‘UN LUGAR EN EL MUNDO’, el NUEVO LIBRO COORDINADO POR EDUARDO GUILLOT

La ley del más fuerte se impone sobre la cinematografía latinoamericana

10/09/2020 - 

ALICANTE. Se ha puesto de moda. Esas modas de un par de minutos que circulan por las redes ubicuas que acaban convirtiéndose en noticia, en una autofagocitación a menudo indigesta, un programa de viajes conducido por Michael Portillo, aquel delfín tatcheriano de origen abulense, sevillano de adopción, que, decimonónica guía Bradshaw en mano y mefistofélica sonrisa en el rostro, demuestra que no hay nada como ojear y hojear para encontrar las rutas más sugerentes. Una guía en mano es la mejor promesa de nuestros mapas futuros.

Sirva esta digresión para presentar la nueva aportación bibliográfica del crítico cultural Eduardo Guillot (València, 1967), actualmente a cargo de la dirección de programación de la Mostra de València-Cinema del Mediterrani, la segunda dentro de las Filmografías esenciales de la Editorial UOC después de la publicación de Sueños eléctricos en 2017, esta vez como coordinador de uno de estos volúmenes de 50 películas seleccionadas, en el que ha participado un heterogéneo pelotón de sprinters y escaladores de la crítica cinematográfica latinoamericana: desde la limense Mónica Delgado hasta montevideana Mariángel Solomita Chiarelli, pasando por Karina Paz Ernand, Yoshua Oviedo Ugalde, Marcelo Morales, Sergio Raúl López, Diego Lerer, Marta García y Karly Gaitán Morales, habanera, josefina, santiaguino, toluqueño, bilbaína y managüense, respectivamente: Un lugar en el mundo. El cine latinoamericano del siglo XXI en 50 películas.

¿Y a qué tanto interés por los gentilicios? Pues porque la trampa dialéctica del capitalismo globalizador (no confundir con la globalización de valores, del conocimiento entre culturas, etcétera, otra de las habituales falacias del discurso imperante) se fundamenta en la disolución de la identidad en una amorfa ciudadanía internacional de gusto uniforme, en la que la narrativa de Tenet (Nolan, 2020) interesa absolutamente a todo el mundo, mientras que Carmín tropical (Perezcano, 2014), por poner como ejemplo una de las piezas seleccionadas en el volumen coordinado por Guillot, es poco menos que una curiosidad antropológica sobre el “paraíso gay del mayoritariamente homofóbico México”. Como se puede comprobar, temas y desarrollos argumentales de lo más alejados de los intereses generales del espectador medio.

El cine es creación, arte por tanto. Es producción, industria, por tanto. Y es exhibición, comercio, al cabo. Pero parece, según uno lee las páginas de la introducción que Guillot ha compuesto para la ocasión, que en el caso de cinematografías no hegemónicas, ni en lo industrial, ni en lo comercial, ni en la posesión del canon estético, solo les está permitida una especie de excelencia antropológica que muestre sus miserias al mundo, o el efectismo impostado que permite la adopción de los códigos narrativos y de facturación del hermano mayor, que abre las puertas de la gloria: el fenómeno Roma (Cuarón, 2018), título en elipsis permanente en el presente volumen. 

La presencia del cine latinoamericano en las carteleras españolas es anecdótica, como anecdótica es la formación en literatura, entendida como conocimiento de las diferentes narrativas, en alfabetización audiovisual o en teoría e historia musical entre las nuevas generaciones, público potencial de los cines. No es gratuito que en los protocolos covid de apertura de los centros educativos se contemple la manera segura de utilizar los gimnasios, las aulas de informáticas o las capillas, mientras se mantienen cerradas a cal y canto las bibliotecas y las aulas de música. Es absolutamente consecuente la política de apertura “segura” aplicada a cines, música en directo, etcétera. Éramos pocos y parió Nolan.

Volviendo a Un lugar en el mundo (si alguien quiere empezar por ahí, aunque pertenezca al siglo pasado y estar fuera de estas 50, la referencia del título a la cinta de Aristarain, de 1992, con Federico Luppi, José Sacristán, Cecilia Roth y Leonor Benedetto, preconfigura algunos de los males y las bondades de un cierto cine de doble, triple o cuádruple orilla, dependiendo de la cantidad de nacionalidades que participan en la producción), y al símil que se había establecido al inicio con una guía de viajes, una de sus mayores contribuciones es la de dar a conocer a la mayoría de lectores, cintas totalmente desconocidas a las que, gracias a las nuevas plataformas de streaming, puede tener acceso. Por poner algunos ejemplos: 24 de las 50 seleccionadas se pueden encontrar en el catálogo de Filmin; Tropa de élite y Ciudad de Dios están en Netflix; y siempre podéis estar muy atentos a la programación de vuestra filmoteca más cercana.

La selección es heterodoxa más que prolija, fruto de la diversidad buscada y encontrada en las personalidades críticas que la han tejido. Ni siquiera mantienen entre sí los textos expositivos una línea común de reivindicación, o de exaltada comunidad revolucionaria. De hecho, solo intentan ser críticos de cine analizando películas, incluso, en algún caso, eso que a veces se denomina ‘cítricos de cine’. El resultado, sin duda, a lo que más empuja es a la curiosidad por ver las películas.

En cada “cuestionario Proust” estival no puede faltar una pregunta sobre cuál es la serie que no puedes dejar de ver, qué serie recomendarías, las mejores series de la década, del año, del milenio. Una buena respuesta sería: no me hacen falta recomendaciones para ver series, todo el mundo habla de ellas, resulta mucho más interesante cogerse una guía como Un lugar en el mundo. El cine latinoamericano del siglo XXI en 50 películas y recorrer todo un continente cinematográfico con ella bajo el brazo...

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