ALICANTE. "La CAM no fue un regalo". Lo dijo el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, en la junta de accionistas de la entidad celebrada el pasado mes de abril en el Auditorio de la Diputación de Alicante (Adda), después de que el banco trasladase su sede a la capital alicantina en octubre. En el turno de palabra de los accionistas, hubo varias intervenciones alusivas a la compra de la extinta entidad alicantina por 1 euro (en diciembre de 2011), acompañada de una ayuda de más de 5.000 millones y un Esquema de Protección de Activos (EPA) por el cual el Estado, a través del Fondo de Garantía de Depósitos, cubría el 80% de las pérdidas que ocasionase al Sabadell la cartera inmobiliaria de la caja, que la había llevado a la ruina al estallar la burbuja.
El presidente de la entidad argumentó que la extinta caja alicantina "tenía unas pérdidas que justificaban las ayudas públicas para poder privatizarla, que fue lo que se hizo", y añadió como argumento que "si Sabadell fue el único banco que acudió a la adjudicación cumpliendo las condiciones (hubo otra entidad que no lo hacía) fue por algo". Seis años después de esa adjudicación, el banco que ahora tiene su sede también en Alicante puede por fin decir adiós a la 'herencia envenedada' de la caja, cuya cúpula ha sido condenada a prisión por falsear las cuentas justo antes de la intervención del Banco de España, en julio de 2011. Con el acuerdo ya cerrado para colocarle al fondo de inversión Cerberus activos adjudicados a la CAM (inmuebles embargados), y el que se ultima para traspasar a Deutsche Bank un paquete de préstamos promotor, el Banco Sabadell se quitará definitivamente de encima los 'activos tóxicos' que llegaron junto con la red de oficinas y el negocio de la que una vez fue la cuarta caja de España.
El Banco Sabadell informaba este jueves a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) del acuerdo con Cerberus para colocarle dos paquetes (proyectos): el Challenger, formado por inmuebles de la CAM, y el Coliseum, con activos adjudicados al Sabadell. El primero, con un valor bruto de 3.400 millones de euros, está protegido por el citado Esquema de Protección de Activos. Es decir, que el FGD se hace cargo del 80% de las pérdidas que ocasione su venta (el descuento aplicado a Cerberus ronda el 60%). Por otra parte, el último proyecto a la venta con activos tóxicos de la caja, el Makalu, podría pasar a manos de Deutsche Bank en cuestión de días, según fuentes del mercado. En este caso, el valor bruto de los préstamos promotor y pyme con garantía hipotecaria ronda los 2.400 millones de euros, y el FGD también cubrirá el 80% de las pérdidas. A estas ventas cabe sumar la que se cerró a principios de mes al fondo noruego Axactor: 900 millones en fallidos de la CAM, también con EPA.
Como ha venido contando Alicante Plaza en las últimas semanas, y confirma el hecho relevante enviado a la CNMV este jueves, la mecánica escogida para traspasar los activos tóxicos a los compradores es la creación de varias nuevas sociedades, en las que Cerberus y (si se confirma el acuerdo) Deutsche Bank tendrán el 80% del capital, y el Sabadell el 20% restante. Al recibir los activos, estas nuevas sociedades disfrutarán también del EPA, que vence en 2021, y que hasta entonces seguirá cubriendo las pérdidas que puedan derivarse de la comercialización de estos inmuebles. Es decir, el Banco Sabadell quita de su balance los activos tóxicos y da prácticamente por liquidado (en su caso) el EPA. De hecho, la nota a la CNMV destaca que la venta a Cerberus "aporta un impacto positivo en el ratio de capital Common Equity Tier 1 (fully loaded) de Banco Sabadell de alrededor de 13 puntos básicos".
Esta fórmula, que se ha negociado con el Ministerio de Economía, permite al banco desprenderse de los activos sin obligar al FGD a pagar de golpe su parte de las pérdidas: de ser así, primero habría que acometer una derrama (el fondo no cuenta con liquidez suficiente, y hay que tener en cuenta que también cubre activos problemáticos del BBVA), y segundo, elevaría el déficit de España. Cabe recordar que, en los últimos dos años, el banco que preside Oliu ha pasado una factura de 2.200 millones al Frob (1.300 millones en 2018 y 900 en 2017), y que este año preveía pasar "más o menos lo mismo". Cuando se quedó la CAM, el banco 'heredó' una cartera de activos tóxicos de 24.000 millones de euros, de los que a finales del pasado año se habían liquidado 13.400. A este importe habría que sumar los tres proyectos que forman parte de esta macrooperación de venta de 'ladrillo'.
Por otro lado, como adelantó en exclusiva este periódico el pasado 2 de julio, la operación no deja a la división inmobiliaria del banco sin el negocio de comercializar los activos: Solvia, consolidada como uno de los intermediarios del sector más relevantes tras dar el salto al segmento particular con la apertura de sus Solvia Stores, actuará como 'servicer' de dichos fondos, como lo es ahora del banco, de la Sareb o de otros grandes propietarios (entre ellos, alguno tan conocido como Neinor Homes). El hecho relevante remitido a la CNMV destaca que Solvia, que seguirá participada al 100% por Sabadell (al contrario de que lo sucedió con Servihabitat, de CaixaBank), tendrá el contrato de comercialización en exclusiva de los activos incluidos en la operación.