ALICANTE. Emilio Ontiveros Baeza (Ciudad Real, 1948), presidente de Analistas Financieros Internacionales, estuvo el jueves en Alicante con motivo de la XXIII edición de las Jornadas de Economía Española, que en esta edición ha abordado la cuestión demográfica, en uno congreso organizado por la Universidad de Alicante ha reunido a prestigiosos economistas de todo el país. Ontiveros abordó la cuestión de La situación económica en la zona del euro: fortalezas y debilidades. Con anterioridad a su charla, mantuvo un encuentro con Alicante Plaza para hablar de la situación económica actual en España, las últimas decisiones del Gobierno de Pedro Sánchez y el estado de la economía en la Comunitat Valenciana.
-¿Se confirma la desaceleración en la economía?
-Sí, en el ritmo de crecimiento en la economía global, pero en particular en la Unión Europea y más concretamente de la Eurozona, donde ya es un hecho. Hablamos de una desaceleración suave, de unas cuantas décimas, en el ritmo de crecimiento, pero será una desaceleración que previsiblemente se va instalar a lo largo de 2019. No quiere decir que estemos cerca de una crisis o una recesión, pero es verdad que Europa puede crecer el año que viene por debajo del 2%. Y eso particularmente es inquietante en un momento en el que dentro de la Eurozona confluyen episodios que podrían profundizar esa desaceleración.
"NO ESTAMOS CERCA DE UNA CRISIS O UNA RECESIÓN, PERO ES VERDAD QUE EUROPA PUEDE CRECER EL AÑO QUE VIENE POR DEBAJO DEL 2%"
-¿Cómo cuáles?
-El desenlace del Brexit, que todavía no conocemos y que dependiendo del tipo de divorcio que se concrete podrá ser más o menos contractivo en el ritmo de crecimiento, para España es muy importante porque tiene un superávit positivo con Reino Unido. Son los principales compradores de viviendas después de los españoles. Y además, allí, en el Reino Unido, hay una parte importante de la inversión española en el extranjero. Es un nubarrón que puede transitar, aunque es una incógnita
-¿Cómo ve la situación de la economía española? El Producto Interior Bruto, de momento, sigue creciendo...
-La economía española tiene un crecimiento tendencial bastante aceptable por encima del promedio europeo. Es verdad, que en los últimos meses hemos visto un debilitamiento del sector exterior, no por la caída de las exportaciones, sino por el aumento de las importaciones. Otro elemento que sigue siendo importante es el conflicto abierto con Italia. Está echando un pulso serio, sin precedentes a la Unión Europea, y si no hay convergencia, podemos encontrarnos con unos mercados de deuda pública soliviantados y susceptibles de contagiar.
-¿Cómo pasó en el inicio de la crisis económica?
-Sí. Hasta ahora no nos tocado, porque la prima de riesgo está quieta, a diferencia de lo que pasa con la de Italia. Hay un tercer elemento, también preocupante, que es el anuncio del Banco Central Europeo de dejar de comprar deuda pública a final de año. Está comprando menos, 15.000 millones cada mes, pero a final de año terminará. Y en algún momento, el año que viene, los tipos de interés van a subir. Son tres circunstancias -Brexit, Italia y subida de tipos de interés- que nos puede complicar un poco la vida. De momento, son amenazas que pueden no cumplirse. De seguir así la situación, la economía española podría crecer al 2,4% del PIB. Hay una cierta autonomía del mundo de los negocios y de la actividad económica respecto a la inestabilidad política, de la interinidad política que se está viviendo. Es un aspecto positivo. No digo que sea buena la inestabilidad política: en un pasado recientemente, hemos tenido un gobierno en funciones con un crecimiento del PIB del 3%. Ha emergido un problema en una región y la economía ha seguido creciendo. Lo que se está asumiendo es que tan importante es el Gobierno que hay en La Moncloa como el de Bruselas o Frankfurt.
-¿Ejercen de contrapesos?
-Claro. ¿El presidente de la comunidad de vecinos, de hecho, quién es? España está altamente integrada en una comunidad de vecinos para la que dependemos para bien o para mal. Para bien, porque ahí tenemos el 66% de nuestros intercambios comerciales o el Banco Central Europeo, que es una especie de primo de Zumosol para nosotros, y el precio de las materias primas también ha bajado. Todo eso se puede dar la vuelta de manera brusca, precipitada y complicarnos la vida. O, por el contrario, hacerlo de forma gradual y el empresariado medio que vaya adaptándose. Pero en definitiva, claramente, vamos a crecer menos. Si crecemos al 2,4% estaría muy bien. Yo firmaría que la economía española creciera al 2%en los próximos 20 años.
-Visto este panorama, ¿cree que es el momento de aumentar el gasto social, como así refleja el proyecto de Presupuestos del Estado para 2019?
-Primero que todo habría que decir que tampoco es un proyecto de presupuestos. Es un bosquejo, un plan presupuestario. No hay un excesivo aumento del gasto social. Se han tocado partidas que han hecho demasiado ruido, quizás se han expuesto un tanto desordenada, y muchas veces no sabemos qué se va a decidir. Porque a día de hoy, el Gobierno no ha decidido nada concreto.
