Hoy es 14 de octubre
ALICANTE. José Luis Ferris (Alicante, 1960), nombre de pluma del profesor de la Universidad Miguel Hernández (UMH) José Luis Vicente Ferris, escritor, poeta y ensayista. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y Doctor en Literatura Española por la Universidad de Alicante, actualmente ejerce la docencia en la titulación de Periodismo de la UMH y es cotitular de la Cátedra Miguel Hernández.
Sus inicios en la creación literaria estuvieron centrados en la poesía, publicando Piélago (1985), Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana 1986, Cetro de cal (1985) accésit del Premio Adonais 1984, Niebla firme (1989) y Poemas del agua y de la noche (2010). Con su primera novela, Bajarás al reino de la tierra, obtuvo el Premio Azorín 1999. En 2000 publicó El amor y la nada y en 2010 El sueño de Whitman, Premio Málaga de Novela 2009.
Pero es tal vez en el género biográfico donde su aportación lo convierte en referente dentro de las letras españolas, siendo autor de tres biografías destacadas en el género dentro de este siglo: Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta (2002, 2010), Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana 2003, Maruja Mallo. La gran transgresora del 27 (2004) y Carmen Conde. Vida, pasión y verso de una escritora olvidada (2007). De la primera de ellas se acaba de hacer una nueva edición, revisada y aumentada, un trabajo casi de reescritura, con el 75 aniversario de la muerte de Miguel Hernández en el horizonte. Hemos hablado con él de ello… relajadamente.
Dos efemérides redondas en el próximo 2017, el 75 aniversario de la muerte de Miguel Hernández y los quince años desde la primera edición de tu biografía de Miguel. ¿Era el momento de revisarla, de cerrar una etapa de investigación y volcar en ella lo encontrado y lo aprendido en estos 15 años?
Era el momento de actualizar y poner al día la biografía de una figura que no ha dejado de crecer como poeta y como leyenda. Por esas mismas razones nunca se puede cerrar una investigación. No me canso de decirlo: pese a su desaparición física hace 75 años, Miguel Hernández es un órgano literario que no ha dejado de latir y de expandirse entre miles de lectores. Desde la primera salida de este libro en 2002 han sido numerosas las publicaciones y eventos en torno al autor de El rayo que no cesa en los que han aparecido nuevos datos, algunos inéditos, reveladores testimonios, numerosas tesis doctorales, monografías y estudios de diversa índole. Todo eso había que recogerlo y ordenarlo.
¿La intención es en parte, también, introducir la figura de Miguel en nuevas generaciones, empujarlos hacia la lectura de su obra a través de su vida?
Creo que no sólo en parte. La gran intención de un ensayo biográfico como éste es despertar en el lector el interés por la obra de Hernández, especialmente en esas generaciones que no vivieron las etapas de instrumentalización del poeta. El objetivo es facilitar el camino que conduce al autor completo, universal, sin prejuicios de ninguna clase, sin tópicos y sin falsas leyendas que condicionen una visión sesgada y parcial de Miguel.
Porque la poesía se lee poco, lamentablemente, y toda esa popularización a través de los cantautores que proviene de la transición, parece que no ha ayudado a crear lectores de poesía. Y mira que la poesía debería ser un género para estos tiempos de inmediatez y digestión lenta. ¿Ha llegado el momento de que Miguel Hernández sea más leído que escuchado?
Creo, en efecto, que la labor de los cantautores ya cumplió su cometido y ya se agotó en buena medida. Ahora son los hijos, incluso los nietos de quienes vivieron de primera mano la experiencia de los conciertos y de los discos de Serrat, Paco Ibáñez, Enrique Morente, quienes tienen que descubrir al poeta de otro modo. Y no resulta tan difícil si desde la edad más temprana se sensibiliza a esa generación con lecturas en la escuela, en casa, en los institutos y en la universidad. Miguel Hernández tiene mucho que decir a esos niños y a esos jóvenes que han nacido casi con el siglo, y no sólo con su vida, con su gran ejemplo moral, sino sobre todo con una obra que no ha perdido vigencia.
Porque el mito enmascara el poeta, demasiado a menudo, pero esta es una época necesitada de figuras que admirar. ¿Se puede recuperar al poeta sin desmontar el núcleo de la leyenda?
Las leyendas, cuando han crecido alrededor de un interés político, ideológico –sea del signo que sea–, siempre terminan por falsear la verdad de un hombre o de una mujer que, a buen seguro, tiene sobradas cualidades como para no necesitar de esa pirotecnia mitómana. El caso de Miguel es de los más sangrantes, entre otras cosas porque Hernández no necesita de todo eso. Él mismo, con su ejemplo limpio y profundo, sin ningún aditamento, vale para ocupar un lugar en la historia de la literatura y en la historia de este país.
Respecto de la biografía como género literario, en la tradición hispánica tenemos dos líneas principales, la de la popularización de personajes públicos y la académica. En el mundo anglosajón, y también en el francófono, la biografía como género en sí mismo (y pienso en Ellmann, Monk, Diesbach) tiene un público fiel. ¿Se inserta la tuya más en esta tradición?
Parece que sí. Ya desde la primera salida de este libro, la crítica supo leer bastante bien el tipo de ensayo biográfico que tenía en sus manos. El propio Ian Gibson consideró mi libro un ejemplo de biografía anglosajona que, sin desestimar el rigor histórico y el perfil académico, se lee con el interés y la pasión de una novela. Me atrevería a decir que éste, como otros libros míos del mismo género, es el trabajo de un escritor que investiga, se documenta, se mete en los intestinos de la historia, encuentra, relaciona, ordena y finalmente cuenta lo que ha visto y ha sentido con las armas de un narrador.
¿Cómo será el recorrido de esta edición a lo largo de 2017?
Lo ignoro, aunque si la editorial fue quien tomó la iniciativa hace unos meses para poner la biografía de nuevo en circulación es porque intuía que el libro tendría buen recorrido. La verdad es que la salida de la obra no podía estar más arropada por los medios. Ha superado mis expectativas y las de Planeta, y eso que sólo lleva diez días en la calle. Pero lo más interesante llegará el próximo año ya que se tienen previstas presentaciones en más de treinta ciudades de España, Europa y América.
¿Podemos esperar una nueva revisión en 5, 10, 15 años?
Si se continúa la dinámica que he comentado al principio y Miguel Hernández se afianza como el autor necesario que es de nuestras letras, habrá aspectos nuevos que contar, textos inéditos de los que dar noticia y detalles de su vida que ensancharán episodios no completos del todo.
Para acabar, ¿nos quieres comentar alguna cosa sobre la situación de los diferentes legados de Miguel Hernández, la Fundación, el Centro de Estudios...?
La Fundación Cultural Miguel Hernández, cuya sede se encuentra en Orihuela, en cuanto a la riqueza de su fondo documental y de los legados en ella depositados, goza de una envidiable salud. El problema es de orden económico y de financiación, como todo órgano cultural que se precie tras el tsunami devastador de una crisis que aún está por pasar. Por otro lado, el legado del poeta, sus documentos personales, está en buenas manos y lo que interesaba de él, su divulgación, parece que también está resuelta y disponible para cualquier investigador y cualquier curioso de la obra de Hernández desde su digitalización por el Instituto de Estudios Gienenses. Ahora toca invertir en centros de interpretación, en espacios donde se pueda trabajar y conocer de cerca al autor de Viento del pueblo, en enaltecer su vida y su obra facilitando el acceso a los jóvenes, a las familias y a quienes quieran saber algo más del poeta de “Las nanas de la cebolla”.