VALÈNCIA. "En definitiva, el Día de la Comunitat Valenciana se celebra sin que se pueda proclamar felicidad desbordante por las evidencias del autogobierno. Pero al mismo tiempo, se percibe en muchos que, dada la situación económica y social, tampoco parece la gran prioridad para la mayoría en este último 9 d'Octubre antes de las elecciones autonómicas y locales. Unos comicios a los que el bloque de izquierdas, ahora en el gobierno, se enfrenta tratando de relanzar ilusión por un Botànic III mientras que en la otra orilla, espera al acecho un PPCV que se vería obligado a pactar con una formación antiautonomista como es Vox".
Así concluía el pasado año el tradicional artículo publicado por este diario el 9 d'Octubre, en el que se hacía una modesta reflexión sobre la situación de la Comunitat Valenciana y un balance sobre el estado del autogobierno. Tras dos legislaturas con el Botànic al mando, el nuevo Ejecutivo conformado por PP y Vox tomó la batuta el pasado mes de julio, por lo que este será el primer 9 d'Octubre con los nuevos inquilinos en el Palau de la Generalitat.
La solemnidad, el respeto al aniversario valenciano y la puesta en escena institucional no serán muy distintas a las de los anteriores ejercicios. La diferencia estará en las palabras, los detalles, los matices. La distancia entre los dos socios que habitan en el Gobierno valenciano es notable: el PP, pese a que siempre mira a Madrid, es un partido que cree -y así lo proclama- en en el sistema autonómico y en las posibilidades del autogobierno, mientras que Vox es una formación de corte más centralista que rechaza precisamente este modelo reflejado en la Constitución.
Sólo hay que echar un vistazo a su programa electoral en las pasadas elecciones: "Limitar todo lo posible la capacidad legislativa autonómica"; "devolución inmediata al Estado de las competencias en Educación, Sanidad, Seguridad y Justicia"; "acabar con las fronteras artificiales creadas por las Comunidades Autónomas"; "recentralización de las instituciones provocada por la ineficiencia del 'Estado autonómico'"... son sólo algunos ejemplos, además de otras afirmaciones: "La rica diversidad de España, su pluralidad provincial y comarcal, están amenazadas por un estado autonómico que trata de crear falsas identidades que nos dividen y enfrentan".
¿Es la valenciana una de esas falsas identidades que nos dividen y enfrentan? A priori, no, dado que en el propio acuerdo para gobernar la Generalitat entre PP y Vox fue incluido el pacto para una Ley de Señas de Identidad "que proteja los valores y costumbres y tradiciones de la Comunidad Valenciana como parte esencial de la plural riqueza de España". Y este es, precisamente, el hilo conductor que parece unir a los dos socios en este 9 d'Octubre: el gusto por el costumbrismo, la tradición, el simbolismo, el folclore y, sobre todo, la defensa frente a los que puedan atacar -por lo que sea- estas señas de identidad valencianas.
Es aquí donde también los dos socios muestran ciertos grados de separación. El PPCV, al creer en el autogobierno, ya ha comenzado a dar pasos adelante en la protección del mismo, ya sea en la reclamación de la reforma del sistema de financiación o en la insistencia para acelerar la ampliación del puerto. Es en ese punto donde, si en esas reivindicaciones choca con un gobierno de España en manos del PSOE o en posibles intereses cruzados con Cataluña, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, sacará su mejor versión para poner en valor las exigencias valencianas.
En la otra orilla, es más probable que los integrantes del Consell procedentes de Vox, se queden en la feroz lucha anticatalanista o en la pelea por resucitar el conflicto lingüístico -algo que el PP también juega a insinuar- que por exprimir ninguna cuestión relacionada con un autogobierno en el que, a tenor de su programa electoral, no creen.
Así pues, este es el escenario para el 9 d'Octubre de 2023, primer Día de la Comunitat Valenciana bajo el mandato de PP y Vox. El enemigo común de los socios se sitúa al norte del territorio, aunque todo apunta a que donde especialmente los populares sacarán partido será en las reivindicaciones hacia un gobierno de España que apunta a estar dirigido por el socialista Pedro Sánchez.
Esto ofrece la singular ventaja al actual Consell de fortalecerse contra los 'enemigos' externos y, al mismo tiempo, construir el relato frente a los 'enemigos' internos: el PSPV-PSOE, amigos de Sánchez e incapaces de elevar la voz para exigir al Gobierno central que cumpla con las necesidades valencianas; y Compromís, aliados de las formaciones independentistas y soñadores de la entelequia de los 'països catalans'. Estos apuntan a ser los argumentos.
Está por ver si volverá hacerse fuerte el discurso sobre los 'buenos' y 'malos' valencianos o se alcanzará el nivel reaccionario de otras épocas: "Zapatero odia a la Comunitat", se llegaba a utilizar por el PP en la etapa de Francisco Camps como presidente de la Generalitat. La realidad es que posiblemente ni exista el esfuerzo que el odio requiere, sino más bien predomine la indiferencia hacia las reivindicaciones y presunto deseo de autogobierno valenciano.
Un escenario que, en cualquier caso, tampoco apunta en materia de resultados a diferir en exceso del balance final de lo conseguido por el Botànic sobre las grandes cuestiones valencianas, empezando por la reforma del sistema de financiación caducado desde 2014 y que sigue dejando a la Comunitat en una posición de desventaja respecto al grueso de autonomías; pero siguiendo por otros asuntos como el impulso definitivo al Corredor Mediterráneo, las inversiones en Cercanías, las soluciones hídricas (Tajo-Segura), la compensación por la atención sanitaria de los desplazados o la igualdad de trato presupuestario de los recintos culturales valencianos, por mencionar algunos ejemplos.