Los incrementos de algunas partidas van a ir cubiertos por subidas de ingresos, que es lo que le interesa a Bruselas. A los mercados lo que le interesa es que se cumpla la senda de reducción de déficit y que la deuda pública decrezca para no entrar en un cuadro a la italiana. Quizás hubiera sido bueno graduar ese aumento en gasto social, y sobre todo, anticiparlo para que las pequeñas empresas, que es a las que puede afectar, tuvieran elementos de información con el Salario Mínimo Interprofesional,...por ejemplo, subirlo un 8% en un año y un 8-10% otro.
-¿Hubiera subido el SIM de forma escalonada?
-Sí, el resultado hubiera sido el mismo, pero la incidencia en el Presupuesto de 2019 no tiene porque ser mala. Al revés. Si se eleva el Salario Mínimo, la recaudación de la Seguridad Social puede crecer un poco. Otra cosa que el efecto inhibidor que puede tener el Salario Mínimo en la empresa pequeña. Hay que valorar las dos cosas: los efectos en el empleo y el aumento de la recaudación en la Seguridad Social. Y la propensión al consumo privado.
-Ya que habla de la Seguridad Social. ¿Le ve solución a la viabilidad del sistema de pensiones?
-Una cosa que tenemos que tener claro es que la pensiones dependen de un organismo, que es la Seguridad Social, que, a su vez, depende de los Presupuestos Generales del Estado. Por eso, el Pacto de Toledo lo ha dejado claro: pase lo que pase, se van a cobrar las pensiones. El presupuesto español da para pagar las pensiones. Otro cosa son las reformas del sistema que procuren una mayor autofinanciación: por una parte, otros ingresos que no sean las cotizaciones que las amparen, y por el otro, que entremos en una situación cómoda que permita tener una hucha con fondos de reserva. Eso va a depender básicamente del ritmo de crecimiento de la economía. Es lo que más le conviene a la Seguridad Social: que la economía mantenga una velocidad de crucero estable, que crezca al 2% del PIB, que crezca el empleo, y que lo haga con más calidad. Otro elemento es que la inflación no se dispare, por debajo del 2%. Pero hay que ir haciendo un trabajo de relojería, con retoques continuos, elevar la edad de jubilación a los 67, y que eso se anticipe. O ligarlo a la longevidad. El statu quo lo podemos mantener; otra cosa es mejorarlo, y entre todos los partidos políticos trabajar para mejorar el sistema, no hacer reformas drásticas para tampoco generar inquietud e ir retocando aspectos.
-¿De la subida de impuestos que ultima el Gobierno que opina?
-Creo que se han hecho demasiados anuncios, muchas conjeturas. Y hasta ahora no se ha decidido ninguna elevación de impuestos, que yo sepa. Retocar gradualmente la imposición atendiendo a aquellas figuras tributarias en las que la distancia con Europa es mayor, no pasa nada. Eso sí, siempre que se haga gradualmente. No soy partidario de los volantazo. ¿El impuesto sobre Sociedades? Pues es relativamente reducido en nuestro país. Y en particular el de las empresas muy grandes. Habría que acercarlo a lo que se paga en Europa, poco a poco. ¿El IRPF? También hay una distancia. El margen que se necesita para soportar el incremento de gasto que se está proponiendo y el ajuste que reclama Bruselas, que es de 5.000 millones, no es gran cosa. Se ha hablado muchos de los impuestos finalistas, como el del diésel, pero a día de hoy no sabemos; se habló del impuesto a la banca, pero no sabemos, etc...Una de las cosas que tiene que cuidar el Gobierno es la política de los mensajes. ¿El impuesto de las transacciones financieras? Tampoco hay nada concreto. No sé si es la falta de apoyos que tiene el gobierno, pero a día de de hoy no podemos hablar de qué figuras tributarias van a elevar los ingresos, de cuánto,...Con el ajuste que negoció el Gobierno ante Moscovici tras tomar posesión, son lentejas. No se pueden hacer muchas florituras este primer año.
-Por último, ¿cómo ve la economía de la Comunitat Valenciana?
-La economía de esta región siempre tuvo unos mimbres mejores que el promedio. En la crisis lo pasó peor por la intensidad relativa en un sector, el de la construcción residencial, que fue el más golpeado. Pero cuando uno deja aparte eso y mira la Comunitat profunda, lo que ve es que hay mimbres empresariales de calidad media superior, y una propensión exportadora notable. Pero sobre todo porque hay un grado de diversificación de la estructura económica que ya lo quisiera Castilla-La Mancha.
"Cuando uno mira la Comunitat profunda, lo que ve es que hay mimbres empresariales de calidad media superior, y una propensión exportadora"
-Y la competencia de los destinos turísticos del Mediterráneo. ¿Suponen una amenaza?
-La mejor forma de no competir rabiosa vía precio es tratar de mejorar la oferta, la calidad de la oferta. En eso se ha avanzado, pero todavía queda camino por recorrer. Cuando uno oye los informes de la patronal Exceltur, pues ve que es necesario mejorar la calidad de la oferta con el fin de que la resistencia de un país que devalúa sea mayor. Lo que yo percibo es que el hecho diferencial frente algunos destinos alternativos sigue existiendo respecto a Túnez o Turquía. La profesionalización o la calidad del sistema sanitario generan mucha diferencia respecto a esos destinos que ahora despiertan.