CASTELLÓ. El fin del verano no trajo buenas noticias para la industria azulejera, y así lo reflejan las cifras oficiales de actividad en las factorías. Después de que en agosto los hornos registrasen un descenso productivo mayor de lo habitual, el tradicional regreso a la actividad tras las tareas de mantenimiento no alcanzó las cuotas de los años precedentes.
Así, aunque el índice de producción se elevó de los 70,9 puntos de agosto hasta alcanzar los 106,8 en septiembre, esta cifra es todavía un 29,5% menor que la del noveno mes de 2021, según las estimaciones del Institut Valencià d'Estadística. Si además se corrigen los efectos del calendario la caída alcanza el 31,8%.
En ambos casos, el guarismo ronda el registrado en agosto y es sensiblemente mayor al de meses precedentes, que ya apuntaban esta tendencia, con lo que la cerámica vuelve a ser la actividad industrial que peor funciona en la Comunitat Valenciana.
Todo ello solo puede significar una cosa: que el impacto de la crisis energética está siendo más que evidente en las factorías azulejeras. De hecho, la caída acumulada de la productividad durante el año se eleva ya al 12,9%, según las cuentas del departamento que depende de la Conselleria de Economia Sostenible.
De hecho, en la reciente edición de Cersaie, en ese mismo mes de septiembre, la traslación del aumento de costes al producto acabado y el funcionamiento del mercado internacional eran las dos cuestiones que sobrevolaban cualquier negociación en Bologna Fiera. Ahora, cuando las cotizaciones del gas acumulan precios más modestos que los estratosféricos alcanzados el pasado verano (pero igualmente inasumibles para el sector), la situación se ha vuelto incluso más complicada por la tendencia económica global.
Así, la falta de impulso en las compras ha llevado a que la práctica totalidad de las factorías reduzca su actividad, con ejemplos incluso entre las firmas más relevantes. Con unos costes muy elevados, son muchos los hornos que actualmente trabajan al ralentí, de forma que el producto no se acumule en los almacenes logísticos. En esta coyuntura, la principal industria castellonense está a la espera de tiempos mejores... y de las ayudas que les permitan afrontar el impasse.