ALICANTE. Ha vuelto a suceder. Un fondo de inversión se ha hecho con la mayoría accionarial en Levantina, y en nueve meses la empresa ha planteado un ERE. Sucedió en 2009, cuando el recién creado 'gigante' alicantino del mármol, nacido de la unión de varias pequeñas canteras de la zona de Novelda y Pinoso, había sido adquirido por el fondo de inversión Impala (impulsado por Patricia Botín), y ha vuelto a suceder ahora, diez años después, con la empresa en manos del fondo de inversión británico Bybrook, conocido por entrar en empresas con problemas: ha alcanzado el 27% de Natra en plena OPA de los Bonomi, y estuvo rondando a Duro Felguera.
¿Bybrook tuvo intención de aplicar un ERE desde el primer momento? El fondo debía por fuerza conocer el estado de Levantina, dado que durante la negociación con BNP Paribas tuvo acceso a la documentación de la empresa, y los problemas financieros del gigante del mármol eran bien conocidos desde 2017, cuando tuvo que aplicar un fuerte deterioro a los activos de su balance (sobrevalorados desde hacía años). No obstante, quizá desconocía la realidad del mercado de la piedra natural en el que se ha metido. Al estallar la burbuja, en 2008, Levantina facturaba 400 millones de euros anuales. Hoy no llega a los 200 (186 millones, según las cuentas de 2017). Una caída de más del 50% que fuentes próximas a la empresa atribuyen al hundimiento del sector en España, junto con la caída de las ventas al exterior que habían tirado de la facturación en los últimos ejercicios.
En realidad, detrás de los problemas de Levantina se encuentra algo tan prosaico e imponderable en un plan de negocio como un cambio de tendencia en el mercado, según fuentes conocedoras de la situación. El mármol Crema Marfil, variedad de la que el Monte Coto de Pinoso guarda la mayor cantera del mundo (y de la que, a su vez, Levantina es la propietaria mayoritaria), ha dejado de estar 'de moda'. Ahora, según estas fuentes, se apuesta por el mármol blanco, que además es más caro. Y la empresa cuenta también con esta variedad, pero no en tanta cantidad. Por un lado, la construcción de gama media ha dejado de apostar por la piedra natural. Por otro, la de gama alta ha virado hacia el mármol blanco. Y la facturación de Levantina retrocede cada año que pasa, pese a la reactivación del sector.
El ERE, de hecho, forma parte de un plan de reestructuración que busca adaptar la producción a la demanda, según fuentes próximas a la empresa. Como ha contado este diario, la propuesta de la empresa (que empezará a negociarse este miércoles con los sindicatos) contempla 106 salidas de la plantilla de su cantera, lo que supone dejarla prácticamente en la mitad (en estos momentos hay 222 empleados, según fuentes sindicales). La idea es producir menos, dado que se vende menos. Y ahorrarse por el camino la masa salarial excedentaria según este nuevo planteamiento. En las fábricas de Novelda y Porriño, por su parte, se plantean 201 salidas, sobre las 600 personas que trabajan en estos momentos en los centros afectados (en total, contando los que no lo están, son unas 850).
La situación de la empresa no es una excepción. Simplemente es más visible porque es la más grande, pero marca una tendencia generalizada en la zona. De hecho, Levantina ha comprado en el último año y medio dos canteras contiguas a la suya en el Monte Coto, por abandono de la actividad de las empresas que tenían la concesión: Mármoles Dámaso y Ruiz Marco. El aumento de la capacidad productiva, no obstante, es en balde al menos por ahora (aunque las adquisiciones pueden considerarse estratégicas a largo plazo, dado lo engorroso que es abrir una cantera nueva). La caída de la construcción en España se llevó por delante a varias firmas del sector y otras muchas se han visto afectadas en la misma medida que el gigante alicantino de la piedra natural, como defendió la empresa al comunicar el ERE.
Justo al inicio de la crisis, en la Comunitat Valenciana había más de 250 empresas dedicadas a la extracción de piedra natural, la inmensa mayoría de ellas en esta zona del Vinalopó, con cerca de 3.000 empleados. En la actualidad, en cambio, apenas llegan a las 200 firmas, con la mitad de puestos de trabajo. La facturación conjunta del sector ha pasado de los más de 500 millones de euros precrisis a los algo más de 225 millones actuales (de los que la mayor parte corresponden precisamente a Levantina). La empresa, que cambió de manos sin llegar a saldar la deuda que en 2010 la puso en el perímetro de BNP (su pasivo asciende a unos 170 millones de euros, como ha contado este diario), ya tuvo que reducir su capital desde los 100 millones de euros al mínimo legal de 60.000 euros, para compensar pérdidas y restablecer el equilibrio patrimonial. Y ahora se halla inmersa en el tercer ERE que ejecuta en una década. Todo para poder mantener la actividad, según defienden sus nuevos dueños.