Me he quedado huérfano de ‘padre’ (Antonio Fernández Valenzuela) y ‘madre’ (Luisa Pastor Lillo) en la Diputación de Alicante en, tan sólo, dos meses.
No olvidaré nunca mi primer trabajo, no olvidaré jamás mi primer encuentro, siempre recordaré tu mirada limpia y penetrante, esos apretones de manos, esos abrazos que se convertían en achuchones cariñosos y, sobre todo, esa nobleza, cercanía y sencillez que transmiten muy pocas personas nada más conocerlas.
Apenas era un chaval cuando empecé a trabajar para tí en el Gabinete de Presidencia de la Diputación de Alicante. Mi primer empleo, mis primeros pasos, mi primer Presidente. Reconozco que fuí muy afortunado al aterrizar en la institución provincial durante tu mandato, es más, en muchas ocasiones pensé que debería de haber pagado yo a la Diputación y no la Diputación a mí por trabajar con alguien como tú: con ese carisma, ese temple, esa capacidad de liderazgo y trabajo, esa seguridad y otras tantas cosas con las que uno nace, no se hace.
Siempre recordaré esos plenos antológicos que, en muchos casos, se convertían en verdaderos ‘campos de batalla’ porque eran ricos en debate y contenidos, y en los que defendías los intereses de la provincia como un jabato. Plenos que muchos funcionarios de la casa no se querían perder por verte interactuar. Plenos peleones en los que demostrabas tu raza, tu talento, tu verborrea, y en algunos casos tu ironía y sarcasmo que dejaba fuera de juego a más de uno.
Calificativos, a la hora de trabajar como ‘animal político’, ‘cabezón’ y ‘carismático’… te acompañarán toda la vida querido Antonio.
Llevo un mes jodido (con perdón de la expresión), jodido porque Luisa se ha ido y, de golpe y porrazo, y sin avisar, también te vas tú. Espero que no lo tuvieseis programado y pactado…. érais tan imprevisibles.
Luisa y Antonio, Antonio y Luisa, hay que ver cómo os quiero a los dos.
Luisa me ayudo a exteriorizar sentimientos, a fijarme en los detalles, a ser más paciente, a darle más vueltas a las cosas y, también, a no ser tan impetuoso.
Gracias Luisa por darme tantas cosas, por ese corazón que no te cabe en el pecho, por tu infinita amistad y por tratarme, en ocasiones, como un hijo. Todavía recuerdo el día que me dijiste que te acompañase, como si fuésemos novios a la proclamación del Rey Felipe. Me acordaré siempre de tus palabras: “Hoy me acompañas como mi novio, como lo hace la Duquesa de Alba y el funcionario”. Y es que tenías unas salidas!!
Tú Antonio, fuiste mi primer maestro, me diste la oportunidad, aprendí a un ritmo vertiginoso y descubrí qué son las diputaciones y para qué sirven. Desafortunadamente, y como tu bien me decías, unas grandes desconocidas para la mayoría de los mortales.
Presidentes, jefes, amigos, en definitiva, queridos, ‘papá’ y ‘mamá´, con el permiso de vuestras familias e hijos a los que tanto quiero y respeto, tengo que despedirme de vosotros a través de éstas líneas y he dicho bien, sólo a través de éstas líneas porque os llevo en mi corazón y, todos los días, cada vez que entro por las puertas del palacio provincial os llevo conmigo y sé que estáis en algún rincón de vuestra casa, de nuestra casa, de la casa de todos.
Descansad en paz, os quiero mucho.
José Antonio Espinosa
Jefe de Protocolo Diputación de Alicante