Las plataformas de vídeo bajo demanda nos han enseñado en muy poco tiempo que el exceso de alternativas -por muy culturales y gustosas que sean- nos atolondra y nos sumerge en la confusión. Perdemos un tiempo precioso en la extenuante búsqueda de una película perfecta, que cuando por fin aparece nos pilla medio dormidos. Algo similar nos ocurre a muchos cuando el hambre nos asalta en pleno barrio de Ruzafa. Desde luego no es el déficit de oferta gastronómica lo que trastorna, sino la abrumadora cantidad de restaurantes y bares que te salen al paso. Muchos atraen a primera vista, pero la mayoría tienen una pega: no hay mesa y la lista de espera da pavor; el precio es demasiado elevado para una ocasión tan mundana; esta carta es un aburrimiento... Después de dar vueltas como una peonza, te deslizas desde la desesperación al cabreo y terminas la noche en casa comiendo pan con queso.
Así que no, no siempre es fácil encontrar un restaurante en Ruzafa con un punto divertido, donde se coma bien, a cambio de una módica cantidad de dinero, y sin excesivas esperas. Este artículo -quizás el primer capítulo de una serie- tiene el objetivo de ahorrarle tiempo a los lectores.
El Almacén (Sueca, 41)
Si les hablo de “nueva cocina rústica” es probable que se queden con cara de acelga. Y si les digo que en El Almacén encontrarán tapas sofisticadas de espíritu viajero, pero elaboradas con producto fresco y local, pensarán con acierto que no hay nada nuevo bajo el sol. Que para maridar la cultura ibérica con Tailandia, Indonesia o Corea ya está Canalla Bistro.
Pues bien, pido su voto de confianza para este pequeño y acogedor local, y en especial para su cocinero, Raimon Moreno. El ex jefe de cocina de Mercatbar nos ha sorprendido con una propuesta que quizás se pliega en exceso a las tendencias (están todas: el tuétano, el pan bao, la causa limeña, las ostras, el pollo satay, el ceviche de corvina…), pero, amigo, ¡cómo las bordan!
Hay gratas sorpresas en esta carta –incluso clásicos como la ensaladilla rusa o el tartar de vaca tienen un toque especial-, pero no en la cuenta. Rara vez sobrepasa los 25-30 euros por comensal.