VALÈNCIA. (EP) La filósofa Adela Cortina ha reflexionado este miércoles en torno a la ética empresarial como generadora de confianza y ha advertido que el hecho de no tenerla puede hacer perder oportunidades, como hace años con los idiomas.
"A una empresa que no sea ética se le van a cerrar puertas. Cada vez se va a exigir más y hay un conjunto de empresarios que cada vez más se atreven a decir que la ética es rentable", ha trasladado en un almuerzo-coloquio organizado por la asociación de directivos y empresarios logísticos Propeller Valencia ante más de 70 asistentes.
Cortina, como ponente-invitada, ha puesto encima de la mesa cuestiones como la necesidad de generar la suficiente confianza para "poder salir adelante y seguir construyendo". "La ética genera confianza. En los lugares donde se vive éticamente podemos confiar unos en otros; si no la hay, no podemos construir nada juntos", ha expuesto.
A partir de ahí se ha referido al dilema que se genera con la búsqueda del máximo beneficio posible por parte de las empresas, lo que en ocasiones conlleva actuaciones poco ajustadas a la ética, recoge la entidad en un comunicado.
Pero la directora de Fundación Étnor ha asegurado que sí es posible que el entramado empresarial se desarrolle siendo ético: "Las empresas deben ser mínimamente éticas y que tengan en cuenta esos mínimos de justicia por debajo de los cuales se puede caer en la inhumanidad. Esto es fundamental para la ética empresarial, pero también para la económica y la política".
Así se ha referido a las instituciones, "que deben ser justas y buenas". "Justo es lo que se exige, mientras que lo bueno es a lo que aspiramos", ha constatado: "La felicidad es algo que se elige, la justicia es algo que debe compartirse y es muy exigente".
En general, para Cortina, existe una discusión en torno a si la ética debe ser totalmente altruista y si es ético que genere beneficios. "La ética es rentable para quienes actúan éticamente. El comportamiento ético genera confianza y necesitamos confiar unos con otros", ha insistido.
Por todo ello ha apuntado a la ética como el principal capital social de cualquier país: "Las empresas éticas son un bien público porque benefician al conjunto de la sociedad. Es evidente que ese buen hacer va calando en la sociedad y va acabando con las malas prácticas".