CASTELLÓ. Coincidiendo con el anuncio público de que prevé suprimir 10.000 empleos este mismo año (el 15% de su plantilla actual a nivel mundial) BP Oil acaba de inscribir en el Boletín Oficial del Registro Mercantil de Madrid la absorción de una docena de estaciones de servicio, ubicadas todas en la comunidad madrileña.
Se trata de doce de las quince gasolineras que BP compró a finales del año pasado al Grupo Comillas y que le aseguran al gigante petrolero una gran facturación, ya que varias de ellas están ubicadas en zonas de alto poder adquisitivo (una de ellas, por ejemplo, en el entorno de la exclusiva urbanización La Finca).
La compra se suma además a la incorporación de 65 estaciones de servicio que BP Oil España llevó a cabo en 2018, pertenecientes a los grupos Petrocorner Retail y Kingbook Inversiones por 29,5 y 109,1 millones de euros, respectivamente. Su facturación ya repercutió en las cuentas de la empresa en aquel año, que superaron los 6.000 millones de euros.
La operación de crecimiento inorgánico de la propietaria de la refinería de Castelló contrasta claramente con la reestructuración emprendida por la compañía, que pretende descarbonizar su actividad, y coincide con la vuelta progresiva a la actividad habitual de la planta del polígono del Serrallo, que había quedado reducida, tanto en la producción como en las tareas de mantenimiento y construcción civil, durante el periodo de confinamiento más duro.
En este sentido, el tijeretazo al empleo, del que la multinacional de origen británico todavía no ha concretado su materialización en España, ha alzado las lógicas dudas en la plantilla propia de la refinería, formada por medio millar de personas, y en las contratas externas; así como también en el resto de los empleados a nivel estatal, que rondan los 900.