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el sur del sur / OPINIÓN

Liderazgo, política y economía

19/04/2020 - 

El viernes presencié, telemáticamente, el webinar del CEO de Binomio Ventures Ezequiel Sánchez sobre cómo debía ser, a su juicio, del día después de la crisis del Covid-19. Sánchez estuvo bien acompañado por el presidente de Ineca, Rafa Ballester, y por la vicepresidenta Beatriz Martín. Ezequiel dio muchas claves de cómo puede ser el futuro, cómo deben orientarse las empresas, qué sectores van a tener una nueva oportunidad y habló de liderazgo y territorios. Insisto, todo muy interesante. Comparto con él muchas cosas, pero quizás su intervención olvidó que por desgracia la política, el sistema, la burocracia sigue teniendo un peso muy importante, y que muchas decisiones no son tan ágiles de tomar o poner en marcha como nos gustaría, o como pensamos, o vemos desde fuera. Hay dos ideas muy interesantes que puso sobre la mesa: la posibilidad de generar un liderazgo de base empresarial y la posibilidad de retomar el eje Alicante-Elche.

Del primero se puede decir que ahora es más posible que antes: hay una generación nueva -las segundas y terceras generaciones ya dirigen las empresas-; ahora bien, ese liderazgo debe tener en cuenta varias cosas para convertirse en una iniciativa exitosa, y a seguir: tener un modelo, aplicarlo, que funcione y que sus resultados veamos todos. Esto lo han hecho ya algunos, incluso se han generado algunos clústeres industriales por la versatilidad de las determinadas empresas -la Foia de Castalla y sus industrias quizás sean un ejemplo que nos hemos encontrado o que ha generado el propio mercado-. Ahora lo debería liderar otro sector, quizás el tecnológico, o el turismo si es capaz de readaptarse a lo que le viene: menos turistas pero que sean de un mayor poder adquisitivo, o, por qué no, hacer una apuesta por destinos verdes en el que comprar una cosa o reserva un hotel no sea solo por ver el mar o comer bien, sino por saber que podrás pasear, hacer deporte o visitar enclaves, naturales y urbanos, como si estuvieras en tu lugar de origen (a excepción de la climatología). Esa propuesta de liderazgo empresarial debería hacer una apuesta nueva, que aporte valor añadido y, como dijo Sánchez, con escasa dependencia del político de turno. ¿Puede hacerlo? Sí, porque la provincia de Alicante es en sí un ejemplo de resiliencia económica gracias, en parte, a su patrimonio natural. Su gran peaje, que ese esfuerzo no se ha traducido en unas mejores infraestructuras, o que, las que hay, hayan venido a cuenta gotas, y tarde (a excepción de la ampliación del aeropuerto), o tengan un funcionamiento muy deficiente. Por la tanto, materia para el liderazgo hay. Falta saber quién toma el testigo.

El liderazgo político

Ezequiel Sánchez dijo dos cuestiones sobre: la primera, hay desconfianza hacia el liderazgo político después de ver la gestión de Pedro Sánchez, y la segunda, el escaso protagonismo de patronales y sindicatos. De la primera, le doy la razón; de la segunda, discrepo parcialmente. Al menos, en la Comunitat Valenciana, sindicatos y patronales se han reunido en varias ocasiones, han hecho propuestas y algunas de ellas se han convertido en medidas que se están aplicando. ¿Cuál es el problema? No sólo el de patronales y sindicatos, sino también el de los liderazgos políticos: el propio sistema, un presupuesto, la legislación. La visión de políticos y empresarios es diferente, aunque tengan objetivos comunes: en este caso, ayudar a las personas, a las pymes y a los autónomos, mayormente.

Los políticos miran siempre a corto plazo y buscan siempre aplacar los daños en una crisis; la empresa mira a largo y busca vías para resurgir, explorar, vencer adversidades, en caso de que se tenga un buen directivo (los malos suelen cerrar las empresas). Esa es la diferencia. Y esa diferencia tiene más matices según la ideología de cada dirigente. Y me da la sensación de que este Gobierno tiene en su prioridad, legítima, diferenciarse de lo que pasó en la crisis de 2008: que nadie quede tirado, pese a la improvisación que ha demostrado. Primero aplacar los daños; después incentivar o ayudar a las empresas, cuando las dos cosas podrían ir a la par (si la situación sanitaria lo permite, claro está). Y con ese prisma es normal que nunca coincidan los intereses de la política y de la empresa. 

Y cómo ejemplo de esa divergencia es el eje Alicante-Elche, reivindicado por Ezequiel Sánchez como oportunidad para la reinvención de la economía, que en un radio de 25 kilómetros atesora de unas zonas de mayor de generación de riqueza, que todos los gobernantes de turno nunca han sabido -o no han querido por las razones que fuere- concentrar más recursos para que de verdad funcionara como una única unidad, cuando menos económica, además de cultural o de talento. Nadie se atrevió a ir más allá de su programa electoral o de sus convicciones personales. Nadie. La buena palabrería se la llevó el viento, como muestra de que empresa y política pueden tener fines comunes, pero caminos diferentes. No hay convencimiento.

Así que descartada esa opción, el liderazgo es más fácil que venga de la empresa que de la política, pero tampoco lo tendrá fácil quien ose. Necesitará discreción y resultados. De esta manera, generará la atracción de otros. Y pese a los beneficios que puede reportar, política y empresa recorrerán caminos diferentes, puede que paralelos, con algún punto en común, pero dispares. Lo contrario sería una verdadera sorpresa. No somos país para tecnócratas.

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