CASTELLÓ. En plena semana fallera, con las fiestas canceladas por la covid-19, la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) ha querido dar visibilidad a la grave crisis de rentabilidad que arrastran los productores mediante una cremà de naranjos recién arrancados y acompañados de carteles y lemas reivindicativos de forma similar a un monumento fallero.
El presidente de la organización agraria, Cristóbal Aguado, asegura que “esto es solo un ejemplo de la desesperación que sienten los agricultores, ya que en el último año se arrancaron y quemaron más de 2.000 campos como este en la Comunitat”. Según datos del Ministerio de Agricultura, la superficie agrícola valenciana ha descendido un 7% en la última década y un 16% en lo que llevamos de siglo XXI. Los cultivos con mayor implantación en la agricultura valenciana son precisamente los que más han retrocedido: la citricultura ha perdido 30.000 hectáreas en dos décadas, mientras que el viñedo ha dejado de cultivar 25.000 hectáreas en ese periodo. “Y ahora –agrega Aguado– empiezan a arrancarse también campos de caquis porque los precios han caído y perdemos la mitad de la cosecha por no poder combatir las plagas y enfermedades”.
El joven agricultor de AVA-Algemesí, Ismael Navarro, explica asimismo que ha decidido arrancar sus naranjos porque “en las últimas cinco campañas he perdido dinero en todas menos una, y encima en la última únicamente he percibido 0,07 euros por kilo, con lo que pierdo 20 céntimos por cada kilo vendido. Para una economía familiar eso es insostenible. Ahora busco alternativas de cultivo o nuevas variedades, pero hoy por hoy es muy difícil sobrevivir en el sector”.
Aguado ha anunciado antes de la simbólica cremà que la organización agraria interpondrá una denuncia ante la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA), órgano dependiente del Ministerio de Agricultura, para que investigue y, en su caso, imponga sanciones ejemplares por “las ofertas abusivas que esta semana grandes cadenas de la distribución como Lidl, Alcampo y Carrefour están aplicando a productos como los cítricos. A un precio en torno a 0,50 €/kg para el consumidor, al productor apenas le quedan 0,07 €/kg como ha recibido Ismael por sus clementinas, es decir, este tipo de promociones arruinan a los productores y les obligan a tirar la toalla. Creemos que se trata de una venta a pérdidas que la Ley de la Cadena Alimentaria debería castigar con severidad”.
El máximo representante de AVA-Asaja subraya, entre las múltiples reivindicaciones del sector agrario valenciano, "una reforma de la Ley de la Cadena Alimentaria que la haga verdaderamente eficaz para frenar los abusos comerciales y garantizar unos precios por encima de costes; la revisión de los acuerdos con países terceros a fin de exigir reciprocidad con la producción europea; e impulsar con medidas de apoyo y fondos la Ley de Estructuras Agrarias de la Generalitat en aras de modernizar y mejorar la competitividad de la agricultura valenciana”.
Aguado concluye que “o los políticos protegen a los agricultores y ganaderos o luego no se rasguen las vestiduras por el despoblamiento del medio rural. Si queremos alimentos de proximidad, si queremos salud, si queremos recuperar la economía, si queremos tener un territorio bien cuidado, si queremos luchar contra el cambio climático, hay que garantizar unos precios justos a los productores, porque si el campo muere, el resto de la sociedad irá detrás”.