue por el camino de las grandes fusiones. Miren la OPA no tan amistosa de Hong Kong sobre Londres hace unas semanas o la compra de Oslo por parte de Euronext este verano.
Las pequeñas bolsas locales europeas son un residuo histórico más propio de ciudades como Sofía, Valetta o Gibraltar (sí, en Gibraltar hay una bolsa) y la actual realidad financiera mundial necesita de grandes gigantes que den seguridad a los mercados.
El interés por la Bolsa de Madrid es interés por nuestra economía. A pesar de que en términos de imagen política seamos casi una vergüenza a nivel internacional Moody's decía apenas hace unos días que “la economía española ha mostrado un importante resiliencia ante los shocks que ha vivido en los últimos años (…). Su tasa de crecimiento de excederá la de aquellos de sus pares y refleja un perfil de crecimiento más saludable y más equilibrado”.
Nuestra economía, a nivel internacional, es una joya respetada por todos y para poder defenderla tenemos que tener un sitio en el consejo de los grandes exchanges mundiales. Nos merecemos empezar a jugar en primera división mundial. Y parece que tenemos, como país, buenos socios a los que unirnos para saltar al terreno de juego.
Ramón Pedrosa es CEO de Bracken IR y miembro de la Investor Relations Society (UK)