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EL MURO / OPINIÓN

A morderse

Anda el patio alborotado. La música se ha colado hasta en la política. Cantantes y políticos se tiran los trastos a la cabeza. Políticos y cantantes se distancian por una simple melodía. No se aclaran, cuando la música es el mejor reclamo para procrear

20/03/2016 - 

VALENCIA. La música sirve para tranquilizar el carácter temperamental mediterráneo, el stress y los nervios: el espíritu de la fiera. El “chill out” debería de ser más que necesario en escenarios de confrontación dialéctica como lo es en centros comerciales o clínicas dentales. Pero no resulta así en Les Corts o en otros escenarios públicos salpicados por la política. Y por ahí vamos mal. Muy mal. 

Hace unas semanas la presidenta del PP en la Comunitat Valenciana y portavoz del grupo en la Cámara, Isabel Bonig, le recordaba al President de la Generalitat, Ximo Puig, que mientras él era más de Raimon, ella se identificaba con The Killers, Coldplay o The Cure. Lo dijo en pleno debate político. Abrió el melón. Me animo a creer algo en Killers, pero no veo a Boning escuchando en el coche “Faith”  o “Pornography” –dos obras cumbres de la banda de Crawley- y menos bailando bajo la ducha “Killing an arab”, “Boys don’t cry” o “A forest”. Aunque si fuera así, enhorabuena. Ya somos dos.

La verdad, le hacía más en sus momentos de intimidad de Miguel Bosé o Bertín Osborne, Sting, Adele o el reciente Rod Stewart en plan crooner, pero nunca de Nirvana y menos de The Cult o Jesus and Mary Chain, por poner ejemplos nebulosos y generacionales. Que quieren que les diga. Es una ironía, nada más, aunque bien que cobraron algunos del erario público ese millón de euros anuales que costaba el festival MTV en los accesos de la Ciudad de les Artes y les Ciencias con The Cure como invitados para disfrute crepuscular. 

El equipo de Gobierno de la Diputación de Valencia está por Pep Gimeno “El Botifarra”, para algo es de La Costera como su presidente Jorge Rodríguez. Este año el gobierno municipal de Joan Ribo quiso animar los preámbulos de las mascletaes con una versión rockera del pasodoble “Valencia en Fallas”, de Vicente Ramírez, en adaptación de Bajoqueta Rock. Su autor dio el visto bueno para que su obra se escuchara junto a otras piezas de Al Tall o La Habitación Roja. Modernidad heterogénea total.

“Mi “Valencia en Fallas” es eterna y volverá a sonar en la plaza”, dijo su autor, algo molesto por verse relegado del repertorio sociológico al tiempo que reclamaba más presencia en la lista de “hits balconeros” de composiciones de Javier Vila o Francisco, por otro lado, dos grandes artistas que no habría que menospreciar por cuestiones ideológicas o políticas ya que todos somos sociedad y hay que compatibilizar gustos. Ya puestos, optaría por la votación popular para fechas próximas.

Menudo cabreo cogió el propio cantante y dueño de la sala Canal al verse alejado de la promoción que supone “cantar” año tras año desde el balcón de la casa consistorial y saludar junto a la exalcadesa Rita Barberá al público expectante y ahora verse suprimido del repertorio fallero institucional después de tanta presentació. No es del todo justo. En una verbena caben covers de todo tipo.

Es más o menos el mismo cabreo que lleva Francisco, el cantante de Alcoi y nuestro gran ganador de la OTI en época de Joan Lerma y Jordi García Candau, en aquella noche inolvidable en el Teatro Principal de Valencia y la inacabable fiesta en el Ateneo Mercantil. Él llegó a insultar a Mónica Oltra, aunque después se disculpara. No entiendo su desplante. Más aún cuando cada uno debe dedicarse a lo suyo. Y el respeto ha de ser principal. 

Según el artista, que ha grabado una nueva versión de la animada “Valencia”, la canción que el maestro almeriense Padilla compuso para una revista y la cupletista Mercedes Serós, los actuales gobernantes, en especial los de Compromís, «quieren borrar el Himno» que él ha interpretado en innumerables ocasiones. Gran dolor de corazón. 

