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35 años de 'Roger & Me' de Michael Moore: un documental demoledor sobre la desindustrialización

En el mismo año en que cayó el Muro de Berlín y se iniciaron los años de hegemonía neoliberal, Michael Moore rodó un documental sobre las consecuencias de la desindustrialización en su ciudad que, a la postre, viendo todo lo que ha sucedido después, es un documento de extraordinario valor. Reúne de forma clara y sintetizada todo lo que ocurre en estos procesos: desde la debacle humana a los discursos de que hay que emprender (dichos en campos de golf) o alegrarse por vivir en el mundo libre

30/03/2024 - 

VALÈNCIA. Nada como el paso del tiempo para poder juzgar la calidad de un documental. Muchas veces lo que pasa después habla más del contenido de un reportaje que el documento en sí. Sin duda eso es lo que ocurre con Roger & Me, de Michael Moore, estrenado en 1989, cuando la desindustrialización era un problema que estaba perdiendo fuelle entre los fuegos de artificio de la globalización. 

Los cierres de industrias con participación pública o sin ella en Europa, incapaces de competir con el Asia emergente, y las deslocalizaciones a países con sueldos más bajos habían sido el drama de los años 80. El declive se había iniciado con las crisis del petróleo y se dejaba atrás un modelo productivo sólido y estable. En 1989, momento de presentación de Roger & Me, la economía estadounidense se encaminaba a la recesión. Después del Lunes Negro, no hubo indicios claros de recuperación hasta 1992. Sin embargo, en esas fechas hubo un acontecimiento que marcó mucho más a la población, la caída del comunismo. 


El colapso de los países con economías planificadas no solo significó el triunfo del capitalismo, sino de la desregulación de los mercados y el intervencionismo. En esos años victoriosos de la Escuela de Chicago, de donde procedían los economistas más partidarios de estas políticas económicas, que un tío llegase con la cantinela de la desindustrialización sonaba a desfasado. Esa época ya había pasado. Toda Europa la vivió en los 70 (España en los 80 por aplazarse las medidas en la Transición) y el tema aburría. Pero ahí estuvo el éxito de este cineasta. Le puso el cascabel al gato y fue, de algún modo, el aguafiestas de la euforia que se estaba viviendo en aquellos momentos con el final de la Guerra Fría. 

Roger & Me se convirtió en el documental más taquillero de la historia, hizo siete millones de dólares, seis de ellos en Estados Unidos. La narrativa humorística, con un uso constante de la primera persona –formato que tienen programas como Salvados- lo hacía muy ameno, aunque el trasfondo fuese tétrico. Eso no le libró de recibir críticas que lo encontraron exagerado. Y también hubo polémicas porque se descubrió años después que Moore sí logró entrevistar a Roger Smith, capo de General Motors, pero el autor prefirió omitir el encuentro. Nada de eso importa hoy. 

Lo que es relevante de este documental y lo hace tan bueno es que lo que vemos en la pantalla se ha repetido por todo el mundo a la hora de afrontar el mismo problema. Hay tantas tendencias que ya vienen ahí reseñadas que podríamos llamarlo el Libro Blanco de la desindustrialización. 

Primero, Moore habla de San Francisco y en el lejano 89, antes de internet, ya muestra una ciudad con un local de hostelería por cada 44 habitantes, donde se pueden pedir mil tipos de café. La ciudad del éxito. En cambio, en Flint, donde se estaban produciendo los cierres, el de General Motors iba a costar 30.000 puestos de trabajo. Roger Smith se llevaba la producción a México. 

Esta situación generó una ola de desahucios. Moore entrevista al que se encarga de llevarlos a término, que es un antiguo obrero de una fábrica que dice que no volvería ahí jamás, que era una “cárcel para la mente”. Tienen que abandonar su hogar familias enteras de forma indiscriminada. Muchas de ellas, y queda patente ante las cámaras, con niños muy pequeños. Había 24 desalojos diarios y los camiones de mudanzas eran difíciles de contratar porque no daban abasto. 

No solo se iba la gente de las casas que no podían pagar, otros tantos emigraban. Ronald Reagan, presidente mientras se rodaba, lo había recomendado. Fue allí a comer pizza con los trabajadores y les dijo que se fueran a Texas o al sur, donde había más trabajo entonces. Aquí, en la crisis de los años 10, también se endulzó la emigración forzosa de los jóvenes recién licenciados. 

Moore llevó su cámara a clubes de campo y campos de golf, donde los socios no estaban afectados por estos problemas, al menos en ese momento. Los entrevistados recomiendan a los desahuciados que lo que tienen que hacer es emprender, que son unos vagos. Una cantante, Anita Bryant, recomienda al público que sean “positivos”, “tienes que ver lo positivo que hay dentro de ti y de tu comunidad”. Por ejemplo, lo que le había explicado cierta política: “Margaret Thatcher me dijo ‘alégrense, que tienen un gran país, no todo es perfecto, pero alégrense, porque viven en Estados Unidos, que es un país libre, cada día es una nueva oportunidad para hacer algo contigo mismo”. 

Pat Boone también le prometía a su público “un nuevo amanecer”, pero este se reduce a dos modelos de negocio, el turismo y la hostelería. Los trabajadores de las cadenas de montaje, sin embargo, no se adaptan a la velocidad a la que hay que rendir en el Taco Bell, cuentan. Otros se lo montan por su cuenta, vendiendo conejos que crían ellos mismos, o hay casos extremos de ir a vender la propia sangre. Eso los entrevistados, mucha gente también tomó atajos y la región alcanzó una de las tasas de criminalidad más altas de todo el país y récord de asesinatos. 

Entre los grandes planes para saca eso adelante, fue la creación de un mega parque temático, AutoWorld, sobre la industria extinta del lugar. De hecho, se exhibían los brazos mecánicos de las cadenas de montaje, prodigios de la automatización, que tanto habían contribuido al paro. Afortunadamente, ahora es una universidad. 

Flint tuvo unos 200.000 habitantes en los años 70, en la actualidad son menos de la mitad. Y menguando y enfermando. La última vez que esta localidad volvió a las noticias fue porque el ayuntamiento decidió cambiar el suministro de de agua del río Flint al lago Huron para reducir costes. El agua del río era corrosiva y llevó el plomo de las tuberías a la población, lo que desencadenó enfermedades, algunas gravísimas para los niños. Es una de las mayores crisis de salud pública de la historia de Estados Unidos. Para desgracia de los habitantes o más bien ex habitantes de Flint, esta localidad se ha convertido en una metáfora de la actuación de “la mano invisible del mercado” sobre la población. Roger & Me, del que se han cumplido 35 años, sintetiza un fenómeno y unas reacciones que son globales de forma magistral. 

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