PETRER. Jugar al Tetris, al Comecocos o al Pinball es, aún hoy, un hecho universal. Se difundieron en los años 80 y fueron concebidos para las máquinas recreativas de bares, centros comerciales y salones especializados. Con el tiempo, estos pasatiempos trascendieron su soporte original y pasaron a formar parte del día a día de sus aficionados en consolas y ordenadores personales. Aquellos —y muchos otros— son los denominados videojuegos arcade, el germen de la revolución gamer, la red social de una época.
En sus primeras décadas de existencia —apuntan los expertos—, la industria del arcade movía más dinero que Hollywood, e incluso hoy, los videojuegos generan más ingresos que el cine. Sin embargo, apenas ha existido en este tiempo una voluntad firme por conservarlos. Es esta preocupación la que, hace tres años, llevó al Grupo de Investigación Massiva de la Universidad Miguel Hernández (UMH) —dedicado al estudio de las artes audiovisuales y la cultura de masas— a preguntarse “quién preserva el legado del videojuego en España”. “Vimos un gran agujero. Anteriormente, habíamos perdido obras artísticas por no conservarlas bien (películas, cómics y otro tipo de artes), y dedujimos que estaba ocurriendo lo mismo con los videojuegos”, explica a Alicante Plaza su director, Mario-Paul Martínez.
Entonces, el también cineasta y profesor de Comunicación Audiovisual y Arte en la UMH descubrió junto a su equipo que la primera asociación del país que había empezado a recuperar videojuegos oficialmente estaba en la Comunitat Valenciana y, concretamente, en Petrer. Arcade Vintage, fundada y presidida por José María Litarte, fue la pionera en lo que Massiva ha denominado “arqueología lúdico-industrial”, esto es, no solo el hecho de conservar el juego, sino también las máquinas, el hardware. Su experiencia y su profundo conocimiento sobre el tema servirían de punto de partida para la realización de un documental de dirección y producción alicantina que se abriría a toda la península: Arcadeología.
La implicación de Arcade Vintage en la primera película sobre recreativos gestada en España ha sido total desde el primer minuto. “En todo momento, nos han facilitado contactos, ideas, rutas, procesos de conservación… Y ha sido algo recíproco. Cuando encontrábamos algo nuevo, lo compartíamos con ellos”, cuenta Martínez. De hecho, Massiva ha sido testigo de cómo el colectivo ha pasado de ocupar un pequeño local en Petrer a inaugurar en Ibi el primer Museo del Videojuego en España. Un proceso que, por cierto, vertebra todo el documental.
El film cuenta con las voces de un amplio espectro de profesionales del sector, desde reparadores de máquinas hasta expertos en ingeniería inversa, diseñadores de arcade, periodistas especializados y compositores de música para videojuegos. Salva Espín, el conocido dibujante de Marvel, también aparece entre ellos. En Arcadeología, las propias fuentes construyen el relato. Un relato que, según su director, se había hecho hasta ahora “desde un punto de vista muy ligero, muy anecdótico, sin profundizar” y, lo más importante, nunca se había llevado a los cines.
El proceso de creación, no obstante, ha resultado largo y complejo: “Han sido tres años de locura, de ir recorriendo España y, sobre todo, de ir expandiendo redes”, relata Martínez. “Empiezas a conocer gente que llega a rozar la ilegalidad para romper copyrights y conservar los videojuegos antes de que una empresa los guarde y se pierdan para siempre”, agrega. Y así, uniendo vértices, llegaron incluso a la Biblioteca Nacional de España, en la que se está gestando un proyecto oficial del Estado para su recuperación. “Lo bonito es que todavía no hay nada cerrado, estamos todos trabajando en ello, porque ya se sabe cómo conservar un cuadro, pero no un videojuego”, concluye el cineasta, para quien lo más costoso de la creación de la película fue la sala de montaje: “Cuando acabamos de rodar, teníamos 100 horas de metraje. Hubo gente que nos planteó hacer una serie, pero no teníamos el tiempo ni el presupuesto”, confiesa entre risas.
El estigma del entretenimiento
Hace unos ocho años —asevera Martínez— “el gobierno español legitimó el videojuego como producto cultural”, una denominación que le ha valido para recibir ayudas estatales hasta entonces impensables. Además, añade, el MoMa de Nueva York, uno de los museos más importantes del mundo, albergó una exposición en la que el videojuego se reconocía ya como una obra de arte. Sin embargo, en la práctica, esta consideración no está tan asentada. Un hecho que se debe, según el investigador, al “estigma de juguete de entretenimiento”. “Es importante apuntar que el cine también lo fue. Al principio, se ponía en barracas de feria y los burgueses decían que lo bonito era el teatro. Con los cómics también pasó: se consideraban meros tebeos para niños”, recuerda.
En cambio, arguye, “hoy en día los videojuegos están demostrando que son capaces de despertar emociones y pensamientos. Hay gente —y a mí me ha pasado— que cuando ha acabado un videojuego, ya no es la misma persona, como cuando sales de ver una película o te acabas un libro”. En este sentido, el director de Arcadeología explica que se trata de una cuestión generacional, y que esta disciplina artística se consolidará con el tiempo como lo han hecho otras antes: “Los cómics de Marvel ya se han convertido en parte de nuestra vida. Estoy seguro de que, en 10 años, conviviremos con los personajes de los videojuegos, desde Mario Bross hasta Sephiroth”.
Petrer, el plano 0
Sin duda, el documental trata de poner en valor esta industria y, sobre todo, la labor de las asociaciones que, sin condiciones ni horarios, trabajan por garantizar su legado. Precisamente por eso, Petrer acogió este jueves, 8 de julio, el preestreno de la película. Allí se fundó Arcade Vintage y allí se grabó la primera secuencia del film. A la proyección, en un Teatro Cervantes casi lleno, le precedió una breve visita guiada en la que el portavoz de la organización, José María Litarte, enseñó a las autoridades locales y de Ibi 10 máquinas retro colocadas en una sala contigua para su contemplación y disfrute. En el acto, intervinieron el productor del documental, Miguel Herrero; el director, Mario-Paul Martínez, y la alcaldesa de Petrer, Irene Navarro. Hora y media después, los aplausos reconocieron el esfuerzo y dieron paso a un coloquio con los creadores. La obra, que cuenta con la colaboración de À Punt Mèdia y la Generalitat, llegará a la gran pantalla el día 30 de este mismo mes para demostrar que el arcade fue (y es) mucho más que un pasatiempo.
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