«Son unos sectarios, unos dictadores que lo único que buscan es prohibir e imponer a los demás lo que a ellos les gusta», añadió en declaraciones a los medios. No sé por qué se le cruzaron de tal manera los cables. 

La batería de Alfonso Rus y el baile de Rajoy

Todos sabíamos de la afición de la exministra y senadora, Carmen Alborch, por la música de los ochenta, o la del expresidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, por el rock de los sesenta cuando en sus años mozos tocaba la batería en uno de los grupos del momento. Su pasión musical, entre otras más interesantes, formativas, creativas y divertidas, por no decir lucrativas, seguro, fue lo que le llevó a montar “Sona la Dipu” y las giras provinciales de DJ, s. Igual por ahí hay algo interesante relacionado con ciertas poblaciones. 

La música suena, que diría Juan Antonio Ramírez, más conocido por Saxofonín, el músico próximo a Rus que programaba el festival de Xàtiva “Nits al Castell” y al que algunos medios involucran en negocios investigados del expresidente de la corporación provincial, veraneos en Ibiza incluidos y contrataciones del Palau de la Música añadidas.

A Rajoy se le ha podido ver bailando “Mi gran noche” de Raphael, aunque eso sí, algo encorsetado

A Mariano Rajoy se le ha podido ver bailando “Mi gran noche” de Raphael, aunque eso sí, algo encorsetado, pero vibrante; incluso a Letizia -  “compiyogui”- ha sido testigo presencial de conciertos de Bon Jovi, U2, Shakira o Planetas. Menudo lío debe tener en la cabeza. La Reina emérita, Sofía, es fan de todo aquello que el director indio Zubin Mehta incluya en sus programas. Iré más allá, aunque a menor nivel. La pasión de la actual concejala de Cultura del consistorio valenciano, Gloria Tello, por el violinista Ara Makilian y una de sus actuaciones en el Palau de la Música fue celebrada efusivamente por ella misma en las redes sociales. Normal. 

Un poco más en la oscuridad he sido testigo presencial de cómo algunos directores generales y altos cargos de la Administración autonómica sucumbían en el patio de butacas al poder de Morfeo durante representaciones operísticas del Palau de Les Arts. Se trataba de llenar y ellos acudían a la llamada emergente y urgente.  

La música anima a procrear

Valencia es capital de la música. Quietos paraos. Por ello, ¿de qué sirve enfadarse cuando hablamos de gustos musicales, y menos aún en una ciudad o una Comunidad en la que si algo nos identifica es la propia música? Para eso tenemos casi 500 sociedades musicales, algo que nos representa, nos hace únicos y son pilar de nuestra sociedad aunque el Valencia CF quisiera acallar su momento en las animaciones previas a los partidos. 

La música es vida. Voy a llorar. Es más, un reciente estudio constaba que el jazz, la “Pastoral” de Beethoven y “Puente sobre aguas turbulentas”, de Paul Simon y Art Garfunkel, lograba que las vacas dieran unos cuantos litros más de leche, hasta cinco. La música de Mozart, según otros estudios científicos, anima a los pollos a poner más huevos. Hasta la música es utilizada en clínicas de ortodoncia y grandes centros comerciales para relajar tensiones, animar compras o seducir compradores. Está todo estudiado. Música hasta para la reproducción de las anguilas.

Yo, por si acaso, he optado por alejarme del debate mundano. Por eso he decido recuperar la música americana de raíz de los años setenta. Y ahora he vuelto a Buffalo Springfield. Apunto esto por si alguien me pide un día el DNI o me realizan un polígrafo sobre la Ley de Símbolos que impulsó en su día el exconseller de Gobernación, Luis Santamaría, sustituto del hombre de las cacerías, y que muchos ciudadanos del mundo no llegamos jamás a entender cuál era su verdadero sentido, salvo proteger el himno y la senyera, aunque no se sabía bien de quién. 

Por cierto, ¿qué anima a Rita Barberá en estos momentos claves de su vida política y personal? No creo que sea el repertorio de la Pantoja ni Perdóname” de Camilo Sesto. Más bien me inclino por “La Bamba”. Pero no por nada. Sólo es intuición.


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