VALÈNCIA. Un desconcertado Max Aub se despierta en mitad de un extraño archivo, rodeado de sus cartas, producciones y textos… Este archivo se encuentra a su vez sobre un escenario, el de Artea Espai, donde su archivista, Alicia, le ayuda a recomponer su vida e historia para contársela al público valenciano. Todo esto sucede en el espectáculo Querido Max, una obra de la compañía de teatro emergente Orfe Teatre que puede verse sobre las tablas del 3 al 5 de mayo. Una pieza en la que se pretende mostrar al Max Aub más humano y no solo "el que se encuentra en sus escritos", un acercamiento intimista a su figura que le aleja de la posición de "personaje de culto e intocable".
La pieza nace de la curiosidad y la investigación de Tiago P.Barrachina, quien se adentra en las cartas y artículos del autor con motivo de conocerle en su faceta más “personal”. Barrachina sitúa los comienzos de esta investigación a través de una profesora suya sobre las cartas de Max Aub, con motivo de generar un epistolario: “Comenzamos a ordenar su correspondencia con diferentes grupos, yo estudiaba sus cartas con otros poetas coetáneos a él y es ahí cuando me enamoro. Veo que hay mucho material escénico sobre el que trabajar y me genera mucha curiosidad”, explica remontándose a los inicios de su investigación.
“Siento que de Max Aub tenemos una visión muy alejada y poco personal, me mueve la curiosidad por conocer más facetas suyas a través de su historia”, añade. Para ello sube al escenario a dos actores: Jordi López encarna a Max Aub y la actriz Ángela Granell da vida a diversos personajes que perfilan su historia, desde la archivista hasta el poeta Vicent Aleixandre, pasando por su sobrino Alfredo. Todos estos personajes van descubriendo las aristas de un Max Aub que deja verse a través de sus historias.
“Los diversos personajes que se suben al escenario reflejan las diferentes facetas y episodios de su vida, a través del proceso de investigación descubro que puede resultar interesante dibujar un abanico de quienes le acompañan para definirlo”, explica quien define al autor a través de su archivo y sus cartas e intenta “personificarlas”. En el proceso de transcripción confiesa que siente que se aproxima de primera mano a él a través de su correspondencia -trabajando con más de 9.000 cartas- que solo leen “los académicos de turno, los profesores y los investigadores”, pero que ahora se adaptan al idioma teatral.