CASTELLÓ (Rosabel Tavera/EFE). La ciudad de Castellón se ha despertado este domingo para empuñar las cañas decoradas con una cinta verde y enfilar el camino hacia el Castell Vell para conmemorar su fundación en un año especial, en el que se cumplen 75 años de las Fiestas de la Magdalena, y en una jornada en la que el ambiente festivo y de hermandad comparten protagonismo.
El president de la Generalitat, Ximo Puig ha acudido como suele ser habitual a este día central de las fiestas junto a la alcaldesa de Castellón, Amparo Marco, y este año también lo ha hecho el ministro de Fomento, José Luis Ábalos.
Los más madrugadores han llegado a primera hora a la plaza Mayor para asistir a las 07.00 horas al reparto de las 25.000 cañas, mientras muchos jóvenes todavía se despedían de la fiesta de anoche tras disfrutar de una alargada primera jornada festiva.
Antes, a las 6.30 horas la campana Vicente ha comenzado su tradicional volteo para anunciar la solemnidad del día y dar paso al toque de diana de la Colla de Dolçainers i Tabaleters de Castelló en la Plaza Mayor, a los que ha acompañado la "gran despertá" en la calle Rosa María Molas y en la plaza de la Panderola del Grao a cargo de la Pirotecnia Peñarroja.
La comitiva oficial, encabezada por las reinas de las fiestas Natalia Palacio y Natalia Collazos, acompañadas por las damas de la ciudad, han arrancado el peregrinaje tras la misa de romeros en la Concatedral de Santa María.
Con temperaturas que se esperan de hasta de 20 grados en la capital de la Plana y el cielo despejado, las familias, las collas de amigos y los carros engalanados han partido hacia la Magdalena en procesión ataviados en su mayoría con el blusón negro y el pañuelo verde y empuñando la caña que les guiará en el camino, como hicieron los primeros pobladores de la ciudad.
Todos juntos y en un río de cintas verdes asomando por encima de las cabezas, los peregrinos irán llegando a la ermita de Sant Roc de Canet para almorzar el típico "figa y doset" antes de continuar de nuevo el camino hacia el Castell Vell.
Todo el trayecto estará controlado por un amplio dispositivo de seguridad y se ofrecerá un servicio de autobuses, así como una lanzadera especial de trenes de Renfe, para todos aquellos que tengan problemas de movilidad o quieran ahorrarse parte de la caminata de 8 kilómetros que separa el centro de la ciudad con el ermitorio de la Magdalena.
Alrededor de mediodía los romeros comienzan a llegar al Castell Vell, restaurado y adecuado para su visita, y que representa el lugar de asentamiento de los antepasados de la ciudad.
Un enclave que abandonaron para dirigirse hacia La Plana en 1252 por el privilegio otorgado por el Rey Jaume I, y que hoy será el lugar de asueto y para reponer fuerzas para todos los que han querido rememorar la fundación de la ciudad.
Una comida en la que es típico degustar una tortilla de habas o también un plato de paella, de la monumental que se cocinará a los pies de la ermita.
Y tras la comida comienza la tornà un camino de vuelta que cada año toma más fuerza y protagonismo y que en realidad, es la verdadera esencia de la fundación de la ciudad.
Los romeros se dirigen por la antigua vía romana del Caminás hasta la basílica de la Virgen del Lledó porque, como manda la tradición: "Si vas a la Magdalena y no paras en Lledó, no puedes decir con la boca llena que eres hijo de Castellón".
Durante la torná se efectúan varias paradas en las que se cantan antiguos gozos, y posteriormente la jornada festiva de hoy, conocida como "Magdalena, festa plena", culmina por la noche con el desfile de las gaiatas.