MURCIA. La política es una caja de sorpresas. O tal vez no lo sea, porque nada es imposible en política. El último devenir de las maniobras que tienen en vilo a la Región de Murcia sitúa a los tres diputados que hablan en nombre de Vox pero que no son reconocidos por el partido Vox, Juan José Liarte, Mábel Campuzano y Francisco José Carrera, como la última esperanza del PSOE y de Ciudadanos para sacar adelante la moción de censura contra el presidente Fernando López Miras. Liberales y socialistas pasan de sumar una mayoría clara para formar Gobierno sin necesidad de más aliados a tener que recurrir a los votos de Vox. Así son las cosas en la Región de Murcia.
Todo voló por los aires este viernes. Un tsunami respondió a otro tsunami. El anuncio de la moción de censura de Ciudadanos y PSOE que dinamitaba toda la política regional fue contrarrestado por el PP con un acuerdo con tres parlamentarios naranjas que hacía fracasar el proceso de destitución de López Miras. El PP, en una operación dirigida por el ciezano Teodoro García Egea, no sólo amarraba su voto en contra de la moción sino que además los nombraba como nuevos miembros del Gobierno de Miras: Valle Miguélez se convertía en la portavoz y consejera de Empresa, Francisco Álvarez pasaba a ser titular de Empleo y Franco se mantenía en la Vicepresidencia.
Una vez consumado que el grupo de Ciudadanos se ha deshecho y partido en dos, los números ya no le salen a la líder naranja, Ana Martínez Vidal. Su representación parlamentaria queda reducida a tres personas: el portavoz, Juan José Molina; el presidente de la Cámara, Alberto Castillo, y ella misma. El PSOE, la fuerza más numerosa de la Asamblea, cuenta con 17 miembros. A ellos se sumarían Podemos, cuyos dos representantes secundarán la destitución de López Miras. Sumarían, en total, 22 apoyos. Es decir, se quedarían a un solo voto de la mayoría absoluta, el requisito para hacer efectiva la moción.
Miras, por su parte, reuniría los 16 del PP, los tres de los nuevos adeptos -a los que ha nombrado consejeros de su Gobierno- y a Pascual Salvador, el único de los cuatro diputados de Vox reconocido por su partido. A priori, se podría pensar que el PP cuenta con el plácet de los otros tres integrantes del grupo Vox -que fueron expulsados en mayo de 2020 por Santiago Abascal, pero mantienen las siglas en la Asamblea Regional-, lo que le proporcionaría la suma directa y necesaria para frenar la moción de censura.
De hecho, a media mañana, el propio Liarte, que es el portavoz parlamentario de este grupo, expresaba su alegría tras conocer que Franco, Álvarez y Miguélez desobedecían a su partido y se ponían de lado del Gobierno de López Miras. "Hoy es el día del triunfo de las personas honradas, por encima de las instituciones y de los partidos y los aparatos. Aún hay personas honradas en políticas, dispuestas a cumplir con su deber por el bien colectivo", decía en un vídeo, enviado a la prensa.
Pero esa declaración se produjo antes de que recibiera dos llamadas de Ciudadanos. Fuentes del entorno de Liarte aseguran a Murcia Plaza que recibieron dos llamadas al filo del mediodía de este viernes: una de Ana Martínez Vidal y otra de Juan José Molina. Ambas conversaciones, aseguran, "fueron informales" y no hubo propuestas firmes.
Esta llamada fue negada públicamente por Martínez Vidal. "No hemos tenido ningún contacto con los diputados de Vox. Nosotros no somos el PP, nosotros no vamos a comprar la voluntad de ningún diputado de la Asamblea Regional", sostenía. "Vamos a votar la moción de censura, y será entonces cuando los diputados tendrán que elegir entre corrupción y dignidad".
Liarte, Campuzano y Carrera no han tomado una decisión. No responden a ninguna disciplina de partido y aseguran que lo valorarán todo. Y escucharán a todos, sin distinción de ideologías. También al PP si les llama, algo que este viernes aún no se ha producido.
Desde el entorno de Liarte aseguran que ellos no quieren sillones ni cargos políticos, "sino un proyecto". Recuerdan que todavía hay una serie de compromisos con el PP "que no se han cumplido", como son la eliminación de subvenciones a empresarios y sindicatos, la carretera de Benizar y ciertas ayudas al juego. Y sobre todo, el punto más crucial: el 'pin parental'. No ocultan que sus simpatías están más próximas a las ideas conservadoras, pero, advierten, quieren ante todo compromisos.