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CRÍTICA DE CINE 

'78 days': Una cámara doméstica es suficiente para contar el horror

Culturplaza analiza los largometrajes de la Sección Oficial de Cinema Jove 2024

11/06/2024 - 

VALÈNCIA. El found footage es un formato del que se ha servido el audiovisual a lo largo y ancho de su historia y sus géneros. Consiste en generar una ficción con el espejismo de ser “un material encontrado”, normalmente metraje doméstico o descartado. El cine de terror es tal vez uno de los que más se ha aprovechado de este recurso, que le otorga cierta verosimilitud, y por tanto, la amenaza monstruosa se siente más terrorífica.

¿Pero qué pasa cuando el found footage en realidad cuenta algo que ya cuenta con toda la verosimilitud? Este el es caso de 78 dana (78 days), de Emilija Gašić. Un relato, a través del vídeo doméstico, del bombardeo de la OTAN sobre Serbia en 1999, uno de los episodios más vergonzosos e inhumanos de la historia reciente de Europa.

Gašić arma toda la película a través de la grabación de estos vídeos cuando una familia se refugia en una casa de campo. Volviendo a la pregunta, el found footage convierte esta película de ficción, de alguna manera, en un artefacto para contar algo real, que sucedió, que forma parte de una historia aún por contar. A veces la ficción puede ser más verdadera que la realidad. Gašić al menos parece entenderlo así, y por eso confiar plenamente en la narración desordenada hecha aparentemente por un grupo de adolescentes a lo largo de los días.

En el espacio rural además ocurre algo fuera de lo común en estas narraciones bélicas. Sin necesidad de entrar en lo que está ocurriendo en la ciudad, el conflicto en realidad se percibe como un rumor; casi como una zona de interés de la que intentar abstraerse, con la diferencia de que no es malvada y deliberada, sino una especie de refugio familiar desde el cual ni siquiera querer observar el horror inevitable.

78 dana, por tanto, es una colección de escenas familiares. A lo largo del metraje hay pequeñas señales de cómo escala el bombardeo. Y sin que haya referencias explícitas, sin que se capitalice el diálogo en la casa, sí se va observando que cada vez hay menos escenas felices, desinhibida. El found footage viene a destacar algo invisible que está sucediendo: no hay refugio posible, la tensión por lo que vaya a pasar, el tiempo suspendido, el aislamiento forzado, genera tensiones en la familia, sobre todo en las generaciones que se han encerrado cuando se suponía que tenían todo por hacer.

Gašić controla perfectamente el dispositivo para que no haya fisuras en esa verosimilitud. No necesita más que un par de efectos especiales para generar ese ambiente de guerra. En la familia, en lo que no se dice que se nota que sucede, ya está la guerra entera. Las interpretaciones y un guion que no busca grandes parlamentos son la clave para la buena resolución de su propuesta. Tal vez el espectador deje de encontrarle sentido, en cierto momento, a la sucesión de escenas familiares cuando se ha acostumbrado a lo que ve, pero reside en la escalada invisible, en que sea tanto una historia sino un documento de cómo el bombardeo carcome hasta el rincón más protegido de una sociedad, donde 78 dana es fértil.

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