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'masters of the universe: revelation'

Por el poder de Netflix: una revisión de los 'Masters del Universo' no apta para nostálgicos

28/08/2021 - 

ALICANTE. 'Por el poder de Grayskull, yo tengo el poder'. Chim-pun-flash, mascletà al canto, y el apocado príncipe Adam (apocado pero cachas, que su disfraz era menos creíble que las gafas de Clark Kent en el rostro de Cristopher Reeve) se convertía en He-Man, el tío más poderoso y ciclado del universo, presto a defender en taparrabos los secretos del castillo de Grayskull de las zarpas del malvado, y sin embargo enormemente simpático, Skeletor.

El ritual se repetía en cada episodio de la serie de animación 'He-Man y los Masters del Universo', creada a principios de los ochenta por Filmation y Lou Scheimer para Mattel, y que no era otra cosa que un anuncio de veinte minutos de duración de las figuras de acción que vendía la multinacional juguetera (y que en sus inicios venían acompañadas de minicómics en sus blisters para explicarles a los niños, ojipláticos, de qué iba todo aquello de la guerra entre el bien y el mal por el control del planeta Eternia).

Casi cuarenta años después, Netflix y el director Kevin Smith (Clerks, Dogma, sus spin-offs sobre Jay y Bob el Silencioso y... poco más, la verdad) se aliaron para traer a los años 20 del siglo XXI aquellas historias de bárbaros espaciales y, en lugar de un nuevo reboot (como el fallido de 2003, que también era un intento de volver a vender figuras de acción) apostaron por 'continuar' la historia donde la dejaba la serie de 1983. Un experimento del que se puede testar la primera mitad de la primera temporada en la conocida plataforma, y que deja un sabor agridulce.

Da la sensación de que Smith ha querido que los Masters 'crecieran' de la misma forma que los niños que vimos la serie original (y, algunos, coleccionamos compulsivamente las figuras) en los ochenta. Y o no ha sabido hacerlo, o los niños han crecido menos de que lo que él pensaba. Puede que las dos cosas. La animación es técnicamente perfecta, el respeto a los detalles vintage exquisito, las voces de doblaje son de blockbuster (Mark Hamill como Skeletor, en la versión original), el guión es bastante sólido si nos abstraemos del hecho de que se trata de personajes estrafalarios pegándose por nosequé poder... ¿Dónde está el problema, entonces?

Sin paños calientes. He-Man (y Skeletor) desaparece de la función en el primer espisodio. Vaya, con el poder de Grayskull no alcanzaba, se ve. Y no, no se trata de agujeros de guión o de "publicidad engañosa" en los avances de la serie. Es algo mucho más simple: si llevo cuarenta años esperando a ver una nueva serie animada de He-Man, quiero al puñetero He-Man pegándole mamporros a Beast Man, Triklops y Cobra Kahn en fila, mientras Skeletor se lamenta de la incompetencia de sus secuaces. ¿Que es superficial, frívolo, infantil...? Pues claro. Si quieres hacer algo trascendente, versiona 'Así habló Zaratustra'.

Teela contra el heteropatriarcado

A partir de aquí, es Teela, la hija adoptiva de Man-at-Arms y escudera inseparable (y secundaria) del He-Man de los ochenta la que asume el protagonismo en los siguiente cuatro episodios, forjando una inverosímil alianza con Evil-Lyn (la 'Teela de Skeletor' en los ochenta) para evitar que la magia desaparezca de Eternia, porque eso sería el fin del universo. Dos mujeres hasta entonces a la sombra de sus respectivos 'machos alfa' que cruzan la línea maniquea de buenos y malos (aunque solo un rato) para trabajar juntas por el bien común. 

Un planteamiento, y esto es lo mejor de la serie, que en realidad es muy interesante por la profundidad que confiere a los personajes y sus motivaciones, pero que sin embargo ha servido para que muchos tilden la revisión de los Masters de Kevin Smith de 'propaganda feminista'. Y de paso, ha servido a Smith para rechazar las críticas, legítimas, del fandom llamándonos señoros. Si se trataba de provocar porque sí para conseguir publicidad gratuita, que le suban el sueldo. Pero si el target de la serie eran los niños que habían jugado con los Masters de niños, enfadarlos gratuitamente es una maniobra más bien torpe.

Teela y Evil-Lyn con sus amigos, en busca de la magia perdida de Eternia. Foto: NETFLIX

El problema no es que algunos fans de He-Man sean machistas, que por pura estadística claro que los hay. El problema es que has matado a Superman y has puesto de protagonista a Jimmy Olsen; has matado a John McClaine y le has dado el peso de la acción al sargento Al Powell; te has cargado a Indiana Jones y ahora el arca perdida la busca Tapón. Has quitado de en medio a Mulder y Scully para darles los expediente X a Kryzek y Skinner. Hay personajes tan carismáticos que son la única razón de que la historia alrededor de ellos funcione, y este es uno de esos casos.

Dicho para que Kevin Smith lo entienda más allá de la artificiosa cuestión patriarcal: el gran pero de su serie no es que sea Teela quien sustituye como heroína a He-Man, como se ha querido hacer ver tras el revuelo provocado, sino que alguien ha sustituido a He-Man. La queja sería la misma con Man-at-Arms, Fisto, Stratos o incluso Orko como protagonistas. No es una cuestión de género, sino de carisma. 

Dicho lo cual, el final de la primera mitad de la temporada termina en todo lo alto con la posibilidad real de que He-Man vuelva pero también de que desaparezca de la función para siempre, y con Skeletor más fuerte que nunca. Habrá que ver cómo evoluciona la serie y admitir que, si le quitamos la mochila, la 'Masters del Universo: Relevación' de Netflix se deja ver y es bastante entretenida, además de estar muy bien animada. El problema es que probablemente solo interese a los acérrimos (como servidor), que son los mismos a los que ha espantado Smith con sus primeros episodios.

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