VALÈNCIA. “Una buena traducción, puede marcar la diferencia entre vender y no”. Así de tajante lo ve Lourdes Yagüe, tal vez por ser la fundadora de Hello Translator, una plataforma que conecta a pymes con traductores profesionales. Existen un total de 18.000 empresas que ofrecen servicios de traducción en todo el mundo. La más grande de todas está en Estados Unidos y factura 600 millones de dólares. Sin embargo, entre las 100 compañías más grandes del sector a escala global, apenas alcanzan a cubrir el 10% de las traducciones que pide el mercado. Esto quiere decir, primero, que es un sector muy fragmentado y, segundo, que la demanda crece tanto que la oferta no da abasto. En cuanto a la demanda de idiomas, el 55% del mercado mundial de la traducción corresponde a Europa. El español, en este sentido, se puede entender como una ventaja competitiva, dado que es la lengua que abre a los europeos la puerta al gigante mercado latinoamericano.
“Jamás en la historia se ha producido tanto contenido como se produce ahora- declara Carmelo Gayubo, CEO y cofundador de Blarlo, una agencia de traducción internacional que cuenta con más de 4.000 profesionales freelancers procedentes de 104 países y que operan a través de una plataforma tecnológica. “El sector lleva una década creciendo a un ritmo del 10% anual, de manera que, si no le añades tecnología, se vuelve cada vez más ineficiente y pierdes un montón de oportunidades”, sostiene.
Gayubo apunta al nacimiento de Google como el origen de esta demanda creciente. “El que cambia todo esto es Google, pero no como competencia, sino como creador de esa necesidad. Adía de hoy, lo normal es hacer las búsquedas en el idioma local o, como mucho, en inglés. Esto las empresas lo saben y por eso se afanan en adaptar toda la comunicación corporativa al idioma y la cultura de los mercados a los que se dirigen. Nos hemos acostumbrado a que esté todo en nuestro idioma. Nosotros, que procedemos del mundo de la tecnología, vimos aquí una oportunidad de negocio en el sentido de que el sector tenía que adaptarse a un montón de formatos y canales de comunicación surgidos en los últimos años”.
Afirman en Blarlo tener clientes que traducen sus contenidos a 35 o 40 idiomas, pero que no es sólo el volumen de la demanda, sino también la exigencia de procesos cada vez más rápidos y cambios en el ciclo de producción de los contenidos. “En muchos casos es el propio usuario quién se involucra en la generación de contenidos, al margen de la empresa, bien con reviews, con tuits o lo que sea, que también hay que traducir para que la gente tenga en cuenta la valoración de ese contenido. El ciclo es mucho más dinámico”.
El problema en este campo es que el desarrollo de la tecnología está yendo más despacio de lo que se preveía. Empresas como Blarlo tratan de optimizar y agilizar los procesos a través de lo que ellos denominan “inteligencia de traducción con tecnología aplicada” a los conectores para poder abordar toda la comunicación emitida por los clientes en sus diferentes sitios, desde la web, hasta el blog, las redes, el CRM…Sin embargo, aseguran que, la parte de la gestión, se puede automatizar casi al 100% pero, en lo que atañe al proceso de traducción, le queda un trecho.
“La gente no se da cuenta de lo complejo que es la traducción y la tecnología, en muchos contenidos, está todavía lejos de poder prescindir de la inteligencia humana. No es solo cuestión de traducir palabras, es más algo cultural. De hecho, yo siempre digo que Google lleva años y millones invertidos en este campo y están donde están con el Google translate, y tontos no son”, dice Gayubo.
Lourdes Rivas, CEO y fundadora de GearTranslations, comparte a medias la opinión de Gayubo. “Hay campos que han sido ‘aprendidos’ por la Inteligencia Artificial. Por lo tanto, en las áreas de mayor volumen de trabajo, la traducción hoy ha bajado como mínimo un 50% los valores, y las comunidades de usuarios online aportan traducciones a cero o muy bajos costes”. Se refiere a los contenidos más sencillos como la traducción de webs, chats, o tiendas de productos de consumo masivos sin complejidad.
Sin embargo, no sucede lo mismo en lo que respecta a los contenidos más especializados. “Las áreas técnicas más complejas, como medicina, construcción, maquinaria, seguridad, cosmética, farmacia o parafarmacia, siguen siendo un desafío y crecen cada vez más en internacionalización debido al aumento del comercio global. Tener información sobre vocabulario específico, saber encontrarlo y minimizar tiempos de entrega son características aún muy buscadas por empresas globales que no encuentran en la traducción automática ni en las comunidades no especializadas el nivel de conocimiento que necesitan para generar contenido específico para usuarios profesionales (distribuidores de producto, operarios técnicos, empleados, autoridades de supervisión, etc.). Lo que buscan son proveedores que bajen los costes de traducción aplicando tecnología pero enfocados en el intercambio y gestión de conocimiento multilingüe en dominios específicos”, declara.
Las áreas de especialización sigue siendo, pues, el mayor valor de una agencia para diferenciarse del resto de la competencia, así como la disponibilidad de profesionales. “Enfocarse en clientes dentro de una vertical específica ofrece la posibilidad de ser más eficientes y ofrecer mejores precios y conocimiento a clientes con necesidades particulares. Los formatos de los documentos y la gestión y almacenamiento de versiones de los documentos traducidos son también una variable importante. Ofrecer plataformas que permitan no solo el contacto con traductores y generar órdenes de compra sino que la empresa pueda utilizar para gestionar y capitalizar su contenido para convertirlo en activos multilingües es el diferencial más valorado y menos disponible”, concluye Rivas.