La igualdad es una carrera de fondo en la que vamos avanzando, aunque a una velocidad sin duda mejorable. Sigue siendo necesaria una mayor equidad en las relaciones sociales y empresariales, que garantice el progreso que supondría contar con las aportaciones de todos para la mejora de la sociedad, sobre todo cuando esas aportaciones pueden ser complementarias y facilitadoras, por tanto, de la mejora del bien común.
Es imprescindible seguir trabajando en la equiparación social de género para profundizar en la igualdad real en las empresas, especialmente en la eliminación de discriminaciones por razón de profesiones asociadas al género masculino, pero también, mucho más complejas, las relativas al acceso a puestos de dirección.
En la relación entre mujeres y hombres en altos puestos directivos, se ha pasado de una ratio del 20/80 en el año 2011 al 29/71 en el 2020 a nivel mundial. Esta ratio es levemente más favorable en la Unión Europea, pero sólo supone un minúsculo avance, ya que, frente a 30 mujeres en altos puestos directivos, podemos encontrar a 70 hombres.
Afortunadamente, cada día se va extendiendo más una cultura social y empresarial que pone en valor el liderazgo femenino como motor de cambio y transformación, aunque con una velocidad todavía lastimosamente insuficiente.
En torno a este tema tuvimos recientemente una jornada de reflexión en la Universidad de Alicante con el apoyo de Alicante Plaza, en la que participaron directivas de la propia Universidad, Verne Group, Cuatrecasas, Hidraqua, Oftálica, Grupo Antón Comunicación, José Vidal SLU, Gioseppo, Brandty y FD Consultores. Un excelente plantel de mujeres directivas y profesionales que nos dieron pie para deliberar y meditar sobre lo que se ha hecho y lo que queda por hacer en esta transcendental cuestión.
Son muchas las razones que ralentizan el avance en la igualdad. Una de ellas la constituye la falta de referentes o, más bien, la poca visibilidad de esos referentes femeninos, y que en dicha jornada tratamos de corregir evidenciando las aportaciones de nueve excelentes directivas de empresas de nuestro entorno, que explicaron sus trayectorias profesionales, la esencia de sus trabajos, así como sus reflexiones acerca del papel de la mujer en los negocios.
Se llegó a la conclusión de que sus aportaciones no son en absoluto diferentes a las de los hombres, aunque en ocasiones no trabajen en igualdad de condiciones. La conciliación es sin duda uno de los problemas a resolver para que la igualdad sea real. En este sentido hay que reivindicar que la conciliación no es sólo cosa de mujeres, sino que si hombres y mujeres no concilian por igual difícilmente se puede pretender que ambos desarrollen su potencial en la sociedad y en la empresa.
La jornada puso de relieve que la igualdad no solo es posible, sino deseable para un crecimiento más armónico, más equilibrado, incluso más sólido de la sociedad y de las empresas, al poner en contacto las habilidades, perspectivas y miradas de las mujeres en la dirección, que se complementan con las de sus homónimos masculinos. Así la flexibilidad, el trabajo en equipo, la negociación o la automotivación, han de ser complementarias y completarse con la asunción de riesgos y la presión para una dirección empresarial y una toma de decisiones equilibrada.
Probablemente esta es una de las situaciones que muestra con mayor claridad la utilidad de aquella expresión del mundo de la empresa que dice que “solo avanzas más rápido, pero en equipo llegas más lejos”, y la empresa entendida como una vía de desarrollo de la sociedad, es siempre un proyecto a largo plazo que necesita las aportaciones de todos. En definitiva, no podemos desperdiciar el talento de la mitad de la población.
Romper con los roles tradicionales de los hombres y mujeres en las tareas empresariales es el reto que seguimos teniendo en los ámbitos directivos de las compañías. Es la vía, además, para asegurar el talento dentro de la empresa que es, en mi opinión, la esencia del feminismo bien entendido que, como decía en aquella jornada Carolina Martín, es, en realidad, creer en la importancia de la igualdad, invalidando la idea de jerarquía de género como concepto construido por la sociedad.
El feminismo, por tanto, no es solo cosa de mujeres; todos, hombres y mujeres, deberíamos pretender esa igualdad, aunque para conseguirla, en ocasiones se deban imponer determinadas cuotas hasta llegar a la promoción con criterios exclusivamente objetivos en los que el género resulte irrelevante.
El tema de las cuotas en las empresas no es, sin duda, un tema pacífico, pero en la aproximación a una sociedad más igualitaria, puede llegar a ser necesario para evitar perpetuar procesos de selección que, muchas veces de forma inconsciente, tienden a reforzar a los hombres para los puestos directivos. Ello es debido a que son hombres los que mayoritariamente inspiran esos procesos y tienden a buscar perfiles similares a los suyos, de forma que las capacidades que aportan las mujeres adquieren menor relevancia en beneficio de las asociadas al género masculino.
Las mujeres ya han aportado y tienen mucho que aportar al proceso de igualdad social y en las empresas. En mi opinión, deben tener confianza en sus capacidades, determinación para alcanzar sus objetivos y pasión por la función directiva. Por supuesto, contar con el apoyo del entorno es necesario, pero si nosotras no creemos en nuestras capacidades difícilmente lo hará el resto.