CASTELLÓ. Nadie podría haber imaginado que la cancelación del Formigues Festival en enero del año pasado iba a convertirse en la primera de una oleada de cancelaciones que provocó la crisis sanitaria. Aunque no fue la covid-19 la que les obligó en su caso a suspender, fue "la insuficiente financiación y la falta de apoyo por parte de la administración", tampoco hubiera podido la cita de Benicàssim celebrarse, al menos como lo hacía antes de que llegase la pandemia.
En su última edición, el festival logró reunir a cinco mil personas en cada una de sus jornadas, consiguiendo que el recinto Villacamp tuviera aspecto parecido al de un macrofestival. Durante los dos días que se celebró hubo conciertos, djs, talleres, actividades sociales y no faltaron los food trucks. Los niñas y niñas que allí estaban podían experimentar en sus propias carnes cómo era eso de acreditarse para un concierto y tiempo después cantar a grito pelado la canción del artista del momento, mientras bailaban e intercambiaban lápices de colores. No hay, de hecho, muchas experiencias parecidas a las que ofrecía el Formigues Festival, al menos en intensidad y en volúmen. Por eso, su cancelación causó gran tristeza entre las familias de dentro y de fuera de la provincia. Una nostalgia que, por las circunstancias, continuará más tiempo.
Aunque aseguraron sus organizadores que harían "un pequeño descanso para coger fuerzas", no puede el Formigues Festival celebrarse en los mismos términos que hasta ahora. Se prevé, de hecho, que la cascada de cancelaciones de festivales sea este año tan profunda como la del anterior. La imposibilidad de trabajar en medio de un panorama tan cambiante y la obligación de adaptarse a eventos de otras dimensiones está llevando a muchos proyectos a suspender sus presentes ediciones, si bien citas como el FIB o el Arenal Sound mantienen todavía intactas sus fechas para el verano de 2021.
En su caso, la cita infantil tiene claro que no va a realizar ninguna edición mientras la situación sanitaria continúe igual. "No tiene sentido celebrar el Formigues Festival con mascarillas. Volveremos cuando haya más libertad", ha señalado Ana Rico, directora del proyecto, a este diario.
Ahora bien, esto no quiere decir que la cultura vaya a quedarse parada. Los organizadores del festival de Benicàssim tienen un 'plan B' para que su fiesta sea asumible. El mismo equipo que lleva casi una década organizando el festival ha optado por reinventarse y crear el Formiguer, una productora basada en la gestión de contenidos para público familiar. "Queremos proponer a diferentes ayuntamientos actividades que sean totalmente adaptables a los tiempos pandémicos en los que estamos. Como el Formigues no se puede hacer, queremos llevar las actividades de teatro, circo o músico hasta otros sitios", explica Rico a Castellón Plaza.
Cuentan, además, los miembros del Formiguer que lo que proponen es "un espacio de relación y conocimiento". Un "refugio cultural" que busca entornos y espacios naturales porque, como ocurre con el Formigues Festival, no se entiende su puesta en marcha sin la conexión con el espacio que habitamos. "Nos diferenciamos del resto porque no somos cultura decoración, sino que transmitimos valores. Somos cultura de gente, de proximidad, de proponer futuro, de trabajar conjuntamente en lo que necesitamos. Somos un festival asumible allá donde vamos porque nos preocupa la huella ecológica. Creemos en la cultura como progreso y desarrollo para una sostenibilidad", defienden.
En esta línea, la iniciativa trabaja por adaptarse a los espacios disponibles y a las necesidades que tenga cada municipio o ciudad. Bien puede el Formiguer convertirse en otro festival que en un ciclo, una jornada o simplemente en una fiesta. Dada la complejidad que ya de por sí supone hacer cultura en medio de la pandemia, el equipo del Formigues Festival está dispuesto a transformarse en cualquier tipo de evento y demostrar así que los espacios de cultura "son tan seguros o más" que cualquier otro espacio público o privado. "Queremos sensibilizar a la administración, despojándose de sus preocupaciones para hacerles ver que la política cultural es imprescindible para corregir desigualdades y desajustes. Creemos en que la experiencia vivida sea un acontecimiento puntual, pero dejando un cultivo constante en cada territorio".
A partir de aquí, el proyecto plantea desde espectáculos de teatro y danza, hasta contenidos en los que la diversión y la imaginación junto al juego libre, la expresión artística, el deporte, la ciencia, el movimiento libre, el respeto, la inclusión o la tolerancia, no faltan. "Deseamos que tanto las instituciones públicas como las empresas del sector recuperen su actividad y que las artes en general nos vuelvan a emocionar".