2016 se esfuma, muchos se han preguntado ¿qué ocurrió en 1916 para que celebremos ahora el centenario de tantas cosas?
Este iba a ser un año que nos traía tantos motivos de alegría, con tantos centenarios diferentes y significativos, y acabó siendo el de la muerte de Rita Barberá, la persona que lideró Valencia durante casi un cuarto de esos 100 años.
Vamos a experimentar los cinco sentidos –así reza su actual promoción–. No es que tengamos que cuantificar todo, pero en este templo arquitectónico, ornamental, gastronómico y sensorial, se puede y se debe gozar de todos los sentidos. El santo y seña de los mercados a nivel mundial está en Valencia, frente a la Lonja de Mercaderes y durante este año que acaba se ha conmemorado su centenario. Si todos los días presenta un aspecto inmejorable, en la época de Navidad no pueden perdérselo, pocos planes más agradables que una visita para realizar la compra al Mercat Central.
Tristemente en este año que despedimos, no todas las noticias han sido de alegría y alborozo, la peatonalización ‘blanda’ de parte de su entorno para proteger al conjunto de edificios como la Iglesia de los Santos Juanes o Sant Joan del Mercat y con especial hincapié en la Lonja por estar declarada Patrimonio de la Humanidad, ha generado un intensa polémica entre los vendedores y usuarios del Mercado y el Ayuntamiento de Valencia, tanto por las frecuencias de los autobuses, como por la falta de aparcamiento al no estar abierto el de la Plaza de Brujas. Hace unas semanas una cadena humana simbolizó esta protesta que posiblemente tendría mayor repercusión mediática si el gobierno fuera de otro partido, pero estamos en la legislatura del ‘buen rollo’.
Y del templo del producto fresco al templo del arte, la ópera, el cine y el teatro. El Olympia, el teatro por excelencia de Valencia, ese templo de la calle San Vicente con su característica marquesina y su interior perfectamente conservado. Un lugar donde reencontrarse con un pasado de esplendor y buen gusto. En este año se celebró con elegancia y discreción –porque así son sus dueños, la Familia Fayos–, la gala del centenario y la exposición conmemorativa en la Universidad de Valencia, edificio de la Nave.
Es importante destacar como se puede ofrecer un buen producto, de calidad y de interés para el público, sin recibir ayudas públicas, sin vivir de la subvención. El Olympia está por encima de eso y así lo demostró en su gala, donde estuvieron presentes figuras tan destacadas como Ximo Puig o Juan Roig y donde los únicos que intervinieron sobre las tablas fueron los magníficos actores que realizaron un entretenido espectáculo. No hubo que aguantar discursos oficiales ni fotos de familia, todos iguales en el patio de butacas y el teatro de protagonista, desde la amable taquillera hasta los gentiles acomodadores, los que logran que cada día el teatro ofrezca su mejor cara; y por supuesto la atractiva programación que ha logrado mantener en activo y como referencia nacional a nuestro querido teatro.
La ciudad creció desde su casco histórico y a finales del siglo XIX se ‘ensanchó’ en la zona que transcurre entre la actual calle Colón y la Av. Reino de Valencia. En ese primer Ensanche y donde estuvo ubicada la fábrica de gas del Marqués de Campo –personaje ilustre y símbolo del modernismo y la evolución de Valencia, en mi opinión no suficientemente valorado y recordado–, se construyó una de las joyas del modernismo en Valencia, el Mercado de Colón. Curiosamente su inauguración oficial fue el 24 de diciembre de 1916, el día de Nochebuena o Nit de Nadal.
En la actualidad cuenta con cierto apoyo del consistorio y se ha renovado su imagen fomentando su parte gastronómica con locales de referencia en el mundo de la restauración. Alguno de ellos entre los destacados de la Guía Hedonista que acaba de publicar su Anuario 2017 en papel. Durante la época de Navidad además de su espectacular árbol, alumnos de colegios de Valencia van a cantar villancicos, siguiendo una bella tradición que no podía encontrar mejor lugar para realizarse. Larga vida a este corazón del Ensanche que se ha convertido en el punto de encuentro de la sociedad valenciana.
En este caso, el centenario era del fallecimiento de este gran artista valenciano, uno más de la larga lista de personajes ilustres a los que rendimos homenaje tras su muerte o años después de la misma. Pero como dice el refrán “nunca es tarde si la dicha es buena” y este año hasta las exposiciones sobre la figura y obra de Pinazo las hemos podido disfrutar en el MUBAV, el IVAM, la Fundación Bancaja, el MuVIM o el Centro Cultural La Nave de la Universidad de Valencia.
Hay que agradecer el trabajo de Carlos González Triviño y del biznieto del artista, José Ignacio Casar Pinazo, quien actualmente es el director del Museo de Bellas Artes de Valencia, en la preparación de las actividades, exposiciones y conferencias que se han realizado para difundir la figura de Ignacio Pinazo Camarlench. Otro de los nombres que hacen la ‘marca Valencia’, una marca que debe ser orgullo por su historia y calidad en ámbitos culturales, sociales, empresariales, gastronómicos, musicales, etc.
Y como triste epílogo a este año que termina, donde los valencianos hemos recordado y festejado los centenarios de edificios y personalidades de Valencia. La ciudad que durante casi 25 años tuvo como alcaldesa –logrando consecutivas mayorías en las elecciones– a Rita Barberá y que un miércoles gris y lluvioso de noviembre murió en un hotel de Madrid, entre el abandono de quienes, en muchos casos, le debían su trabajo y su “éxito” profesional y la crítica mordaz y constante de quienes la desean ver “crucificada” como una corrupta.
Apenas un mes ha pasado, probablemente los años y la perspectiva serán justos y reconocerán que en ese final del siglo XX e inicio del XXI la gestión de la ‘alcaldesa de España’ tuvo más luces que sombras y quizá los valencianos en 2116 (ya se que se hace raro hasta pronunciarlo) recordarán que “hace 100 años murió la personalidad política más destacada del siglo XX en Valencia”. Les deseo una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo.